No más Mentiras

Antonio García Fuentes

VIAJE A PAÍSES ALPINOS XVI

VIAJE A PAÍSES ALPINOS XVI

A las 15,15 h. estamos entrando en la capital del Tirol (Innsbruck) y lo hacemos con sol y sin nieve, que incluso hemos dejado muy atrás en los campos y la que tampoco encontramos en la ciudad, salvo en las altas montañas que «cierran» este valle y en las que sí que se aprecia gran cantidad de nieve, si bien no hay ni una sola nube en las alturas, por lo que incluso podemos apreciar ciertas lejanas instalaciones, que deben ser estaciones de alta montaña y donde indudablemente, se estará esquiando en estos momentos.
Nuestra guía dirige el autocar y nos lleva en primer lugar, a las instalaciones deportivas, donde se celebraron hace solo unos años, dos olimpiadas de la nieve o «juegos de invierno», pudiendo llegar en autocar hasta muy cerca de las mismas y recorriendo a pie el resto, hasta llegar donde están instalados los «famosos anillos olímpicos» y las grandes planchas de bronce, donde constan los nombres de todos los ganadores de las diferentes pruebas celebradas en los ya referidos juegos «mundiales»… Desde esta soberbia atalaya, tomamos diferentes fotografías y podemos apreciar aún mejor este valle y sus grandes montañas, totalmente blancas por la nieve y las que aún iluminan el sol en sus crestas o altas cumbres.
Regresamos donde nos aguarda el autocar y al paso, visitamos una gigantesca estatua, dedicada a un «héroe tirolés», cuyas gestas nos relata Teresa. Se trata de la dedicada a Andreas Hofer y la que conmemora las luchas por la independencia del Tirol… «nacionalista», que trajo en jaque al «Imperio»; y el que murió fusilado, por querer la independencia de su país.
De allí bajamos a ver algunas iglesias, algunas de las cuales mantienen anexo el cementerio parroquial; aquí también son abundantísimos los templos del rito Católico, puesto que Teresa nos asegura que existen treinta y seis iglesias del citado rito, amén de dos más «protestantes». Visitamos algunos monumentos y el palacio imperial, así como «el famoso tejadillo de oro», la Torre de la ciudad, catedral de Santiago, etc.; todo lo cual sólo vemos por fuera, mientras oímos las explicaciones que nos va dando Teresa.- De esta forma, paseamos por las calles de esta pequeña ciudad, «cortada en dos» por el río «Inn» (del que toma el nombre) y que cuenta con algo más de cien mil habitantes y la que posee una universidad, «enorme» por la cantidad de estudiantes que a ella acuden y que nuestra guía asegura suman más de treinta mil… cae la tarde y enseguida la noche y con ellas… «cae un frío enorme» y que baja de las nevadas montañas, el que por su intensidad nos resulta muy desagradable, puesto que es agravado por un tenue vientecillo que nos penetra… como si viniese «cargado de agujas heladas». Se nos da una hora de tiempo libre, para que recorramos libremente el centro de la ciudad, «a nuestro aire».
El grupo se disgrega y mi esposa y yo marchamos solos; queremos llamar por teléfono y lo hacemos en una cabina, después Ana compra algunas cosas típicas, entre ellas, dos preciosos llaveros fabricados con un célebre cristal (Swarovski), cuyas factorías radican aquí y con cuyo material «semi-precioso», realizan verdaderas maravillas innumerables artistas y artesanos especializados (se exporta mucho al extranjero) también compramos un sombrero tirolés, encargo que nos hizo nuestra hija menor… y luego paseamos y visitamos algunos comercios y grandes almacenes, los que «bullen» por la gran afluencia de clientes que compran ya… «lo de Navidad»; así hacemos tiempo hasta que por fin… «muertos de frío, subimos de nuevo al autocar», el que nos lleva de inmediato al hotel.
Llegamos casi a las siete y por tanto ya muy entrada la noche, al denominado «Austrotel-Innsbruck», el que se trata de un edificio de cuatro plantas, estilo «tirolés» y que está instalado a las afueras de la ciudad. La apariencia del mismo es atractiva, si bien nos han asignado una habitación en la planta baja, en la que al entrar, notamos está «helada», puesto que tienen cerrado el paso de la calefacción que alimenta el único radiador… ¡qué falta de consideración hacia unos viajeros, que tienen reservadas y pagadas por anticipado sus habitaciones, en un país tan frío como este…! Incomprensible este proceder, que se repite en todas las habitaciones, como luego comentamos entre los compañeros del grupo… y como la temperatura de la calefacción, más bién es baja, pues no llegaremos a «entrar en calor en toda la noche». Yo me recupero del frío, dándome un baño de agua caliente, que sí que hay abundante (menos mal).
Cenamos aceptablemente y nos acostamos temprano, puesto que mañana repetiremos el horario de salida y marcharemos en dirección a la cercana Suiza. De cualquier forma el día (para mí) ha sido muy positivo…»yo he aprendido mucho y a ello es a lo que vengo, principalmente».
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Veintitrés de noviembre… empezamos a vivir un nuevo día.
El teléfono nos despierta a la misma hora de ayer, efectuamos nuestro aseo, desayunamos y a las siete y treinta y cinco, nuestro autocar emprende de nuevo la ruta; ha helado muy intensamente esta noche, ello se nota en la fuerte escarcha que cubre los campos que rodean Innsbruck; el chófer comenta que ha oído decir en el hotel, que la pasada noche se han registrado temperaturas de más de diez grados bajo cero. Hay brumas en el cielo y como es lógico… sigue haciendo mucho frío.
Rueda nuestro autocar por los alrededores de Innsbruck y en breve tomaremos la dirección de Ginebra, ciudad suiza que será nuestro destino de hoy y que dista unos seiscientos kilómetros.
Sobre la neblina que flota encima de los campos y laderas montañosas, «nos sale el Sol» y éste ilumina las montañas que nos rodean, o mejor dicho… ilumina las crestas de la mismas y sus cotas más altas, así podemos ver en toda su intensidad, los picos nevados, en un espectáculo de sol, nieve y cielo azul, que resulta bellísimo en su conjunto… son las siete cuarenta y cinco, cuando nos adentramos en la autopista.
Sigue sin haber nieve en todos estos valles por los que discurre la carretera, luego más adelante sí que la encontraremos en otros, que indudablemente están a más alto nivel de altitud, pero a pesar de ello, parece ser que vamos a tener un día «de suerte» y el buen tiempo nos va a acompañar en gran parte del mismo, donde va a lucir el Sol en su plenitud y por tanto, seguiremos viendo estos cielos de un azul «especial».
Todos estos valles están cultivados con intensidad y los bosques cubren las laderas de las montañas hasta casi sus cúspides. Por descontado que cada valle tiene «su río» y el que discurre con abundantes y limpísimas aguas; existen muchas viviendas, las que en mayoría están diseminadas por las zonas cultivadas de estos valles, por ello los núcleos principales o municipios, suelen ser pequeños, destacando en ellos las esbeltas torres de sus iglesias, las que suelen ser muy puntiagudas y con «muy afilados campanarios, que apuntan hacia el cielo». Cruzaremos a través de innumerables túneles de diferente longitud, algunos de más de cinco kilómetros de recorrido, destacando sobre todos ellos, el considerado «mayor» (creo que es el más largo de toda Europa) y el que como todos, lleva un nombre… éste es el denominado de, «Arlberg» y cuya longitud es de casi diecisiete kilómetros, concretamente 16,800 y el que perfora una cadena montañosa cuya denominación es la de, «Vorarlberg»; este es de los de peaje y por tanto antes de entrar hay que pagar el canon establecido.
Cuando salimos de este larguísimo túnel (el que como todos, tiene, amplios servicios de escape, socorro y ventilación, amén de buena iluminación) son las 9,15 h. y de inmediato encontramos muy abundante nieve, la que cubre todo el valle y llega hasta el borde de las abundantes aguas que discurren por sus partes más bajas; parece ser como si a través de este túnel… «hubiésemos entrado en el corazón de Los Alpes».
Son las diez de la mañana, cuando llegamos a la frontera de Liechstenstein, pequeño país independiente, regido por un príncipe de igual título (es por tanto, «un principado y también un paraíso fiscal») pero cuyas fronteras vigilan y cuidan funcionarios del Gobierno Helvético; así pues, son gendarmes suizos los que nos revisan los pasaportes (lo que hacen, subiendo directamente al autocar y realizándolo todo con gran rapidez) dejándonos entrar en este pequeño país de habla alemana, cuya extensión es sólo de ciento sesenta kilómetros cuadrados; y cuenta con alrededor de veintiocho mil habitantes, siendo su moneda el franco suizo y su religión, católica en mayoría (90 % y resto de protestantes).
Pasada la frontera nos detenemos en este puesto fronterizo, ya que hay viajeros que quieren cambiar moneda y otros necesitamos buscar unos aseos. Yo entro en unos servicios públicos, donde hay hasta «calefacción» y son… «hasta gratuitos».
Todo está cubierto por la nieve; seguimos viaje y nos vamos a detener en la capital de este Estado (Vaduz) donde permanecemos unos treinta minutos y en la que a pleno sol, tomamos algunas fotografías o entramos en algún café, o damos un pequeño paseo (cada cual según ha creído oportuno de como emplear su tiempo).
Son aproximadamente las once, cuando reemprendemos nuestro viaje y lo hacemos ahora en dirección a Berna (capital de la «Confederación Helvética»(Suiza); ciudad no prevista en nuestro itinerario, pero la que vamos a poder ver y visitar, puesto que vamos muy bién de tiempo esta mañana y turísticamente, es mucho más interesante que en la que pernoctaremos esta noche.
Berna es algo así como «la síntesis de toda esta confederación de cantones suizos»; y quizá por ello la eligieron como capital, de este complicado y muy próspero país, el que no tiene ni idioma propio (se habla alemán, francés e italiano y ello dependiendo de la región) ni muchos «prejuicios»… ni tampoco está (o ha estado) ligado a «todas las alianzas que han asolado el mundo con sus guerras»; de ahí esa prosperidad y esa paz interior, que mantienen desde hace bastantes siglos, cosa felicitable por demás, ya que hay que reconocer lo bién gobernados que siempre han estado los suizos, pese a que allí, «no votaban la mujeres»…?
A medida que vamos penetrando en Suiza, se van ensanchando los valles, los que llegan a ser amplísimos y con grandes llanuras. En estos valles no hay nieve, ni al parecer en estas tierras del fondo hace mucho frío; quizá porque al ser amplias «hoyas» resguardadas por altas montañas, el Sol es recogido con gran intensidad por estas enormes «calderas naturales»; y todo ello repercute en la fertilidad de estas tierras, en las que incluso vamos a encontrar algún rebaño de ovejas pastando tranquilamente en ellas y a algunos caballos, realizando igual cometido, si bién a estos últimos los han cubierto en sus lomos con amplias telas, mantas o «gualdrapas». Destaco todo ello, por cuanto desde que entramos en los Alpes italianos, hasta este preciso momento, no recuerdo haber visto «ni un caballo, ni una vaca, ni una oveja», por lo que deduzco que estas ganaderías, en ésta época están todas bien resguardadas en los establos.
También estamos viendo lagos con cierta profusión, puesto que en este recorrido abundan los mismos y que son de «todos los tamaños imaginables» y entre los que destaca el mayor de todos, o sea el «Lemán» y el que bordearemos desde Lausana hasta Ginebra, si bién este último apenas si veremos por cuanto nos cae la noche, apenas llegar a las inmediaciones del mismo.
Va transcurriendo el tiempo y en el transcurso del mismo, pasamos por Zurich y otras importamos ciudades; a las 13,30 h. estamos entrando en Berna, dejándonos el autocar en un lugar céntrico de la ciudad, puesto que bajamos «a las puertas del Hotel Metropol», el que está situado en el centro de la antigua ciudad; Berna está nevada, si bién no con intensidad. Se nos conceden dos horas de tiempo libre, por tanto cada cual las emplearemos según nuestros gustos y preferencias.
Mi esposa y yo, de inmediato marchamos a realizar lo principal a esta hora del día, o sea comer; entramos en un restaurante italiano, situado en la calle central (calle porticada en ambas márgenes y cuyo nombre desconozco) y cercano a la famosa torre del «reloj astronómico». Decidimos este establecimiento, más por la facilidad de entendernos en su idioma, que por otra causa.- Afortunadamente y nada más tomar asiento en el mismo, nos atiende un camarero español (es gallego) nacido en Vigo, el que amablemente nos traduce la carta y nos facilita la elección del menú; comeremos bién y tomaremos café, todo ello a precios bastante altos y ello debido al… «alto nivel de vida que existe en Suiza y que repercute en todo cuanto se compra y se vende».
Este camarero que dice estar ya harto de hablar alemán, se muestra con nosotros bastante conversador y es claro que disfruta enormemente hablando con nosotros un idioma común (1) y nos dice, entre otras muchas cosas, de incluso su vida privada… «la crisis económica ya se nota en Suiza, si bien él se gana aquí la vida «muy bién» y que «sueña en algún día no muy lejano… volver a su querida Galicia» y allí disfrutar la casa que ya tiene y que ha conseguido, precisamente… con lo que aquí ha ganado y ha sabido ahorrar (haciendo enormes economías, esto no lo dice él, lo afirmo yo) a lo largo de los ya más de veinte años que lleva trabajando aquí y los que aún le quedan; y en los que piensa seguir ahorrando todo lo suficiente para «volver sin problemas»…? Firmemente deseo lo consiga este «hombre vital».
Después de comer, realizamos un paseo por este centro ciudadano, en el que observo gran movimiento comercial, por la gran afluencia de público que hay en el comercio; tomo alguna fotografía y regresamos al mismo lugar donde nos dejara el autocar. A las 15,40 h. reemprendemos el viaje, lamentando lo poco que hemos podido ver de Berna, pero el tiempo apremia.
Rodamos ya por la autopista y en breve, empezarán a aparecer de nuevo, los campos nevados con mayor o menor intensidad; pronto nos empieza a anochecer y caen unas brumas que apenas nos van a dejar ver nada; pasaremos por los alrededores de Lausana y alrededor de las 18 h. estamos llegando «a las puertas» del Hotel «d’Auteuil», el que se encuentra en Lausana y muy cercano a la Plaza de «Cornavin», por tanto bastante céntrico de la parte de la ciudad, que está a «éste lado del lago».- Afortunadamente el hotel está muy bién acondicionado y es de construcción y estilo moderno.

(1) Mientras nos habla, sonrío «interiormente» y me acuerdo de las «polémicas» o «aldeanismos» de catalanes, vascos e incluso gallegos, con su idioma y defensa (e imposición) a ultranza de éste… «luego fuera de la aldea y del país… incluso de la nación o naciones, al final es el Español (que no castellano) el que nos une y si no es así… aquí delante de mí tengo la prueba fehaciente», de la realidad que por sí misma se abrirá camino. Por otra parte, debo decir que, vengo notando y en este viaje mucho más, el que se habla mucho más español en el extranjero y ello es bueno, muy bueno para nuestro idioma y cultura «mundial»… y al decir ello, me viene a la memoria, mi primera visita a Alemania (1977) y las enormes dificultades para podernos entender allí, pese a que fuimos a grandes ciudades del «Rín» y el «Mein».

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí más temas)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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