El presidente de Egipto, Mohamed Morsi, ha rechazado en la madrugada de este 2 de julio de 2013 el ultimátum del Ejército, en el que le daba un plazo de 48 horas para atender las demandas de los manifestantes, y ha dicho que continuará con sus propios planes de reconciliación nacional.
La reacción se ha producido en una nota emitida nueve horas después, en la que el líder islamista afirma que «no ha sido consultado» sobre el comunicado de las Fuerzas Armadas y que su contenido puede «causar confusión en el complejo entorno nacional».
Las Fuerzas Armadas se habían mantenido en los últimos meses al margen ante las crecientes muestras de insatisfacción popular, pero este lunes ha vuelto a su papel de árbitro de la crisis, al dar a Morsi un plazo para satisfacer las demandas populares y anunciar que presentará una «hoja de ruta» para la nación, que se encargarán de imponer.
Las multitudes volvieron a reunirse en El Cairo después del anuncio televisado del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas egipcias, general Abdel Fatah al Sisi, gritando consignas como «el Ejército y el pueblo son la misma mano».
Horas después, las Fuerzas Armadas precisaron oficialmente que no pretenden dar un golpe de Estado sino presionar a los políticos para que logren un consenso.
Morsi queda en una compleja y débil situación. Cinco de sus ministros han dimitido, un día después de que millones de personas pidieran un cambio político este domingo, en el aniversario de la ascensión al poder del presidente.
No se veía una jornada de manifestaciones así en Egipto desde la revuelta de 2011, que acabó con 30 años de régimen de Hosni Mubarak.