Alega que tapa la imagen del vencedor de la II GUerra Mundial para 'evitar antaques antirracistas'

El Ayuntamiento de Londres perpetra la ignominia de esconder la estatua de Winston Churchill

Boris Johnson califica de "absurdos y vergonzosos" los actos vandálicos cometidos contra la estatua, al destacar los "logros" de Churchill en la lucha contra la "tiranía fascista y racista".

El Ayuntamiento de Londres perpetra la ignominia de esconder la estatua de Winston Churchill
La estatua de Winston Churchill tapada en Londres. PD

Produce vergüenza ajena, que vamos a decir desde España donde RTVE transmite en directo el funeral en EEUU por el afoamericano George Floyd y no ha dado un minuto de los 46.000 españoles muertos por la mezcla letal de coronavidus e ineptitud del Gobierno Sánchez.

O dónde los mamarrachos del programa OT, que no han homenajeado a una sola víctima española del Covid 19, se ponen de rodillas para recordar a Floyd.

Ante el vandalismo de los últimos días contra símbolos de la nación, las autoridades británicas han optado por blindar la estatua del histórico primer ministro Winston Churchill: tapar el pasado para evitar más nuevas pintadas durante un fin de semana que se prevé cargado de más manifestaciones.

Hasta Boris Johnson ha tenido que intervenir para defender la figura de Churchill.

El primer ministro conservador ha calificado este 12 de junio de 2020 de «absurdos y vergonzosos» los actos vandálicos cometidos contra la estatua, al destacar sus «logros» en la lucha contra la «tiranía fascista y racista».

«Es absurdo y vergonzoso que este monumento nacional esté hoy en peligro por los ataques de manifestantes violentos. Sí, (Churchill) a veces expresó opiniones que son inaceptables para nosotros hoy, pero fue un héroe y se merece totalmente este homenaje».

La inquina contra la estatua de Churchill, situada muy cerca del Parlamento británico, ha abierto un intenso debate social: ¿ha pasado página Reino Unido en su implicación en el comercio de esclavos o el racismo sigue en los cimientos de la sociedad británica?

Han pasado siglos, pero al margen de la efigie de Churchill otros monumentos también han sido destrozados.

Es el caso de Edward Colston, cuyo monumento en Bristol fue literalmente arrancado, arrastrado y arrojado en el puerto.

«Somos una sociedad mucho menos racista de lo que éramos pero, francamente, también tenemos que reconocer que hay mucho más por hacer para erradicar los prejuicios y crear oportunidades», ha defendido un portavoz de Downing Street para intentar calmar las aguas.

«Entender la historia»

Las peticiones para retirar a quienes en su día fueron considerados héroes o constructores de la riqueza británica no cesan, como es el caso de los estudiantes de la Universidad de Oxford que piden sacar del colegio Oriel la estatua de Cecil Rhodes (1853-1902), defensor de la política de expansión territorial del siglo XIX, por considerarlo un símbolo de racismo y del pasado imperial del país.

La vicerrectora de Oxford, Louise Richardson, advirtió del error de «ocultar nuestra historia» y pidió, en cambio, que los británicos «afronten su pasado y aprendan de él».

«Necesitamos entender esta historia y el contexto en que tuvo lugar y por qué la gente pensaba entonces de esa manera».

En la Universidad inglesa de Cambridge, activistas antirracistas que piden se retire un vitral conmemorativo del biólogo Ronald Fischer (1890-1962), hicieron este viernes pintadas en la entrada del colegio Gonville & Caius donde está ese cristal.

«La eugenesia es genocidio. Fisher tiene que caer», reza el mensaje, ya que el biólogo fue el fundador de la Sociedad Eugenesia de la Universidad de Cambridge y argumentaba que la población está dividida genéticamente entre personas inferiores y superiores.

Más al norte de Inglaterra, en Liverpool, la universidad de esta ciudad acordó la retirada de William Gladstone (1809-1898), un político liberal que en su día respaldó los intereses de los comerciantes de esclavos, entre ellos su padre, John Gladstone.

Para la historiadora Olivette Otele, de la Universidad de Bristol, la retirada de Colston puede dar una impresión equivocada de que los problemas raciales han desaparecido en el país.

«Lo que necesitamos es tener un fuerte diálogo y hablar sobre estas cosas porque si simplemente las sacamos (esculturas), entonces la gente pensará que este es el fin del racismo, la discriminación y todas esas cosas, (pero) todo esto seguirá una vez que las estatuas hayan sido retiradas».

Pasado colonial

Otro historiador, Simon Schama, se muestra, en cambio, a favor, por ejemplo, de tumbar la estatua de Rhodes en Oxford.

«Si por mi fuera, lo quitaría pero creo que el problema es que sería un espectáculo improvisado» y el debate debe centrarse en «por qué a esta gente se le hizo una escultura».

Además de colonizadores, se erige la estatua del político William Wilberforce (1759-1833), en Hull (norte de Inglaterra), que hizo una fuerte campaña en contra de la trata de esclavos, lo que llevó finalmente al Parlamento a aprobar en agosto de 1833 la llamada Ley de la Abolición de la Esclavitud, que puso fin a esta actividad en todo el Imperio Británico.

El caso de Floyd, no obstante, no es aislado. El Reino Unido pasó por un suceso similar en 2011 cuando el joven afrocaribeño Mark Duggan perdió la vida después de que la Policía le disparase en un incidente en el barrio de Tottenham (norte de Londres). Posteriormente se supo que Duggan no estaba armado cuando los agentes lo tirotearon.

Ese caso provocó protestas antirracistas y disturbios, con incendios en comercios, que se extendieron por varias ciudades y pusieron de manifiesto cuán dividida estaba la sociedad británica.

 

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