No más Mentiras

Antonio García Fuentes

VIAJE A PAÍSES ALPINOS y XVIII

VIAJE A PAÍSES ALPINOS y XVIII

Hemos llegado a Barcelona, alrededor de las veinte y quince y tras atravesar la ciudad, llegamos a donde se encuentra nuestro hotel. Se trata del «Hotel Almirante», situado en la Vía Layetana de esta ciudad condal, de la que poco vamos a ver, puesto que llegamos rendidos, tomaremos las habitaciones, descansaremos todo lo posible (es un buen hotel) y luego saldremos a cenar «algo ligero» en lugar cercano al hotel, acostándonos temprano, puesto que mañana nos aguarda la etapa final del viaje y en la que recorreremos alrededor de novecientos kilómetros. Es muy pesado viajar así, pero… «indudablemente se ve mucho más, sobre todo aquel que sabe mirar con atención, todo cuanto pasa ante sus ojos»… esto puede compensar muchas veces, aunque luego en otras… «uno lamente cien veces el haber emprendido un viaje en el que casi cada día, se recorren medio millar de kilómetros», pero «hoy el turismo es así».
Como quiera que venimos «hambrientos, de Francia», pese al cansancio, salimos a la calle y como «puerta con puerta» y junto a nuestro hotel, existe un bar-restaurante (cuyo nombre es «El Reloj») terminamos entrando en él y lo hacemos tras un largo paseo por los alrededores, lo que hemos realizado debido a la temperatura tan agradable que esta noche hace en Barcelona.
Entramos mi esposa y yo (luego nos seguirán gran parte de los componentes de nuestro grupo) y allí tomamos un par de cervezas «al grifo» y unas tapas, lo que nos va a servir de cena y lo que nos va a «sentar muy bién», puesto que ya nos encontramos en España y terminaremos satisfechísimos, yo incluso tomando un par de copas de buen «cava español» y fumando mi segundo cigarro puro, hablando amigablemente, tanto con mis compañeros de grupo, como con el propietario y empleado de este establecimiento, al igual que con algún cliente, sin que en ningún momento hayamos oído palabras en «catalán»; y pese a encontrarnos en el centro de «la capital catalana»… ¿respeto, cortesía… o es que en Cataluña se habla bastante menos catalán del que se dice en la prensa y que incluso crea polémicas, como las que actualmente hay?… no lo sé, pero lo que cuento lo viví y fueron más de dos horas en aquel céntrico y bastante concurrido establecimiento hostelero, en el que me sentí satisfecho al igual que si hubiese estado en cualquier otro lugar de España… ¡Oh España!… ¡Qué malísimos políticos tienes… casi siempre!
Nos retiramos a dormir y lograremos hacerlo felizmente en este confortabilísimo hotel barcelonés.
Es de noche cuando nos despiertan en este jueves veinticinco de noviembre, son las seis treinta y yo ya me encuentro metido en la bañera y dándome un reconfortante baño de agua caliente, que me prepare para el largo viaje de hoy. Tanto mi esposa como yo hemos dormido muy bien; recogido el equipaje, bajamos a desayunar, siendo de los primeros en hacerlo y por ello me da tiempo suficiente para salir a la calle y dar un paseo, mi esposa prefiere quedarse en el hotel.
En la calle hace una temperatura ideal, se nota que nos encontramos en la «España mediterránea»; acaba de amanecer, miro y veo volar en el cielo a las gaviotas y aprecio en las calles la febril actividad de la Barcelona «fabril» o industrial; adquiero un diario de tirada nacional («ABC») puesto que llevo doce días sin apenas «saber nada de España»; y curiosamente, no echo de menos ello. Tristemente en la portada del diario ya viene resumida la información nacional… «en España las cosas económicas y sociales siguen mal… los gobiernos socialistas, aquí tampoco funcionan bien», aunque por otra parte, parece ser (a mí me lo parece) como si, «todos los sistemas» hubiesen fracasado ya en este pobre mundo y consciente o inconscientemente; ya estemos caminando hacia «otros nuevos», los que por otra parte ni se aprecian en el horizonte…?, hay gran incertidumbre, entre tanta podredumbre y tanto sinvergüenza como hay en la política y a todos los niveles… ¿el pueblo?… ¡pobre «res»!.
Por fin emprendemos nuestra última etapa y «a bordo de nuestro autocar», siendo las ocho y cinco de la mañana salimos de la puerta del hotel y reemprendemos el viaje de regreso.
El tiempo se nos muestra entre claro y nublo, ha llovido esta pasada noche, se nota en las mojadas calles; más adelante y en algunos lugares encontraremos cierta cantidad de neblina; más entrada la mañana aclarará e irá mejorando el día a medida que avanzamos hacia el Sur, hasta quedar totalmente raso y el Sol lucirá con todo el esplendor con que suele hacerlo en el Levante y Sur español… ¡Ah mañana, que feliz seré (pienso) cuando pasee por mi vieja ciudad!… mucho más antigua en la historia, que casi todas cuantas hemos visitado en este viaje, puesto que tiene más de dos milenios datados en la historia del hombre «europeo». Sonrío mientras pienso lo que antecede y me viene al recuerdo lo que hace bastante tiempo oí contar a un viejo arriero, el que se ganaba la vida con una reata o recua de burros de carga y el que me aseguraba que… «los burros de carga andaban más de prisa en el último acarreo del día y ya de regreso al abrevadero, a la cuadra y al pesebre». Sonreía aquel viejo arriero, al contar como aquellos animales, «corrían ligero en busca de la paz de su hogar y pese a que esa carrera se producía cuando más cansados estaban del duro trabajo cotidiano al que eran sometidos».
Creo que a los humanos, nos ocurre muchas veces lo mismo que a aquellos burros de aquel viejo arriero.
Prosigue nuestro viaje y no ocurre nada importante que contar, salvo que llevamos más de seis mil kilómetros recorridos, la mayoría de ellos por vías de la Europa de allende Los Pirineos; y no hemos tenido que detenernos por motivo de «obras en carretera», sin embargo en la carretera que va de Valencia a Madrid y entre Utiel y Motilla del Palancar, nos detienen porque hay obras en la carretera y permanecemos inmóviles… «nada menos que treinta minutos»… «España es diferente»…?.
Sobre las tres de la tarde nos detenemos en un lugar a caballo de la carretera y cuyo nombre es «Graja de Iniesta» y que pertenece a la provincia de Cuenca, núcleo habitado que está situado ya en las llanuras de la Meseta Inferior de Castilla. Este lugar está dotado con diferentes restaurantes y en los que suelen comer los camioneros. Entramos en uno de ellos y allí -por fin- «comemos a la española».
Mi esposa y yo tomamos unos entremeses de embutidos y queso «manchego», de primer plato espinacas con jamón y huevo, y de segundo, unas riquísimas chuletas de cordero «a las ascuas», regado todo con «vino tinto de la tierra»; y tomando de postre un flan «casero»; después café y… «es claro que yo enciendo un cigarro puro», el que me fumo plácidamente y el que «me sabe muy bien y pese a cuanto prediquen los no fumadores, o fumadores ya reconvertidos»… Quedaré tan bien alimentado y tan satisfecho, que luego ni cenaré en mi casa, ni me fumaré mi segundo puro «del día»…»del tabaco no se debe abusar».
Cuando salimos al exterior ya se nota «el frío de la meseta», si bien este nos resulta un soportable «fresco», comparado con el que hemos soportado días atrás en Los Alpes, el que algunos días (nos lo asegura nuestro guía) ha llegado hasta los dieciséis grados bajo cero…?.
Son las 17,45 h. cuando reemprendemos viaje y un poco después «giramos» dejando esta carretera en Motilla del Palancar, tomando otra que nos llevará hasta Manzanares, en dirección Oeste… y ello me va a permitir «degustar» la enorme belleza de una maravillosa puesta de Sol, en esta gran llanura donde solo existen los relieves que aportan las grandes extensiones de, «cepas de vid y algunos dispersos olivos».
Este bellísimo espectáculo durará más de media hora y en este tiempo… «el espíritu vuela en pos de esos tenues reflejos de luz crepuscular, los que para mí, representan siempre… un mensaje de paz y esperanza divina»… ¿porque será? Observo que a algunos viajeros no les agrada «el espectáculo»; y la verdad no lo comprendo… «pero ya se sabe que en gustos…?
Nos detendremos pasado Manzanares en un establecimiento de carretera, para allí «estirar las piernas» y tomar algo quien desee hacerlo (yo no) y proseguiremos viaje, el que terminará felizmente.
Cuando llegamos «a las puertas de mi ciudad» (Jaén) son ya las 21,20 horas, pregunto al chófer, si lleva anotado o sabe la longitud del recorrido total y afortunadamente me lo dice.
Hemos recorrido seis mil ochocientos cinco kilómetros, más los que hemos realizado a pie en las visitas turísticas. Venimos (al menos yo) «molidos» por el ajetreo de tan largo viaje, pero yo vengo satisfecho y contento… «he visto y oído mucho y se un poco más».

F I N

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí más temas)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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