No más Mentiras

Antonio García Fuentes

«Vacaciones legionarias»

Vacaciones “legionarias”

Se supone que las vacaciones (largas o cortas) se idearon y sirven para “descansar”, para como se dice en el argot popular, “para cargar las pilas, para reponerse del absurdo y terrible estrés que ha marcado el denominado “progreso”; para ese reposo anímico que necesita nuestra alma o espíritu; para pensar tranquilamente en esas inquietudes que bullen, o que incluso atormentan, “al mono humano”; y que en ese reposo, pueden encontrarse nuevos caminos o soluciones; en definitiva para “crecer más en lo más importante de esta existencia y que es, “ser más, en vez de tener más, si ya tiene uno lo necesario para vivir”; puesto que el que no lo tiene, “seguro que no puede permitirse el lujo de esas vacaciones”. Pero no, y por ello he titulado “legionariamente”; puesto que en el ejército, y en general, todo son prisas; te tienen siempre en movimiento y cuando no, en ejercicios militares, donde abundan las marchas, marchas ligeras, o incluso las marchas forzadas y cargados con todos los utillajes y pertrechos que debe llevar un soldado”; y como lo viví en la mili; sé de lo que hablo, puesto que en esas marchas militares no puedes detenerte, “si te mueres de sed” y hasta que el jefe de la columna, no grita la ansiada palabra de… ¡Alto!
Bueno, pero no es así, pero sí de forma parecida; algunos o mayoría de “veraneantes, siempre van de prisa y corriendo”; parece como si no hubiesen superando el veneno de las prisas en la sociedad que viven y que dicen es moderna; ese veneno ya crónico lo han de practicar por inercia; cosa que incluso han inoculado en los niños; y como estoy en zona vacacional, lo estoy viendo con una profusión que ya me hace reír.
Veo, al adulto y antes de que salga el Sol, cargado con sombrillas, sillas y otros elementos para “disfrutar en la playa”; ir corriendo, para poner todo ello y “clavarlo como estacas que marcan una propiedad privada”; lo más cerca del mar, para disfrutar esa preferencia; luego se marcha a su domicilio tan contento de haber conseguido lo que quería; pero como esas orillas son de dominio público, luego vienen las discusiones, incluso “peleas de gallos”; por cuanto otro, las ha quitado y se ha puesto él, “con sus aparejos”. Al final se va formando, tal aglomeración de seres humanos, que aquello se convierte en una especie de, “inmenso rebaño de focas o morsas”, las que como sabemos, se reúnen en enormes cantidades, por cuanto así se defienden mejor como especie, de sus predadores y que de ellas se alimentan. No se guardan las distancias mínimas y se llega, a que aparte de oír lo que unos y otros hablan; también puedes disfrutar de “los olores que desprenden, ellos o los alimentos que lleven”; por todo ello, dejé hace mucho tiempo de ir a la playa en tiempos de estas invasiones; y como madrugo todo el año, aquí me sirve para ver el mar de cerca, pero sin pisar arenas; puesto que el paseo marítimo de aquí, está tan cercano al mar, que desde el mismo puedes disfrutar tanto de sus vistas, como de sus susurros o violencias, puesto que el mar y como cuerpo vivo que es; “nunca es el mismo y en su movimiento continuo se muestra de mil formas y maneras, así como de infinitas tonalidades de colores, pero siempre maravilloso; por todo ello cuando lo nombro o escribo, suelo decir “el padre mar”, puesto que sus aguas preñan la tierra, para que ella y como madre nos dé lo que nos da y sin lo cual no podríamos vivir”.
Pero a esa horas del amanecer, los veraneantes duermen o “descansan”, si es que muchos pueden descansar, puesto que para ellos las noches deben ser “inquietas”, por los excesos de comida y bebida, amén de “otros anexos”; y todo ello, aporta “pesos poco llevaderos”; pero cuando “el hormiguero” se pone en marcha, surgen las prisas en todo y para todo; todo el mundo va de prisa; en la tienda de alimentación, en la panadería, en cualquier lugar siguen las prisas por llegar o salir antes que el prójimo. Las bicicletas o incluso algunas motocicletas o los modernos y peligrosos “patines eléctricos”, abundan y circulan a velocidades temerarias, no solo en las calles del lugar, sino igualmente en el paseo marítimo y lugares reservados a los peatones. En general, “casi todo el mundo” y aun andando, va apretando botones en su modernísimo teléfono, con el que cree que, “va a dominar el mundo”, sin darse cuenta que esos artilugios ya son nocivos por las enfermedades que producen y los altercados; pero es lo moderno, “lo que hay que llevar y mostrar, sin el nuevo juguete se consideran de inferior clase social”.
En fin, que por todo ello y más, yo procuro “buscar”, los rincones o sitios abiertos pero poco frecuentados; y allí, reposo viendo el espectáculo que bulle a mi alrededor; y algunas veces, tengo la suerte de encontrar a algún otro viejo como yo y hablamos de lo que siempre hablan los viejos, sin prisas ya que los inquieten, o sea hablamos de “lo que siempre hablan los viejos que tienen algún caletre… “del pasado y del presente, del futuro e incluso de la muerte; del tiempo que hace y de la perra vida que al parecer, siempre a habitado en este perro mundo”. De los políticos también se suele hablar, pero con el desprecio que merecen, por tal y como obran en general.

Antonio García Fuentes
(Escritory filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más) y
http://www.bubok.es/autores/GarciaFuentes

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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