No más Mentiras

Antonio García Fuentes

Dos huevos fritos: Un manjar y económico

Dos huevos fritos: Un manjar y económico

Sí; dos huevos de gallina, fritos con aceite de aceituna (mal denominado de oliva) y no otro, u otra grasa cualquiera; acompañado de unas abundantes láminas o rodajitas de ajo, fritas antes en igual aceite y tostadas éstas; sabiendo mantener la cantidad de aceite y éste en su temperatura idónea, (“no es fácil freír un huevo como dice el necio dicho popular”) logrando que la clara salga compacta y no quemada, la yema líquida… “esos dos huevos fritos son una obra maestra de la gastronomía y que ya la presencia y el aroma que desprenden, estimulan todas las apetencias de a quién guste de este plato; que es plato de rey, como más adelante diré”. Servidos ya en la mesa, recién sacados de la sartén, con un buen “chorreón” del aceite de la misma; con un buen y tierno pan de harina de trigo; y si se acompañan con unas “pocas” papas o “patatas fritas a lo pobre, o al montón”; y éstas llevan al lado, unos pocos pimientos verdes, tiernos y de tamaño pequeño; fritos en el mismo aceite, con “su rabo” y rajados por la mitad; calentito todo ello y junto a los huevos; y “el salero”. A su lado un “regular” vaso de vino, para saborearlo poco a poco y “sorbito a sorbito”, mientras se come; y sea ese vivo tinto, o blanco fino de Andalucía, donde hay muchos blancos y tintos; estos a temperatura fresca, no fría en exceso; y comerlo todo como se debe; sin cubierto y sólo “sopeando”, con sopas; llegando si procede, hasta chuparse los dedos; es manjar insuperable; y como plato único, seguro que deja saciado a cualquiera que “sepa comer”; y que no sea muy bruto comiendo. De postre una manzana asada y quitado el corazón antes de ello; y el hueco, rellenarlo a gusto del consumidor; “piñones, canela, licor, miel, algo de azúcar, “u lo que sea”; así, terminas como yo terminé ayer mismo… “feliz y contento; y durmiendo en el sillón, al arrullo de los ruidos de la televisión, que en estos casos, hace de nana maravillosa; cantada por un hada”. Por descontado que antes de dormirme, di mis más expresivas gracias a la señora que me cuida la casa en mi viudez (“Pepi”) y con la que estoy satisfecho, puesto que es, una, “señora ama de casa y de las que hoy hay pocas, muy pocas”; la juventud como en tantas cosas, quiere lo moderno; aunque ello sea muchas veces, basura, o “más que basura”.
Dicho ello, paso a relatar, otros episodios en los que “aquellos huevos”, fueron escasos o incluso ausentes en demasía; y algunos, “comidos miserablemente, debido a las miserias de un progenitor; y también de las miserias de épocas muy duras, transcurridas en aquellos años “cuarenta”, tras la terrible guerra civil española, pero en los que también, se asolaba medio mundo y en él ocurrían cosas terribles, culminadas con los bombardeos atómicos de las dos, “terriblemente famosas, ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki”.
En uno de esos casos y yo como protagonista y con edad de cinco años o cosa así; “conocí aquellos huevos”, en casa de una parienta acomodada, puesto que en aquellos tiempos, tener dos docenas de cabras y media docena de gallinas, era algo que en inmensa mayoría de españoles pobres, ni lo podían soñar siquiera; aquella mujer y sabiendo mi estado de orfandad; algunas veces, al ir a verla, al marchar, me entregaba un huevo, con la recomendación siempre, de que… “no lo rompas y que tu abuela te lo avíe”; no rompí ninguno de aquellos escasos huevos, y efectivamente, mi muy querida abuela, “me lo aviaba” y generalmente me lo comía frito, “yo sólo”, y aquello, sólo lo puede valorar quién pasara aquellos “años del hambre en España”, y donde el pan blanco era desconocido en la mayoría de hogares españoles, “y el negro o moreno, lo teníamos racionado, mediante cartillas oficiales, que nos lo asignaban fijando el peso diario y en gramos correspondientes a cada individuo”. Yo aún guardo mi cartilla de racionamiento, y seguro que no la vendería por nada del mundo… “hoy no paso hambre, al contrario, “el médico me dice que coma poco y ande mucho”, que son las dos medicinas que hoy recetan los médicos, para casi todas las enfermedades”…?
Y he dicho que aquellos huevos me los comía yo sólo; puesto que sé y por cuanto me lo confesó el interesado; que en una familia, que “también tenía, gallinas, cerdos, cabras y algunas tierras”; el muy económico (avaro o miserable) cabeza de familia, cuando tocaba comer huevos; a este conocido y a su hermana, ambos ya “zagalones y trabajando todo cuanto podían en la propiedad familiar”; les freían un huevo, igualmente de gallina, pero habían de comerlo entre los dos, mojando pan en el mismo y supongo que en el no muy abundante aceite; y ambos han llegado a viejos, puesto que yo cumplí ya ochenta y uno, y ellos tienen algunos más; también y como yo prosperaron mucho en la vida, y desde hace muchos años… “les sobran huevos”.
Y finalmente relato los huevos que comía, un rey de España; rey cobarde y que salió huyendo de España, por no hacer frente a su realidad y apechugar, con lo que tuvo la obligación de hacerlo. Aquel rey fue Alfonso XIII; al que le gustaban mucho los huevos de gallina fritos; los que comía como “sus súbditos más pobres y chupándose los dedos”; a lo que su real esposa, le regañaba diciéndole… “Alfonso, yo no sé cómo te puedes comer los huevos así; yo no lo haría nunca” ; y a lo que aquel socarrón monarca, que sabía de “huevos”, puesto que dejó algún que otro hijo bastardo; le respondía placenteramente: “Pues no sabes lo que te pierdes, Victoria”.
Y aquí termina este mi artículo, escrito sobre los huevos de “ambas clases”; y por cuanto me ha apetecido, hacerlo, por… “huevos o güevos de gallina o no de gallina”.

ARTE CULINARIO Y COMER BIEN: Sí… Al arte culinario se le denominó así, por cuanto es un arte; y si lo valoramos como se debe, es el mejor y más interesante arte que puede disfrutar el ser humano; y como «arte de altura»; baste decir que nada menos que Leonardo de Vinci, termina su vida, siendo el cocinero del Rey de Francia, al que le regala «la Gioconda», uno de sus mejores lienzos. Y en ese arte culinario, precisamente las obras más sencillas, suelen ser las mejores y las que mejor «caen al cuerpo». En cuanto a «la cocina moderna o modernísima»… mejor riamos de buena gana; no le llega a la ancestral y antigua, ni «al hollín de sus ollas».

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen.ciudad.es (aquí más temas)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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