La batalla por los estómagos de los egipcios enciende el ramadán

La batalla por los estómagos de los egipcios enciende el ramadán
Un hombre sostiene una soga mientras observa en pantalla gigante el juicio del expresidente Hosni Mubarak. EFE/Archivo

La batalla por conquistar el favor de la mayoría de los 82 millones de egipcios ha comenzado y en ramadán, meses antes de las elecciones, los partidos políticos juegan la carta de la caridad para ganarse los estómagos de los más humildes.

El fin del régimen de Mubarak dejó un vacío en El Cairo, donde en el mes de ayuno del ramadán las clases populares de Egipto disfrutaban de banquetes opíparos pagados por los principales hombres del régimen, que buscaban el favor popular.

Ahora, varios de estos magnates están en la cárcel pendientes de ser juzgados por apropiación ilícita de fondos, por lo que el número de mesas de la caridad, como se conoce esta práctica que data de tiempos del profeta Mahoma, se ha visto sensiblemente reducido.

Las decenas de partidos y organizaciones que quieren hacerse un lugar en el recién estrenado panorama político egipcio han tomado el relevo de aquellos millonarios, aunque, según dicen, han optado por los principios de caridad y humildad que predica el islam, frente a la ostentación de la era de Mubarak.

«Al antiguo régimen le gustaba hacer propaganda de las mesas de la caridad, pero nosotros preferimos hacerlo a escondidas porque sabemos que Dios es el que nos va a compensar al final», explicó a Efe el director de la organización Beit el Aila (Casa de la Familia), Mohamed Osman.

Esta entidad, que opera bajo el paraguas de los Hermanos Musulmanes, repartió a domicilio 50.000 raciones el año pasado y espera repartir hasta cinco veces más durante este ramadán.

La formación política de este grupo islamista, el Partido de la Libertad y la Justicia, es una de las grandes favoritas para los comicios legislativos previstos para noviembre.

Osman aclaró que su organización entrega las raciones «puerta a puerta para evitar la humillación pública de las personas que se ven obligadas a comer en las mesas de la caridad».

En cambio, el secular Partido de los Egipcios Libres, liderado por el magnate cristiano Naguib Sawiris, ha optado por centralizar sus actividades en una gran carpa e incluir conciertos, conferencias sobre religión y otras actividades culturales.

Ajenos a la lucha por el poder político, en el corazón del barrio de Giza, las pequeñas aportaciones de muchos vecinos hacen posible que cada día a la hora del «iftar», la comida que pone fin al ayuno en ramadán, los voluntarios repartan 150 raciones diarias entre gente que acude desde los barrios populares próximos.

Es uno de los raros momentos en que las calles siempre frenéticas de El Cairo se quedan en silencio y solo los voluntarios se afanan en entregar raciones de arroz con carne de ternera, «tahina» (salsa de sésamo), dulces y «karkadé», el tradicional zumo de flor de hibisco.

Uno de los organizadores de esta mesa de la caridad, el estudiante universitario Ali Shankafoli, habló del orgullo que sienten él y sus amigos por haber impulsado el proyecto.

«Estamos muy contentos porque detectamos una necesidad en el barrio, encontramos una forma de cubrirla y ahora la gente viene a nosotros cada día con una sonrisa», aseguró mientras contemplaba el ir y venir de los voluntarios, que repartían la comida en las mesas.

En el primer ramadán tras la Revolución del 25 de Enero, los organizadores de las mesas tradicionales ven con buenos ojos los esfuerzos de los partidos políticos para darse a conocer.

En la época de Mubarak, «el Gobierno solía difundir noticias que criticaban a otros partidos para abrir una brecha entre los egipcios y los líderes políticos», recordó Shankafoli.

Este joven, que participó activamente en las movilizaciones populares que terminaron con el régimen de Mubarak, agregó que «ahora la mayoría de gente odia a los partidos políticos sin saber nada de ellos» y valoró que «estos grupos están intentando reducir las distancias con los egipcios con este tipo de actividades».

Si la revolución ha traído a Egipto nuevas formas de practicar la caridad y vivir el ramadán, muchos todavía prefieren acudir a los lugares que ya conocen.

Sentada en un rincón algo apartado y rodeada de sus tres hijos, Amal Mohamed, contó que prefiere la mesa de Giza a que le traigan la comida a casa porque «aquí la gente es buena y, después de tanto tiempo, los niños ya han hecho amigos».

La complicidad se hace evidente al final del «iftar», cuando los pequeños abandonan sus juegos callejeros para alborotar entre las mesas y ayudar a recoger los restos de la comida.

El estudiante Samah Wegih, cristiano y voluntario en esta mesa, explicó que el ambiente de camaradería en el barrio está por encima de todo: «Yo espero el ramadán con más ganas que los musulmanes porque durante esta época del año Egipto está inmerso en un ambiente de unidad muy bonito».

Su amigo, el ingeniero Amr Ahmed, se mostró satisfecho porque ni la mesa ni su gente han sufrido cambios tras la revolución y afirmó que «el ramadán forma parte del alma de los egipcios, aquí nada cambiará aunque la revolución siga en marcha».

Por Laura Millan Lombraña

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