Ante la presión de los acreedores y la dura realidad, Syriza recorta casi con fervor y los griegos protestan cabreados
Se ha metido los principios y las promesas electorales, donde nunca brilla el sol. Y lo ha hecho Alexis Tsipras, el amigo íntimo, el modelo, el mentor y la inspiración del podemita Pablo Iglesias, asistiento impertérrito desde el poder a un rosario de protestas ciudadanas, en las que agricultores, empleados públicos, autónomos y pensionistas llenan las calles de Grecia.
Como explica María Antonio Sánchez-Vallejo en ‘El País’, el primer año de Gobierno de Syriza en Grecia ha estado marcado por las limitaciones impuestas por los acreedores y, sobre todo, por la crisis del verano pasado, que colocó al país al borde del Grexit y se cerró con la firma del tercer rescate (86.000 millones, tres años) y la ruptura en dos mitades del partido.
La metamorfosis de Alexis Tsipras, que en estos 12 meses ha preterido buena parte de sus promesas electorales, parece total, aunque para su círculo más próximo se trata sólo de una retirada táctica y no de una dejación de principios.
En plena batalla por la reforma de la seguridad social -traumática pero apoyada por el 51,2% de los griegos-, el modelo de transformación social y política que Syriza supuso para otros países del sur de Europa parece haberse difuminado.
Pero Tsipras sigue siendo el político más valorado (34,8%, la mitad que hace un año), si bien la conservadora Nueva Democracia saca a Syriza una ligera ventaja (20,8% frente a 19,5%) tras la elección de su nuevo líder.