Los altos precios de la vivienda dificultan mucho la situación

La solidaridad que había al principio con los refugiados ucranianos desaparece: tienen dificultades para encontrar piso

Esta bajada de solidaridad aparece en el momento más crítico

Refugiados ucranianos
Refugiados ucranianos PD

Ya han pasado dos meses desde que nos enteramos que Rusia comenzó a atacar al pueblo ucraniano.

Debido a esta invasión, cerca de 70.000 refugiados han llegado a España, repartiéndose entre Madrid, Barcelona y Alicante. Al comienzo del conflicto tuvieron lugar numerosas reacciones solidarias con el ciudadano ucraniano en el que se comprometían a ayudar en todo lo posible. Desgraciadamente, toda esa escalada de solidaridad fue decayendo hasta situarse donde nos encontramos ahora.

Llegan a España, donde son acogidos en hoteles bajo el cuidado del Ministerio de Inclusión, dejando atrás su vida. A pesar de que cuentan con ciertos apoyos y ayudas, son totalmente dependientes de las instituciones hasta que encuentren un trabajo estable. Solo en ese momento podrán seguir adelante de manera totalmente independiente.

Cuando llegan a España, los refugiados deben hacer frente a una cantidad desmesurada de problemas, como la búsqueda de una vivienda. Aseguran que esa tarea «está siendo imposible». Aseguran además que «con 1.200 euros como albañil no pueden pagar un alquiler en Madrid y nadie quiere alquilarle a estas personas».

Es por eso que comentábamos la bajada de interés en cuanto a lo que solidaridad con el prójimo se refiere, justo en el momento más delicado y crítico.

Según la técnico de acogida de refugiados, después de esa «primera acogida» pasan a una «segunda fase», cuando encuentran un empleo y deben salir de los hoteles y centros donde se hospedan para hacer frente a esa temida búsqueda de vivienda. 

El 61% de los refugiados ucranianos tienen estudios superiores y muchos de ellos poseen estudios universitarios. Llegan a España y lo único que encuentran son trabajos como albañil o mozo de almacén. Aseguran también que casi no hay particulares interesados en alquilar sus pisos a los refugiados. «Las opciones son mínimas, tienen que ser pisos entre 600 o 650 euros, y esto en Madrid es impensable», añaden.

Por si esto no fuera suficientemente complicado, los refugiados ucranianos no conocen el idioma español y no son capaces de comunicarse con las agencias encargadas de estas gestiones.

«Hay cláusulas abusivas, para un piso de 600 euros al mes y de 50 m² están pidiendo tres nóminas y que sean de 1.800 euros al mes», denuncia. «Y cuando les dices que es algo social, te dicen que no, que las condiciones son esas y ya está».

Además de los abismales precios del alquiler que no pueden afrontar familias con varios miembros y un solo empleo, otra complicación reside en que las aseguradoras de las viviendas no consideran las ayudas sociales anteriormente mencionadas como ingresos regulares.

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