El actual mandatario arranca la decisiva jornada de este 24 de abril de 2022 con una ligera ventaja en las encuestas

Elección presidencial en Francia: Macron y Le Pen se la juegan, con una ciudadanía poco entusiasta y la UE agobiada

Marine ha sido capaz de hacerse con los ciudadanos que antes apoyaban en bloque al Partido Comunista y a casi todos los que se sienten marginados económicamente, perjudicados por la desigualdad social y aplastados por la globalización

Elección presidencial en Francia: Macron y Le Pen se la juegan, con una ciudadanía poco entusiasta y la UE agobiada
Marine Le Pen y Emmanuel Macron. PD

Han empezado a votar los 49 millones de galos facultados para ello y todo el mundo, no sólo la Unión Europea, tiene los ojos fijos en la decisiva elecciones presidencial que se celebra este 254 de abril de 2022 en Francia.

Como hace cinco años, Emmanuel Macron parte como favorito para imponerse en la segunda vuelta de las presidenciales francesas.

Pero si su victoria era incuestionable en 2017, el avance de la derechista Marine Le Pen tiñe de cierta incertidumbre en el duelo de las urnas de este domingo.

Las urnas en la Francia continental abrieron a las 8 (hora local, 6 GMT) y se cerrarán 12 horas después, seguidas de proyecciones que suelen predecir el resultado con cierta exactitud.

Francia está pendiente de ese cara a cara, al igual que Europa, que en caso de sorpresa se vería privada de uno de sus principales valedores y viviría la llegada al poder de una euroescéptica al frente de su segunda economía y uno de sus motores junto a Alemania.

El veredicto está en manos de casi 49 millones de franceses al término de la campaña más indiferente, la menos apasionada, la que ha despertado menos interés de los últimos años, lo que augura una cifra de abstención que se codeará con las más altas de la historia.

Los focos estarán puestos en unos comicios que parten con un claro favorito pero no exentos de suspenso.

Aunque todos los sondeos auguran un triunfo de Macron, nunca antes habían situado tan cerca de la victoria a un candidato de la derecha sin remigos, que ha sido capaz de hacerse con los ciudadanos que antes apoyaban en bloque al Partido Comunista y a casi todos los que se sienten marginados económicamente, perjudicados por la desigualdad social y aplastados por la globalización.

En 2002, Jean-Marie Le Pen, el fundador del Frente Nacional, se quedó por debajo de un quinto de los votos con 5,5 millones de sufragios y quince años después su hija Marine, que lleva años lavándole la cara al partido, superó el tercio de las papeletas y los 10 millones de apoyos.

Si las encuestas no se confunden, este domingo superará el 40% y añadirá unos 6 millones de votantes a los de hace cinco años.

Marine ha conseguido convertir su movimiento en un partido más, limar al máximo los rechazos, redondear los ángulos más molestos y colocarse a las puertas del poder.

DEL BREXIT A TRUMP

Algunos sondeos le colocan en los límites del margen de error, al alcance de una sorpresa mayúscula que algunos comparan con la que tuvo lugar en el referéndum del brexit en el Reino Unido en 2015 o la elección de Donald Trump en Estados Unidos al año siguiente.

Como entonces, ninguna encuesta lo auguraba, pero sucedió, lo que justifica los llamamientos de Macron a evitar el exceso de confianza.

El tibio presidente ha visto como la reelección, que parecía un asunto casi cerrado hace un mes, le ha obligado a bajar a la arena electoral y pelearse con todas sus armas.

Cinco años marcados por las protestas de los chalecos amarillos, los rasguños de la pandemia y una inflación azuzada por las consecuencias de la guerra de Ucrania han mitigado sus logros económicos y han dado vida a su rival.

Agitar el espantajo de que llega la ‘ultraderecha’ ha dejado de ser una garantía de éxito porque buena parte del electorado, que ve como su vida cotidiana empeora, le ha perdido el miedo y los llamamientos de los otros partidos a bloquear su llegada al poder son más tibios que en el pasado.

TODAS LAS ARMAS

Enzarzado en el frente diplomático de Ucrania durante la primera vuelta, Macron se benefició del viento en popa de su estatura de estadista para acabar en cabeza, con el 27,8 % de los votos, más de cuatro puntos por encima de Le Pen.

Amenazado, el presidente bajó a la arena electoral y recorrió pueblos y ciudades con dos mensajes bajo el brazo: por un lado, intentar transmitir que amenaza una ‘ultraderecha, antisemita y pro-rusa’.

Por otro, lanzar guiños a los casi ocho millones de votantes que apostaron en la primera vuelta por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon.

Para ellos ha suavizado su reforma de las pensiones y ha puesto la ecología en el centro de su proyecto, lo que, según las encuestas le ha permitido convencer a dos de cada cinco.

El mismo cortejo al que les ha sometido Le Pen, autoproclamada portavoz del pueblo, candidata del poder adquisitivo y defensora de las causas de los más desfavorecidos, mensaje que ha calado entre capas bajas de la sociedad y un 20 % del electorado de Mélenchon.

La derechista ha puesto el acento en el rechazo que despierta Macron, en su “arrogancia” y la “altanería” con la que se dirige a los franceses, el presidente de las élites, alejado del pueblo, la baza con la que espera despertar a los abstencionistas que son los únicos que le pueden hacer protagonizar una enorme sorpresa electoral.

El líder de la extrema izquierda, Jean-Luc Melenchon, que obtuvo un ajustado tercer puesto en la primera ronda de votaciones el 10 de abril, se ha negado rotundamente a instar a sus millones de seguidores a que apoyen a Macron, al tiempo que ha insistido en que no deben emitir ni un solo voto por Le Pen.

Lo que está en juego es enorme, ya que Macron promete una reforma y una mayor integración de la UE, mientras que Le Pen insiste en que el bloque debe modificarse en lo que sus oponentes describen como un “Frexit” con otro nombre.

Macron también se ha opuesto amargamente a su plan de ilegalizar el uso del velo musulmán en público.

Si es elegido, se espera que Macron, en un gesto simbólico, se dirija a sus seguidores en el Campo de Marte, en el centro de París, a los pies de la Torre Eiffel.

Si gana Marine Le Pen, la tendremos hasta en la sopa.

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