Fueron sometidos a torturas para que confesaran sus crímenes según Amnistia Internacional
Arabia Saudí hace oídos sordos a las organizaciones de derechos humanos.
El país de los pretrodolares, los cínicos y ‘piadosos’ emires, el velo a ultranza y el fanatismo musulmán ha ejecutado a los siete jóvenes condenados a muerte por robar en una joyería, pese a que cuando cometieron el delito, algunos de ellos eran menores.
Una condena que resultaría insólita en cualquier democracia occidental, donde no existe la pena de muerte para los adultos, y es impensable en la justicia de menores.
Los siete han sido ejecutados en la plaza pública de Abha. Al parecer, se les decapito con espada.
Fueron condenados a muerte por robar a mano armada en una joyería el año 2005. Amnistía Internacional asegura, citando a los afectados, que los jóvenes admitieron los delitos tras haber sido torturados.
Afirman que fueron golpeados, privados de comida y agua, obligados a permanecer sin dormir o de pie durante 24 horas y luego forzados a firmar sus confesiones», según indicó en un comunicado la organización pro derechos humanos con base en Londres.
El Gobierno de Riad ha rechazado insistentemente que las autoridades lleven a cabo torturas.
Los allegados y amigos familiares de los siete jóvenes afirman además que los condenados, menores en el momento del atraco, fueron obligados a confesar la autoría de otros crímenes no resueltos con los que no tenían nada que ver.
«La investigación estuvo llena de abusos que afectaron al juicio», explicó por teléfono a Reuters Mohammad al-Rabhan, un amigo familiar de uno de los sentenciados.
Sin embargo, la organización internacional solo consiguió retrasar una condena que la Sharia ha hecho inevitable.