Los terroristas islámicos, que parecían invencibles hace escasamente una década en Oriente Medio, tenían a Europa asustada y amenazaban cada poco con reconquistar Al Andalus en la Península Ibérica, han demostrado ser mucho más estúpidos, incompetentes y atolondrados de lo que hasta sus enemigos imaginaban.
No son los únicos imbéciles, ajenos a la realidad y al peligro.
La amenaza de recuperar Al-Andalus, España, es algo «culturalmente genético» a los musulmanes.
En el caso concreto de España, no hay real integración y crece rápido problema de las segundas y terceras generaciones de musulmanes, como ya ocurrió en otros países de Europa.
Asistimos a una remodelación de Oriente Medio, donde nada es lo que parece. Y esa remodelación nos afecta.
Las amenazas sobre Europa son antiguas y provienen incluso de una organización con la que parece que simpatizan muchos españoles y partidos de izquierda, como es Hamás, la sección ideológica de los Hermanos Musulmanes en Palestina.
Es un tema recurrente, culturalmente genético, consustancial al islam ortodoxo.
La estupidez europea no acaba de ver que nos han declarado la guerra.
Y el Gobierno Sánchez, como antes el de Zapatero, promueve el recuerdo de los almorávides y almohades y el mal llamado diálogo de civilizaciones.
Y los musulmanes piensan que nosotros tenemos el reloj, pero ellos tienen el tiempo.
El afán de revancha contra Occidente, forma parte de un imaginario histórico.
Ellos no aceptan que estén donde están. Además, no existe integración. La segunda y tercera generación de los musulmanes en Europa ha fracasado, por errores nuestros y por la ideología de ellos.
Y ese problema va a estallar pronto en España, como lo hizo en Francia o en Gran Bretaña.
¿Es el Corán el gran problema? ¿Es un libro que puede leer todo el mundo? Hay pasajes que hablan de violencia y de exterminación del enemigo.
Quizá habría que preguntarse qué hay en él que incita a miles de jóvenes a tomar el camino del yihadismo.
Europa está embarazada no tanto del islam como del islamismo, y la única solución es aligerar demográficamente el continente de una gente que nos va a traicionar.
El problema es que ya son europeos. La penetración del islamismo entre los jóvenes europeos me parece más preocupante que la amenaza del Estado Islámico.
Y los conversos son los peores, porque necesitan demostrar que están integrados en su nueva religión.
