No más Mentiras

Antonio García Fuentes

VIAJE A PAÍSES ALPINOS XIII

VIAJE A PAÍSES ALPINOS XIII

Así y después de comer, pasamos a tomar café en la cafetería del hotel y a sentarnos en cómodos butacones instalados en estos amplísimos salones, donde (qué duda cabe) me fumo plácidamente un largo «puro canario», lo que hago en un determinado lugar, el que está presidido por dos grandes óleos, uno representando al Emperador Francisco José y el otro a su esposa («Sissí») el uno ya viejo (anciano) lo otra joven y en toda su plenitud… «parece ser como si ambos me mirasen»… ¡Qué cosas se me ocurren, entre las volutas de humo, que se desprenden del puro!.
Ya en nuestra habitación, observamos por la ventana (que da a la calle) que ha empezado a nevar, culmina así este día gris y frío, que venía anunciando ello desde esta mañana. Seguirá nevando durante toda la tarde y parte de la noche, pero ello es lo normal aquí y ahora y por ello, no hay que preocuparse.
A las 19 horas volvemos a nuestro autocar, el que nos aguarda a pocos metros de la puerta del hotel; lo realizamos con dificultad por culpa de la nieve, iremos a cenar a un típico restaurante vienés. Las calles ya están blancas por la nieve, es por lo que no podremos ir a la prometida visita a la «dorada estatua de Strauss, Rey del Vals» (Johann Strauss Jr.) la que se encuentra en el Cementerio Central (Panteón de los músicos célebres) y la que tiene un encanto especial iluminada en la noche; y donde la foto es obligada como recuerdo de Viena, en fin… «otra vez será».
A pesar de que la ciudad está preparada para la nieve y los servicios municipales funcionan correctamente, echando arena en sus calles, tardamos más de una hora en llegar a nuestro destino, son por tanto las 20,10 h. cuando llegamos a un embarcadero del Danubio, donde se encuentra amarrado (mejor dicho, «anclado») un barco-restaurante, al que dificultosamente subimos, tras recorrer un respetable trecho y bajar una larga escalinata (hay alguna caída, sin consecuencias, afortunadamente) todo lo cual está copiosamente nevado y bastante resbaladizo.
Curiosamente el barco lleva por nombre el de… «Johann Strauss» y el que aceptablemente acondicionado, nos ofrece una «regular cena», incluso mal servida (ni han puesto pan ni nos han servido agua, pese a haberla pedido al camarero). Cena que nos amenizan un pianista y un violinista, cuyo acompañamiento musical entra en el precio del cubierto o menú, lo que no insta para que luego al terminar esta cena, presenten «discretamente» a la salida… una bandeja petitoria de propinas o dádivas generosas. Mientras hemos cenado, el barco ni se ha movido del muelle, cosa que nos sorprende a algunos (quizá ingenuos) que esperábamos un paseo por el Danubio, mientras duraba la cena, tal y como se hace en otras muchas ciudades que cuentan con servicios parecidos; pero no, aquí impera lo estrictamente «comercial», por lo que nos sirven la cena con rapidez o prisas y sólo estamos allí una hora o poco más, cosa que de haberlo sabido yo, «no nos cogen en este engaño».
En parte, la prisa también obedece a que tenemos «pagada» una visita a la denominada «Torre del Danubio» (que es en realidad donde teníamos pagada la cena) donde se nos ofrece una panorámica nocturna de la ciudad; pero como sigue nevando, «la panorámica» no es posible, si bien hemos subido a la torre (torre para los servicios de T.V. y radio, similar a la denominada «Pirulí» de Madrid) subida que se traduce a un rapidísimo, «subir y bajar», ya que por imperativo del horario de los empleados que «atienden los servicios de la torre», incluso se nos llegan a apagar las luces estando ya en la plataforma, a la intemperie y a 150 m. de altura; explicándosenos que ya es la hora de cerrar la torre y nos han dejado subir (pagando su importe, claro está) casi de favor. Mejor ni hubiésemos ido (seguía nevando y pudimos tener incluso algún lamentable accidente) puesto que todo ello fue absurdo y debió decirlo el guía y «retornarnos el dinero pagado»; pero es claro que «el agente-guía español», no renunciaba a sus ganancias. Tomamos todo esto con filosofía y con, «el puro cachondeo español», subimos de nuevo al autocar y volvemos a recorrer de regreso las calles nevadas y en las que seguía cayendo nieve con cierta abundancia. Al paso, pudimos ver «el esperpéntico espectáculo de una prostituta», que envuelta en un grueso abrigo de pieles, abría éste para mostrar al posible cliente… «sus más íntimos encantos carnales»… pobre mujer (pensé) aquel oficio y en aquella noche de frío y nieve.
Pese a este desafortunado final, nos hemos despedido de nuestro guía Eulalio, con un fuerte aplauso, puesto que este hombre se ha esforzado todo cuanto ha podido y por ello, quedamos muy satisfechos de sus servicios profesionales. Le he prometido enviarle mi poesía «Hombre y Mujer», escrita en 1977 y publicada en 1986 en mi libro, «Pensando en…Andalucía», en la que «algo se dice, de lo que este hombre ha contado, sobre estos adultos de hoy, que ni quieren engendrar, ni parir». Igualmente le he dejado guías y folletos turísticos de mi ciudad y provincia, como suelo hacer con los guías de habla española, en mis viajes al extranjero; ya que es una forma de que sepan algo de «quienes somos y de dónde venimos»; y qué duda cabe que esto es positivo.
Casi a las doce de la noche volvemos al hotel y lo hacemos muy decepcionados, ya que inteligentemente pensando, no mereció la pena salir del hotel, por cuanto ha acaecido gracias a… «los elementos»; y menos mal que no ocurrió nada digno de mención, pese a que dos señoras del grupo, tuvieron otras tantas y aparatosas caídas, que pudo costarles caro.
Ya en nuestra habitación, hacemos el equipaje, puesto que mañana habrá que madrugar aún más, por si acaso la nieve nos entorpeciera el viaje que habremos de realizar hasta…Salzburgo. terminado de recoger el equipaje nos acostamos cuando ya son casi la una de la madrugada.
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Día 21 de noviembre: suena el teléfono y nos despierta a las seis treinta de la mañana, ya es de día, me asomo a la ventana y miro a través de la misma para comprobar si sigue nevando o ha nevado más a lo largo de la noche; efectivamente, aún cae la nieve y ella ha embellecido todo el entorno que puedo apreciar desde mi mirador. Nos aseamos con rapidez, cogemos el equipaje y recorremos los pasillos, «del laberinto hotelero» y bajamos a desayunar. A las 7,30 estamos subiendo al autocar bajo la nevada que continúa; minutos después y ya rodando por las calles de la ciudad, podemos observar «una Viena totalmente nevada y «blanca»; y por tanto se nos presenta con una belleza acrecentada por la luz de esta mañana y la limpieza del ambiente».
Durante una hora, va a nevar a intervalos y dejar de hacerlo en otros; pero como lo ha hecho muy abundantemente, veremos bosques y campos totalmente cubiertos y engalanados con, «este puro manto de microscópicas estrellas de hielo», lo que hace a algunos compañeros/ras del grupo, pronunciar exclamaciones de asombro, al ver esas maravillas «heladas», desconocidas para nosotros meridionales y acostumbrados a climas totalmente diferentes y por tanto a muy diferentes paisajes. La autopista que por la que circulamos, se nos ofrece limpia de nieve y por tanto transitable (reitero que los servicios públicos de carreteras funcionan bien) pese a ello el autocar tiene que circular a velocidad moderada. Encontraremos un accidente, un automóvil se ha salido de la carretera aparatosamente y permanece con las cuatro ruedas «para arriba» en el arcén de la autopista, quizá por circular a demasiada velocidad, pero al parecer este accidente lo ha sido sin víctimas (está siendo atendido por personal y vehículos oficiales, del eficaz servicio de carreteras).
Desde que salimos de Viena han transcurrido ya casi dos horas, nos encontramos a unos 70 km. de la ciudad de Linz, ha desaparecido la nieve, la que hemos dejado tras de nosotros, ya no hay nieve por los campos que atravesamos; el cielo se nos muestras con claros y nubes y «nos sale el Sol con timidez»; más adelante se nubla de nuevo e incluso encontraremos niebla. Vuelve a nevar de nuevo y vuelve a «salir el Sol con más fuerza»; y ya nos va a acompañar a lo largo de todo el día, lo que resultará mucho más espléndido para nosotros, puesto que con su luz nos va a permitir seguir disfrutando del bellísimo paisaje, de estos bosques, campos y montañas, los que en mayoría vamos a ver totalmente cubiertos por amplia capa de nieve y la que nos acompañará hasta las mismísimas calles de Salzburgo, las que vamos a encontrar…convertidas en un verdadero frigorífico natural, debido al intenso frío reinante en ellas.
Seguimos «rodando» bastante bien en esta red de cuidadísimas autopistas, que «traemos» desde Francia, ya que incluso en ellas y para evitar ruidos y molestias a las poblaciones o núcleos habitados (por cuyas inmediaciones o límites cruzan) tienen colocadas altas vallas (pantallas o barreras) anti-ruidos, para que el fragor de estas carreteras no moleste la intimidad ciudadana de estos habitantes, cosa esta a destacar y felicitar como merece (estas barreras las he visto instaladas en Francia (algunas incluso artísticas o de grueso cristal transparente) Austria y Suiza (en Italia y España, no).
Nos detenemos quince minutos en un área de servicios de la autopista; en la que lo hacemos lleva de nombre el de «Strengberg», donde realizamos unos necesarios y variados «servicios personales» y en la que algunos viajeros del grupo, disfrutan tirándose mutuamente «pelotas» de nieve y jugando con ellas como «niños» y pese al intenso frío reinante.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí más temas)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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