El nexo entre un migrante que recibió orden de expulsión y el atentado al mercado navideño en Alemania añade presión política para acelerar esos retornos
Es un fracaso estrepitoso y el caso del islamista tunecino, que perpetró con un camión la masacre del mercado navideño en Berlín, lo pone de sonrojante relieve (Europa está en peligro, mientras los políticos ‘cantan’ y la ciudadanía duerme).
El facineroso, con un largo historial delictivo y sospechoso de tener vínculos con el terrorismo yijadista, pudo moverse a placer, burlarse de la orden de expulsión y planear casi a la luz pública su atentado.
La Unión Europea ha convertido las expulsiones de extranjeros en bandera de su política migratoria (Angela Merkel admite errores en la política interior de seguridad de Alemania).
Con un número de llegadas al continente que no ha hecho sino crecer desde el estallido de las primaveras árabes, en 2011, Bruselas se centra ahora en retornar a aquellos que ven rechazada su solicitud de asilo.
Al igual que ocurrió con el sospechoso del atentado de Berlín, que debía regresar a Túnez, las cifras demuestran que la mayoría de quienes reciben la orden de abandonar el territorio comunitario no lo hacen.
De las expulsiones decretadas en 2015, apenas un 36% se cumplieron, según las cifras oficiales.
Bruselas diseñó la estrategia de agilizar expulsiones por motivos diferentes a la lucha antiterrorista.
El gran número de refugiados que llamaban a las puertas de la UE el año pasado (más de un millón de personas) convenció a los países de que había que acoger a quienes huían de la persecución y deportar cuanto antes a los llamados migrantes económicos, sin derecho al asilo.
Pero el nexo entre un migrante que recibió orden de expulsión y el atentado al mercado navideño en Alemania añade presión política para acelerar esos retornos.