Este sábado, 19 de julio de 2025, la figura de Hikmat al Hijri se ha convertido en símbolo de la conexión entre Oriente Medio y Sudamérica.
Su vida, marcada por la diáspora drusa y el cruce de culturas, ilustra cómo una minoría religiosa puede tejer lazos sólidos más allá de sus fronteras tradicionales.
Analizar quiénes son los drusos y su historia en Venezuela ayuda a entender la relevancia política y espiritual de al Hijri en el complejo escenario sirio actual.
Hikmat Salman al-Hijri nació el 9 de junio de 1965 en Venezuela, donde su padre trabajaba temporalmente.
Pronto regresó a Siria con su familia, completando allí sus estudios y formándose como abogado en la Universidad de Damasco.
En 2012, tras la muerte accidental de su hermano Ahmed, asumió el liderazgo espiritual de los drusos sirios, un cargo hereditario en su familia desde el siglo XIX.
Su mandato ha estado marcado por divisiones internas: una parte del clero druso lo respalda, mientras que otra responde a los jeques Hammoud al-Hinnawi y Youssef Jarbou.
Al principio, al Hijri fue visto como cercano al régimen de Bashar al Assad. Sin embargo, con el estallido del conflicto sirio y la represión violenta contra manifestantes, muchos drusos exigieron una postura más clara frente al poder.
En 2021 vivió un episodio tenso cuando fue insultado por un alto mando militar del régimen durante una llamada telefónica sobre un detenido, lo que provocó protestas masivas en As-Suwayda. Desde entonces, ha adoptado un tono crítico hacia la permanencia de Assad, pidiendo soluciones que eviten una partición nacional y permitan el retorno de desplazados.
¿Quiénes son los drusos y dónde están?
Los drusos son una minoría religiosa con raíces en el islam ismailí pero con creencias propias. Surgen a principios del siglo XI en Egipto y rápidamente se expanden por el Levante. Hoy suman cerca de un millón de personas:
- Más del 50% vive en Siria (principalmente As-Suwayda)
- Unos 300.000 residen en Líbano
- Alrededor de 150.000 están en Israel (incluidos los altos del Golán)
- Comunidades más pequeñas existen en Jordania y la diáspora (especialmente Sudamérica)
Son conocidos por su fuerte cohesión interna y lealtad a sus líderes religiosos, que ejercen gran influencia política. Tradicionalmente han sido pragmáticos: han pactado tanto con regímenes árabes como con Israel para protegerse ante persecuciones o cambios bruscos de poder.
La diáspora drusa y Venezuela: un vínculo inesperado
La migración drusa a América Latina empezó a finales del siglo XIX y principios del XX debido a crisis económicas y persecuciones políticas en el Imperio Otomano. Muchos buscaron oportunidades en Argentina, Brasil y Venezuela. En este último país se estima que viven varios miles de descendientes drusos. Mantienen asociaciones culturales activas y vínculos familiares estrechos con Oriente Medio.
La historia personal de Hikmat al Hijri es reflejo directo de este flujo migratorio: nació mientras su padre trabajaba temporalmente en Venezuela. Aunque volvió a Siria siendo niño, ese episodio familiar muestra cómo la diáspora ha influido incluso en las élites religiosas orientales.
En Venezuela, los drusos han prosperado sobre todo en el comercio y profesiones liberales. Han construido templos propios —llamados khalwas— y conservan parte del idioma árabe y tradiciones ancestrales. A menudo participan activamente en organizaciones interreligiosas locales.
El papel actual de Hikmat al Hijri
En medio del caos sirio contemporáneo —con As-Suwayda sumida este mes en protestas graves contra el deterioro económico— la voz del jeque al Hijri es vista como moderadora pero también defensora férrea del pueblo druso ante amenazas externas e internas. Recientemente condenó lo que llamó una “campaña genocida” contra los drusos tras ataques armados sufridos en su región.
Los drusos temen verse atrapados entre facciones islamistas radicales o fuerzas progubernamentales hostiles a su autonomía tradicional. Por ello valoran líderes capaces de dialogar tanto con Damasco como con actores internacionales, incluidas delegaciones rusas o mediadores occidentales.
Perspectivas: ¿cómo evolucionará esta conexión?
El caso de Hikmat al Hijri anticipa posibles puentes diplomáticos o culturales inéditos entre Venezuela —y por extensión Latinoamérica— y las comunidades levantinas. La diáspora podría jugar un papel clave como mediadora informal ante crisis regionales o iniciativas humanitarias.
A corto plazo, la estabilidad del liderazgo espiritual druso dependerá tanto de su capacidad para resistir presiones internas como para gestionar alianzas externas sin perder legitimidad entre los fieles locales ni entre sus parientes latinoamericanos.
Mientras tanto, la comunidad drusa venezolana observa con atención los acontecimientos sirios: cada giro político tiene eco directo entre familias separadas solo por océanos pero unidas por lengua, fe e historia compartida.
En definitiva, la historia personal e institucional de Hikmat al Hijri revela cómo incluso las minorías más aisladas pueden tejer redes globales inesperadas, fusionando realidades tan dispares como las montañas sirias y las ciudades venezolanas.
