Me pagan para ayudar a nuestros jóvenes a tener los hijos que antes tenían y no para arrebatar lo mejor de la juventud africana para reemplazar a los europeos que ya no tienen hijos
Antes que el italiano, había intervenido el ministro de Interior de Luxemburgo, Jean Asselborn, que mencionó en su discurso la necesidad que Europa tiene de inmigración debido a causas demográficas.
La respuesta de Matteo Salvini, a su estilo, ajena a la corrección ‘política’ y desinhibidamente provocador, reventó la reunión sobre inmigración que mantenían en Viena los ministros de Interior europeos.
«¿Hace falta inmigración porque envejecemos? Mi perspectiva es muy diferente. Mis ciudadanos me pagan para ayudar a nuestros jóvenes a tener los hijos que antes tenían y no para arrebatar lo mejor de la juventud africana para reemplazar a los europeos que ya no tienen hijos».
El italiano respondió dirigiendo la mirada a Asselborn, un par de asientos a su derecha.
«En Luxemburgo quizá tengan esas exigencias, pero en Italia lo que tenemos es la exigencia de ayudar a nuestros hijos a tener otros, no de traer esclavos para reemplazar a los hijos que no tenemos».
Paragona i nostri nonni emigrati ai clandestini che sbarcano oggi, vuole più immigrati in Europa e conclude urlando: “Merda”.
Ma in Lussemburgo, paradiso fiscale che non può dare lezioni all’Italia, non hanno nessuno di più normale che faccia il Ministro??? #Asselborn pic.twitter.com/CGMh4cBY49— Matteo Salvini (@matteosalvinimi) 14 de septiembre de 2018
Con unos segundos de retraso, lo que tardaba la traducción simultánea en descifrar el mensaje para sus colegas, los rostros fueron mudando y los ministros se miraban unos a otros en silencio, excepto Asselborn, que reaccionó muy nervisioo y en voz alta.
«¡Ala, ala la!», soltó, «venga hombre… ¡a la mierda!».
«¿Qué pasa? Estoy defendiendo otro punto de vista que es el mío», se le encaró Salvini, que animado por el enfrentamiento siguió insistiendo en que «es en Luxemburgo donde tenéis la necesidad de esa inmigración», a lo que Asselborn respondió airado:
«en Luxemburgo, querido señor mío, tuvimos decenas de miles de italianos que vinieron a trabajar a nuestro país, como inmigrantes, porque en Italia no teníais dinero para vuestros hijos».
El italiano reclamó «un podo de educación» y que le dejaran terminar, según recoge Rosalía Sánchez en ABC.
«Yo no he interrumpido mientras el resto hablaba y no voy a seguir hablando así».