El presidente Erdogan asegura que mantendrán la 'cabeza fría como nación' y promete luchar para acabar con los atentados terroristas, que buscan «crear el caos» en Turquía
El año 2017 ha empezado en Turquía con una nueva matanza terrorista.
Un fanático mató al policía de la puerta y entró a la 1.45 de la madrugada, hora local (23.45 en la España peninsular) en la elitista sala de fiestas Reina en Estambul, junto al Bósforo.
Desde la entrada, asesinó con un fusil kalasnikov a 39 personas, disparando a quemarropa a unos, rematando en la cabeza a otros y soltando ráfagas cortas de vez en cuando. Todo hasta que acabó la munición.
El terrorista, que dejó detrás a otros 69 heridos, y que no iba disfrazado de Santa Claus como originalmente se dijo, escapó sin problemas del lugar consumada la carnicería. El criminal dejó abandonada su arma.
«El terrorista accedió a la discoteca tras neutralizar con su fusil al policía que controlaba la puerta principal y matar a un civil antes de acceder a la sala y atacar a personas inocentes», ha explicado el gobernador de la metrópolis turca, Vasip Sahin.
Se trata del vigésimo que ha sufrido Turquía en el último año.
En el momento del atentado había más de 500 personas en la sala de fiestas.
Numerosos asistentes saltaron a las gélidas aguas del Bósforo para salvar sus vidas
El atacante iba disfrazado de Santa Claus, y en un primer momento, por error, los medios turcos mencionaron que eran hasta cuatro terroristas vestidos de esta guisa.
En las primeras listas filtradas sobre la nacionalidad de las víctimas extranjeras no aparece la española ni ninguna otra europea. Principalmente se trata de ciudadanos de países árabes.
Las autoridades libanesas y familiares confirmaron que al menos dos ciudadanos de esta nacionalidad murieron y siete resultaron heridos en el atentado. Entre las víctimas mortales hay también dos indios, tal y como informó el Gobierno de este país. No obstante, todavía quedan víctimas por identificar.
El Reina es un bar exclusivo donde acuden famosos y la élite secular turca, por lo que las medidas de seguridad suelen ser estrictas, pero en esta ocasión fallaron.
Las autoridades turcas habían cancelado varios festejos públicos por el año nuevo debido al alto riesgo de ataques terroristas, que se ha intensificado por la ofensiva de Ankara en la ciudad siria de Al-Bab, uno de los enclaves del Estado Islámico (ISIS).
Sólo en Estambul, unos 17.000 policías fueron desplegados, algunos precisamente disfrazados de Santa Claus o vendedores callejeros, para prevenir ataques.
Este nuevo ataque contra la élite liberal turca es característico del ISIS, y coincide con un nuevo mensaje del líder del grupo radical islamista, Abu Bakr al-Baghdadi, publicado la semana pasada, para atacar objetivos en Turquía.
Las autoridades religiosas turcas habían prohibido celebrar el año nuevo por no ser una festividad musulmana. A mediados de diciembre, un policía fuera de servicio asesinó al embajador ruso en Ankara clamando venganza por las víctimas de Alepo, en Siria, aunque ningún grupo ha reivindicado este acto.
En vísperas de Navidad, el Estado Islámico publicó un vídeo de dos soldados turcos quemados vivos que ha sido censurado por las autoridades turcas.
Un periodista del Wall Street Journal en Turquía que compartió en Twitter imágenes gráficas fue detenido por supuesta divulgación de propaganda terrorista.
El dueño del club, Mehmet Koçarslan, aseguró al mismo diario que los servicios secretos estadounidenses ya habían avisado de posibles ataques una semana antes y que se habían tomado medidas adicionales de seguridad a orillas del Bósforo.
Esta información ha llevado a algunos a realizar comentarios polémicos. Es el caso del diputado del islamista y gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), Samil Tayyar, quien a través de las redes sociales culpaba al propio Barack Obama del atentado.