El hallazgo en Siria de un ordenador portátil dispara todas las alarmas

El Estado Islámico quiere fabricar armas biológicas «para borrar a todos los infieles de la faz de la tierra»

Instrucciones sobre cómo atacar blancos multitudinarios haciendo uso de la peste bubónica, obtenida a partir de animales infectados

El Estado Islámico quiere fabricar armas biológicas "para borrar a todos los infieles de la faz de la tierra"
Armas químicas AP

El hallazgo en Siria de un ordenador portátil perteneciente a un miembro de Estado Islámico con información sobre la fabricación y efectos de armas biológicas, concretamente sobre el uso de la peste bubónica en atentados a gran escala, ha terminado por refrendar que el grupo terrorista lleva meses intentado potenciar su arsenal con armas de destrucción masiva amparado en un dictamen emitido por un clérigo radical saudí que ha aprobado el uso de las mismas para «borrar a todos los infieles de la faz de la Tierra».

DE UN INGENIERO QUÍMICO

La percepción de los expertos sobre la capacidad de Estado Islámico para fabricar armas biológicas ha cambiado con el paso de los meses.

Lo que en julio -cuando se conoció que el por entonces denominado ISIS había intentado llevarse restos de gas mostaza y gas sarín durante un asalto a un antiguo complejo de Sadam Husein- se consideró como un fenómeno preocupante pero aislado ha cobrado especial relevancia tras el descubrimiento del ordenador y los rumores sobre la identidad de su propietario: un ingeniero químico educado en Túnez.

«El ordenador de la perdición»

El ordenador, un portátil de la marca Dell, fue descubierto por un grupo rebelde moderado sirio el pasado mes de enero en un escondite del Estado Islámico situado en la provincia de Idlib, en el norte del país, pero no ha sido hasta hace unos días cuando un par de reporteros de ‘Foreign Policy’ pudieron examinar su contenido por primera vez -los rebeldes no lo habían encendido hasta entonces-.

El ordenador, que no estaba protegido por clave alguna, no parecía contener datos hasta que los reporteros activaron la posibilidad de identificar los archivos ocultos.

En ese momento se abrieron ante ellos 146 gigabytes de datos que comprendían 35.347 archivos distribuidos en 2.367 carpetas.

La mayoría contenían discursos yihadistas, vídeos del fallecido líder de Al Qaeda, Usama bin Laden, consejos para esconderse de las autoridades. Un pequeño grupo de archivos, no obstante, contenía información sobre la fabricación y uso de armamento biológico, en particular un documento de 19 páginas, en árabe, sobre cómo atacar blancos multitudinarios haciendo uso de la peste bubónica obtenida a partir de animales infectados.

Los arsenales de Sadam

La información del portátil se inserta en la estrategia del Estado Islámico para hacerse con material biológico de los arsenales de regímenes devastados por el conflicto armado.

Está el caso del asalto efectuado por los yihadistas el pasado mes de junio contra el complejo iraquí de armas químicas de Al Muthanna, a 70 kilómetros de Bagdad, donde accedieron a cientos de toneladas de gas mostaza y sarin, inservible en su mayoría.

Las instalaciones eran tristemente conocidas durante los años 70 y 80, cuando el fallecido dictador iraquí hizo uso de los materiales durante su campaña de extermino contra la población kurda que culminó en el ataque de Halabja que se cobró la vida de entre 3.200 y 5.000 personas en 1988.

Las instalaciones, en su apogeo, llegaban a desarrollar hasta 150 toneladas anuales de gas mostaza y fueron el escenario de un programa piloto para el desarrollo de sarín en 1984.

Cuando el Estado Islámico hizo acto de presencia en el lugar, las instalaciones se habían convertido, según un informe de la CIA recogido por el diario británico ‘The Telegraph’ en «un cementerio lleno de municion química contaminada y deteriorada, almacenada en estructuras devastadas por dos guerras y años de sanciones».

A pesar del precario estado de las instalaciones, Estados Unidos expresó su preocupación por el ataque, y reconoció que «algunos de los búnkeres contenían grandes cantidades de munición química y otros materiales químicos industriales altamente peligrosos».

La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, restó importancia a la magnitud del asalto.

«No creemos que el complejo contuviera materiales químicos para uso militar y, en caso contrario, su extracción habría sido muy difícil, por no decir imposible, pero nos preocupa cualquier incursión del ISIS en un complejo de semejante envergadura», declaró Psaki.

Con la misma cautela se expresó ante el diario británico el ex comandante británico Hamish de Bretton-Gordon, del regimiento de armas químicas.

«Dudo mucho que el ISIS tenga los conocimientos para hacer munición química pero hay ciertos materiales que podrían ser empleados para fabricar un artefacto explosivo casero. ISIS ha utilizado materiales químicos en atentados en Irak, y ha realizado algunos experimentos en Siria», destacó.

El director del Centro de Estudios para Amenazas Asimétricas de Suecia, Magnus Ranstorp, considera que «la gran dificultad que entrañan esa clase de armas es que hay que acompañarlas con un sistema de distribución funcional que permita matar a mucha gente».

Sin embargo, el experto reconoció ante ‘Foreign Policy’ que «la capacidad para producir este tipo de armamento entra dentro de las posibilidades del Estado Islámico».

Masacres a bajo coste, justificadas

El portátil incautado pertenecía a un individuo tunecino identificado como Mohamed S., estudiante de química y física en dos universidades del noreste de Túnez y en paradero desconocido.

El documento sobre armas biológicas hallado en su ordenador relata que «la ventaja» de este tipo de material «reside en que no cuesta demasiado dinero, pero el número de fallecidos que puede causar podría llegar a ser enorme».

En las 19 páginas del documento se incluyen instrucciones para expandir en forma de arma la peste bubónica. «Cuando el microbio es inyectado en pequeños ratones, los síntomas de la enfermedad deberían comenzar a aparecer en las siguientes 24 horas», apunta el texto.

En los archivos se encuentra también un edicto religioso o fatua que «legitima» el uso de armas de destrucción masiva por parte del Estado Islámico. El decreto, muy conocido entre los yihadistas, fue proclamado en 2003 por el clérigo yihadista saudí Nasir Al Fahd, actualmente en prisión.

«Si los musulmanes no pueden detener a los kafir (los no creyentes), está permitido emplear armas de destrucción masiva, aunque los mate a todos y borre a sus descendientes de la faz de la Tierra»,

según la fatua, en la que también se amparó la organización terrorista Al Qaeda en sus iniciativas para obtener armamento nuclear.

 

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