Italia, España, Portugal, Grecia y los estados balcánicos tienen mayores gastos para el comercio
La crisis económica europea ha puesto en relieve la disparidad económica entre los más ricos del continente –los países del norte– y los más pobres –los del sur–.
Existen numerosas causas para este desequilibrio, tales como la especialización industrial, el perfil demográfico o el potencial del capital humano de cada país, pero sobre todos ellos se alza otro: la infraestructura de transportes, según un reportaje de Negocios.com.
Esta tiene un efecto significativo en los costes de comercio y su desarrollo económico del país. Tanto respecto a la inversión en infraestructuras artificiales como autopistas o vías férreas como en infraestructuras naturales como los ríos navegables, los países del norte –Francia, Alemania y Países Bajos– están considerablemente más desarrolladodas que los países del sur de Europa. Los países del sur del continente –Italia, España, Portugal, Grecia y los estados balcánicos– tienen mayores gastos para el comercio
Desde Stratfor consideran que, aunque la crisis financiera de la Eurozona finalizase mañana, el sur de Europa todavía se encontraría en severa desventaja económica en comparación con el norte del continente debido a su infraestructura de transportes menos desarrollada.
La importancia de los ríos
Las vías fluviales europeas alcanzan los 50.000 kilómetros de recorrido, pero están distribuidos de forma desigual a lo largo del continente. Excepto por el Danubio, que desemboca en el Mar Negro y fluye hacia el este, el resto de ríos navegables europeos están localizados y fluyen hacia el noroeste.
Las zonas industriales alemanas, suizas y del noroeste de Francia se mantienen conectadas mediante el Rin y sus afluentes, mientras que el río Mass y sus canales navegables conecta Bélgica, Luxemburgo y el norte del país galo. El canal entre el río Meno y el Danubio ponen en contacto el Mar del Norte con el Mar Negro, conectando las grandes áreas industriales de Austria, la República Checa, Hungría, Croacia, Serbia, Rumanía y Bulgaria con alemania. Y mediante el Elba y el Óder, hay una conexión natural entre las regiones industriales alemanas, austríacas, polacas y checas.
Este capricho de la geografía supone una importante ventaja estratégica para Alemania y los países aledaños, pues el transporte fluvial resulta más barato que el terrestre, que puede llegar a multiplicar por diez el precio de los portes.Tener ríos navegables ha supuesto, históricamente, que un país se gaste el dinero que tendría que invertir en infraestructuras para el transporte en otras inversiones que podrían aumentar su potencial económico, como educación, energía o tecnología.
En contraste, el sur de Europa se encuentra completamente falto de ríos navegables que faciliten el transporte fluvial, lo que encarece el abastecer los mercados internos al ser preciso invertir en infraestructura para el transporte terrestre. En cambio, en el sur de Europa existen una extensa red de puertos, no en vano el Mediterráneo ha sido históricamente una de las regiones más activas del mundo en cuanto al comercio y el valle del río Po, en Italia, es todavía una de las regiones más ricas del mundo. A finales de 2011, el 40% de la carga comercial de la Unión Europea se transportó por mar.
Fue en los siglos XVI y XVII cuando el Atlántico adelanta al Mediterráneo en importancia, uniendo Europa con América, África y Asia, momento en el que se aprovecharon los ríos del norte, y los países beneficiarios pudieron eclipsar a Grecia, Italia o la Península Ibérica.
Topografía e Inversión
La Península Ibérica, Italia y Grecia se encuentran separados de sus vecinos del norte por tres cordilleras: los Pirineos, los Alpes y las Montañas de Pindo. El terreno montañoso promueve una desigualdad natural en Europa, ya que mientras Alemania y sus vecinos cuentan con una red de comunicación sencilla mediante los ríos, los países del sur se ven obligados a invertir en costosas infraestructuras para superar tanto las barreras topográficas que los separan del norte de Europa como los obstáculos naturales que la geografía crea dentro del propio país.
Actualmente, las vías artificiales de transporte se crean para facilitar el comercio, aunque en el pasado solía invertirse en este concepto para facilitar los movimientos de tropas dentro del país. A partir del siglo XIX, el tren se convierte en el medio de transporte más importante por su eficacia- que desaparece en pendientes superiores al 4%- y relativa facilidad de construcción- siempre que no se interpongan las barreras naturales-. Mientras que en países como España, Reino Unido o Francia, las redes ferroviarias se construyeron tratando de unir la capital con todos los puntos, mientras que en Alemania se diseñó una red más completa que pusiese en contacto las zonas industriales.
El desarrollo de los vehículos y las carreteras otorgó a países como Italia, donde la geografía dificultaba la construcción y uso de ferrocarriles, una alternativa cara pero necesaria. En cambio, las redes de carreteras se orientaron especialmente hacia el tráfico interno y no a mejorar las interconexiones del sur europeo con los países del norte.
Retos a futuro
La Unión Europea ha centrado parte de su plan de integración en mejorar las comunicaciones entre los distintos países. En cambio, es un momento difícil para ello, pues los países europeos del norte que gozan de una mejor situación económica se muestran hostiles a subsidiar a sus vecinos sureños ya sea mediante rescates o la inversión en infraestructura.
En 2006, la Comisión Europea, creó la Agencia Ejecutiva de la Red Transeuropea de Transporte, que debe planificar y financiar parte de estos proyectos para mejorar la conexión entre los distintos países europeos, donde la mayor dificultad radica en convertir todos los sistemas de infraestructura pensado por y para el interior en una macroestructura supranacional.
Para la mayoría de fases, la financiación todavía no está asegurada y hay frecuentes conflictos bilaterales. Por ello, desde Stratfor consideran que, aún siendo optimistas sobre la resolución de la crisis de deuda, estas aspiraciones no se harán realidad hasta la década del 2020.
Es importante indicar que de los 66.000 kilómetros de carreteras que se cuentan en la Unión Europea, cerca de la mitad se sitúan en Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Polonia y Dinamarca. De los 212.000 kilómetros de vías férreas con los que cuenta la UE, 92.000 están en Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Polonia y Dinamarca. Y de los 41.000 kilómetros de vías fluviales utilizadas como vías de transporte entre los países del bloque, 24.000 kilómetros se encuentran en Bélgica, Francia, Alemania, Países bajos y Polonia.
Por ello, si se toma como índice la infraestructura para el transporte, se hace evidente que aún falta mucho camino para lograr una verdadera integración europea.