El experimento que comenzó en Crimea y ya se encuentra en Sudamérica y África

El Grupo Wagner y otros mercenarios ligados a Vladimir Putin ya están en al menos 30 países

Mercenarios del Grupo Wagner, alrededor de un centenar de ellos fueron desplegados para proteger al Nicolás Maduro, después de que Juan Guaidó fuese declarado presidente encargado por la Asamblea Nacional

El Grupo Wagner y otros mercenarios ligados a Vladimir Putin ya están en al menos 30 países
Efectivos del grupo mercenario cercano al presidente ruso, Vladimir Putin.

La influencia de Rusia se expande a nivel mundial, y no precisamente por su buena caridad.

Los ejércitos privados, como el Grupo Wagner, se han convertido en la herramienta perfecta de Rusia para expandir su influencia a nivel mundial.

Actualmente, hay presencia de mercenarios rusos en al menos 30 países de cuatro continentes, lo que demuestra la expansión de este fenómeno que tuvo como inicio el conflicto de Ucrania en 2014.

Aunque las empresas de mercenarios son técnicamente ilegales según la Constitución rusa, lo cierto es que se han convertido en un componente clave de la estrategia de «guerra híbrida» que viene llevando a cabo Moscú y ofrecen al presidente ruso, Vladimir Putin, un medio con el que «ejecutar sus objetivos políticos y hacer avanzar los intereses de seguridad nacional rusos en todo el mundo», señala en un reciente informe el Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

En general, según los autores de ‘Las guerras de los mercenarios de Moscú’, estas firmas de seguridad están en manos de oligarcas próximos al Kremlin, como es el caso del propietario del Grupo Wagner, Yevgeni Prigozhin, muy cercano a Putin y que es objeto de sanciones por parte de Estados Unidos.

Uno de sus principales cometidos es de apuntalar la política exterior rusa y ampliar su influencia a nivel mundial, puesto que gracias a los mercenarios Moscú puede apoyar a determinados países o socios.

Desde el punto de vista militar, dadas las capacidades de estos mercenarios (generalmente antiguos miembros de las fuerzas de seguridad), se puede reforzar a aliados, al tiempo que se establece presencia militar en escenarios donde no la había e incluso se llega a alterar el equilibrio de poder en determinados conflictos “mientras se mantiene un grado de negación plausible por parte del Kremlin», destacan los autores.

Además, los mercenarios son más prescindibles y su uso es menos arriesgado que el despliegue de soldados rusos, especialmente en caso de que mueran en combate o durante misiones de entrenamiento. Los efectivos de las empresas de seguridad se han convertido también en una fuente para recabar información de Inteligencia, además de poder llevar a cabo acciones encubiertas y actividades clandestinas, según el CSIS.

Entrenamiento apoyado por el Ejército ruso

Los contratistas de seguridad reciben entrenamiento antes de ser enviados al extranjero, en algunos casos incluso dentro de bases militares y con el probable apoyo del Ejército y los servicios de Inteligencia. Por ejemplo, según el informe, el Grupo Wagner forma a sus hombres en dos campamentos junto a una base de los servicios de Inteligencia (GRU) en Molkino, en la región de Krasnodar.

En algunas ocasiones, según el informe, los mercenarios vinculados a la GRU reclutan a activos humanos además de realizar labores de vigilancia y reconocimiento y llevar a cabo acciones de guerra política, sabotaje y otras misiones encubiertas.

Los mercenarios son igualmente desplegados para proteger infraestructura energética clave o minas tanto para los países anfitriones como para empresas rusas. Además tanto ellos como las organizaciones mediáticas ligadas a sus empresas ayudan a diseminar mensajes a favor de Rusia. En este caso, es particularmente famosa la ‘granja de trolls’ propiedad de Prigozhin, también sancionada por Estados Unidos.

De Ucrania a Venezuela

Ucrania fue el primer país en el que hicieron acto de presencia los mercenarios rusos. Antes de su papel central en el conflicto en la región de Donbás, todavía activo, ya estuvieron presentes en la anexión rusa de Crimea en marzo de 2014. Según el CSIS, en el momento álgido del conflicto entre los separatistas y las fuerzas ucranianas hubo entre 2.500 y 5.000 mercenarios rusos, incluidos del Grupo Wagner.

Su rol fue el de «desestabilizar y luego consolidar el control sobre Crimea y Donbás, lastrando y presionando a Kiev y sus aliados occidentales para que hicieran concesiones diplomáticas», todo ello «negando cualquier implicación oficial rusa», subrayan los expertos autores del informe.

Pese a ello, la contienda ha terminado por convertirse en un «conflicto congelado» del que no obstante Rusia ha podido sacar algunas lecciones que aplicar en otros escenarios.

Siria ha sido uno de ellos. Aquí, los mercenarios rusos han sido claves a la hora de apuntalar al régimen de Bashar al Assad y de frenar los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados. Además, han sido cruciales en la toma de yacimientos de petróleo, refinerías, plantas de gas y otras infraestructuras que estaban en manos de los rebeldes.

En el caso de Libia, el respaldo de los mercenarios no ha sido para el Gobierno reconocido por la comunidad internacional, sino para el general Jalifa Haftar, a cuyas fuerzas ha entrenado y apoyado en su ofensiva para tomar Trípoli. El papel de los entre 800 y 1.200 mercenarios, principalmente del Grupo Wagner, también ha incluido defender los intereses rusos en el país.

También hay presencia de mercenarios rusos en el África subsahariana. En RCA, han estado entrenando a las fuerzas de seguridad, además de proteger a su presidente, Faustin-Archange Touadéra, y las operaciones mineras. Mozambique ha sido, sin embargo, un fracaso. Los mercenarios del Grupo Wagner llegados para apoyar al Gobierno en su lucha contra los yihadistas en Cabo Delgado «tenían poca experiencia en realizar operaciones en los bosques y tuvieron dificultades para coordinarse con las fuerzas locales», según CSIS.

Llegados en septiembre de 2019, fueron reemplazados el pasado abril por mercernarios de la firma sudafricana Dyck Advisory Group.

Desde 2017 están presentes en Venezuela, que tiene en Moscú a uno de sus mayores aliados, para custodiar los intereses rusos y de sus empresas, entre ellas Rosneft. Además, desde enero de 2019, alrededor de un centenar de ellos fueron desplegados para proteger al Nicolás Maduro, después de que Juan Guaidó fuese declarado presidente encargado por la Asamblea Nacional.

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