España tiene buenas razones para desear que la situación se estabilice en Portugal
No hay tregua para Europa. Cuando apenas comenzaba a evaporarse la incertidumbre desatada por el «atípico» rescate de Chipre, la decisión del Tribunal Constitucional luso de rechazar los ajustes elaborados por el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho para cumplir con las exigencias de la troika puede provocar nuevas turbulencias.
De momento, los mercados de deuda han sorteado la enésima zona de peligro gracias, curiosamente, a la macroinyección económica anunciada para la economía de Japón.
El anuncio ha provocado que la rentabilidad del bono japonés caiga en picado, por lo que los inversores han puesto sus ojos en los títulos europeos, con mayor rentabilidad, incluidos los de la castigada periferia.
Este 8 de abril de 2013, la prima de riesgo de los bonos españoles a diez años bajó diez puntos básicos, hasta los 351.
La italiana, cayó otros siete y hasta los títulos lusos, que comenzaron la jornada disparados, terminaron en 518 puntos básicos, apenas tres más que el viernes. La situación podría prolongarse cuando la liquidez nipona inunde definitivamente los mercados.
Pero si la incertidumbre política se prolonga en Lisboa y los reclamados nuevos ajustes no llegan con la rapidez que exige Bruselas, el nerviosismo puede volver a cundir entre los inversores. Y esa es una posibilidad que no le conviene en absoluto a España.
Los bancos españoles aparecen como los mayores acreedores de Portugal con una exposición agregada de 72.196 millones de dólares (55.535 millones de euros) a finales de septiembre de 2012, lo que representa el 51,5% del total de la exposición de la banca europea al país luso.
En concreto, la exposición de las entidades españolas a la deuda pública lusa sumaba 8.184 millones de euros, mientras que otros 4.032 millones de euros correspondían a deuda de bancos portugueses y un total de 59.980 millones a deuda del sector privado no financiero de Portugal, según los datos del Banco de Pagos Internacionales (BPI).
Entre el resto de las grandes economías de la eurozona, la banca alemana registraba una exposición a Portugal de 23.269 millones de dólares (17.899 millones de euros), mientras la deuda con entidades francesas sumaba 16.625 millones de dólares (12.788 millones de euros) y apenas 1.811 millones de dólares (1.393 millones de euros) en el caso de los bancos italianos.
En su conjunto, la banca europea acumulaba hasta septiembre de 2012 una exposición a Portugal de 140.208 millones de dólares (107.852 millones de euros), de los que 22.259 millones de dólares (17.122 millones de euros) correspondían a deuda pública, 15.632 millones de dólares (12.024 millones de euros) a deuda de la banca lusa y 102.278 millones de dólares (78.675 millones de euros) a deuda del sector privado.
¿Un precedente válido para España?
España tiene buenas razones para desear que la situación se estabilice en Portugal. Y el antecedente luso también ha puesto a los tribunales en el punto de mira en todos los países europeos que han acometido políticas para conseguir cuadrar el déficit.
De hecho, nuestro Constitucional tiene pendientes varios recursos presentados por la oposición y por gobiernos autonómicos que podrían comprometer más de 19.000 millones en ajustes.
La congelación de las pensiones (1.800 millones), los recortes en sanidad y educación (10.000), la amnistía fiscal (1.200), la reforma del sector energético (607) y la paga extra a los funcionarios (5.400) están pendientes del Tribunal Constitucional.