No más Mentiras

Antonio García Fuentes

VIAJE A LONDRES y VII

VIAJE A LONDRES: y VII

Ya en el incomparable “Museo Británico” y dentro del mismo.
He permanecido tres horas recorriendo salas y con la celeridad propia a que las circunstancias me obligan, puesto que para ver este museo se necesitan semanas y por descontado… saber bastante bien el «idioma nativo». Debido a ésta celeridad empleada por mí y con el interés de observar todo cuanto pueda… «mi esposa me abandona a mitad de camino»… se queda sentada en un lugar bastante cercano a una de las salidas, diciéndome que, «ella ya no pueda más»; y que si bien, comprende mi interés en ver «tantas antigüedades», ella prefiere esperarme sentada… «a que yo me canse o termine mi visita y vuelva con ella»…?
He podido recorrer (gracias a un plano que llevo) todo lo dedicado a Egipto, Mesopotamia, Imperios Romano y Bizantino, Islas Británicas y «poco más» (me encuentro con que hay muchas salas cerradas por diferentes circunstancias). Describir todo lo visto, ni es posible ni yo sabría hacerlo, por lo que desisto, puesto que ha llegado un momento en que me he sentido «borracho» de ver tanto y tan variado. Todo se encuentra muy bien instalado o acondicionado, e igualmente, muy protegido y vigilado (en todas las salas hay personal de vigilancia y debidamente uniformado) pero he de volver a decir, «lo de antes», o sea que si no se domina el idioma inglés pues…?
Regreso donde se encuentra y me espera mi esposa (Ana) y vengo con los pies «que me arden» (existe una muy buena calefacción en el museo); mi mujer me mira y sonríe. Seguidamente salimos al exterior y tras descansar un poco en los bancos que existen (muy abundantes) en la entrada principal, tomamos un taxi y regresamos al hotel donde comeremos cómodamente sentados en su restaurante; posteriormente pasaremos a uno de los salones del mismo y arrellanados en amplios sillones allí instalados, tomaremos «él te de las cinco»; y yo degustaré tranquilamente un cigarro puro.
Nada más haremos hoy salvo descansar y yo tomar notas y escribir, por si posteriormente ya en mi casa, decido seguir con… «mis relatos turísticos». Y así terminamos el día.
Y «nos amanece nuestro cuarto y último día en Londres»; el que se desarrolla de la siguiente manera.
Tendremos «todo el día libre»… hasta las dieciséis horas treinta minutos en que vendrá a recogernos un autocar que nos transportará hasta el aeropuerto; así pues, desayunamos tranquilamente, dejaremos los equipajes depositados en «el almacén de recepción»; y nos preparamos a disfrutar de éstas últimas horas en la capital británica. El día ha cambiado totalmente y se nos muestra bastante frío y desapacible; pese a ello tomamos un taxi que nos dejará en «Oxford Street», lugar céntrico y de abundantísimo comercio y donde mi esposa quiere realizar algunas pequeñas compras, las que destinará como obsequios para la familia, en especial «los nietos».
Deambularemos por ambos lados de «tan famosa calle londinense», durante tres larguísimas horas y comprobamos que efectivamente, «en esta calle se puede comprar casi de todo», puesto que desde el quiosco o puesto ambulante que vende «cualquier cosa»; hasta los grandes almacenes «Selfridges» y otros similares, pero «menos grandes», el comercio es variadísimo y muy colorista, ya que son abundantes igualmente los comercios (y viandantes) regidos por asiáticos, africanos, caribeños y otros muchos tipos más o menos exóticos, o extravagantes («hay de todo») y por ello… «el sólo ver y observar a las gentes, ya es para mí un nuevo atractivo a destacar», ya que… «Esto es una especie de Babel»… con la excepción de que aquí, «no existe la confusión de lenguas de que nos habla la Biblia»… «aquí sólo se habla inglés».
Como antes indiqué, el día es desapacible y hace frío; una neblina cubre el cielo de Londres y ésta, no deja pasar los rayos solares, por lo que no resulta agradable estar en la calle y pese a que hemos tomado medidas oportunas y vamos bien abrigados. Por lo antes dicho y efectuadas las compras que portamos incómodamente, terminamos éste deambular bastante cansados; así pues tomamos seguidamente un taxi (son abundantísimos y resulta facilísimo éste servicio, ello hay que destacarlo) y regresamos al hotel para «reponernos por lo que luego nos puede esperar».
Tras recuperarnos bastante, salimos del hotel y efectuamos la comida «del medio día español» en un cercano restaurante.
A las 16,30 h. nos viene a recoger un microbús, el que tras dos largas horas de rodar por… «Londres y alrededores», nos deja en el aeropuerto de «Gatwick».
Sí, han transcurrido ciento veinte minutos desde que salimos del hotel; por tanto en los aproximadamente cincuenta kilómetros que hemos recorrido… «al paso de tortuga», hemos tardado más que en el vuelo Madrid-Londres. Pero nuestras contrariedades no han terminado aún, ya que la salida del vuelo de la «British Airways» (anunciado para las 19,50 h.) se nos dice que tiene una hora de demora; por tanto si ello se cumple… «habremos invertido cuatro horas y media, desde que salimos del hotel hasta ese preciso momento, en que el pájaro metálico a reacción… levante el vuelo». Luego el retraso se amplía en veinte minutos más.
Al fin nos encontramos aposentados en el avión… «Un poco apretados, pues ya no resulta cómodo éste medio de transporte en muchos de sus vuelos» (la competencia entre las grandes compañías de transporte aéreo, ha obligado a aumentar en demasía los asientos en éstos aviones y por otra parte existen abandonos, algún pasajero va demasiado oprimido por avería de su asiento (cuando sirven la cena no puede usar la mesa extensible); en el mío el posa brazos izquierdo está suelto).
Pero todo se acepta y por fin a las 21,10 horas («de Londres») «el aparato levanta el vuelo sin novedad alguna». Pero como el horario inglés (ya lo dije) lo tienen fijado una hora menos que «en el Continente», cuando llegamos al aeropuerto de Madrid, son las O,15 h. del veinte de marzo y aunque los trámites de salida y recogida de equipajes resultan bastante rápidos, cuando -por fin- nos acomodamos en un nuevo microbús (que afortunadamente viene equipado con buena calefacción) que nos transportará «a casa», ya son pasadas «la una de la madrugada» y la atmósfera no nos es muy propicia… «llueve un poco sobre Madrid y alrededores». Por todo ello cuando por fin llegamos a nuestro destino, son pasadas las cuatro treinta de la madrugada y obviamente regresamos cansadísimos; «los microbuses no son aptos para realizar viajes de cientos de kilómetros»; pero a ver… «las cosas son como son y no como uno las desearía».
Pero de cualquier forma o manera, yo regreso satisfecho de éste viaje a la capital de «la Rubia Albión»; puesto que he visto más de lo que yo deseaba ver en Inglaterra; y he estado en un lugar que me atraía conocer «en su salsa» y ya lo he realizado, aprendiendo en ello algo más y sobre todo… «el no volver al Reino Unido de la Gran Bretaña… salvo que aprenda el inglés».
FIN

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí más temas)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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