No más Mentiras

Antonio García Fuentes

«Cuerpos y almas» y mucho más (y II)

“Cuerpos y almas” y mucho más (y II)

Lo que quiero resaltar del libro, es un diálogo final que mantienen dos médicos (uno maestro y el otro discípulo) y el que figura en el capítulo VII de este largo libro que en las obras completas que poseo, cuenta con 690 páginas, pero todas o casi todas ellas de un contenido, que atrae el verdadero lector de obras que enriquece el ser y por tanto la mente del ser humano; y es por lo que recomiendo su lectura: leamos ese profético relato que dice…

“¡La guerra! ¡Pobre país! ¡Pobre pueblo! ¡Pobre Francia!
-Sí –dijo Michel-, Sólo entra en mis cálculos la posibilidad de una victoria. Y para nosotros, moralmente, una victoria constituiría ya un desastre. ¡Qué orgullo, qué afán de placeres, que liberación de nuestros peores instintos…! Sería conveniente que la victoria nos dejara exangües; de otro modo nos conduciría a una fulminante decadencia.
-Sea cual fuere nuestra victoria Dotutreval – dijo Domberlé-, sea cual fuere la salida de esta guerra, el porvenir de nuestra civilización conocerá la decadencia si no modificamos totalmente nuestro modo de vivir. Una vez terminada la guerra y restañadas las heridas, lo que ocurrirá pronto gracias al maquinismo, ¿qué será entonces de los pueblos?
-Me imagino –contestó Michel- que conocerán días de opulencia y de facilidad, lo que ellos denominaban Felicidad: la semana de treinta o de veinticuatro horas, el auto al alcance de todo el mundo, vacaciones, alimentación completa y variada, la distracción, el placer, y todo eso de una forma de la que ni siquiera podemos formarnos una idea. Arrumbadas las trabas aduaneras y psicológicas, las naciones, gracias al intercambio y el maquinismo, tendrán acceso a la abundancia. Esto durará cincuenta, cien años…
-Exactamente –dijo Domberlé-. Y lo que luego sobrevendrá lo sabe usted, Doutreval, también como yo: asistiremos entonces a una aterradora degeneración de la raza blanca, de los pueblos civilizados. La abundancia “incontrolada” es la muerte de los pueblos y civilizaciones…
-Sin embargo –Observó Michel-, la abundancia, la distracción, las comodidades son en sí un bien.
Sí. Con tal de que el hombre las utilice en primer lugar para fomentar su cultura y su elevación de espíritu. Ahora bien, hasta hoy día sólo han sido para el instrumento de goces mezquinos.
“No cabe duda –prosiguió-, que para el gran peligro que amenaza a la raza blanca no es la revolución, ni la guerra, sino el maquinismo, el ocio, la facilidad y sobreabundancia. Tenemos el ejemplo; la más magnifica nación que en el mundo haya sido (Roma) pereció por haber querido el trigo madurado bajo otros cielos, las legiones mercenarias y los juegos circenses. La vida de las ciudades, los trabajos sedentarios y malsanos de la fábrica, los ocios embrutecedores y sin control, la alimentación artificial, química, industrial o sobreexcitante y concentrada en demasía, los excesos de carne, de azúcar, de alcohol, de tabaco, de café, de conservas y de productos farmacéuticos, ese modo de vivir inadecuado para el hombre, conducirán irremisiblemente a una rápida decrepitud por el camino del artritismo, esa vejez de los pueblos. No lo impedirán ni vacunas, ni sueros, ni laboratorios, ni sanatorios, ni remedios específicos. Y llegado este momento, por bella que nuestra civilización europea haya sido se hundirá rápidamente dejando vacío tal vez mayor que el que dejó Roma. ¿Por qué me mira así? ¿Cree usted que exagero?
-No –repuso Michel- pero todo eso es muy sombrío.
-Todo eso sería sombrío si el progreso, la perfectibilidad, no fueran la única ley.
-Cierto. No puedo creer, es imposible, que todo el esfuerzo de la inteligencia humana para evadirse del bruto, para mejorar su condición y hacer uso para su bienestar, como es justo, de las fuerzas de la naturaleza tenga que concluir con ese desastre. ¡No por eso nuestros sabios y nuestros hombres de ciencia se han afanado desde hace tantos siglos!
-Tiene usted razón –afirmó Domberlé-. Llegaremos a utilizar cuerdamente el regio don de la ciencia gracias a la medicina, de vuelta de sus aberraciones y con la primordial misión, en adelante, de procurar que el hombre retorne a la naturaleza.
¿Se producirá eso a largo plazo? Tal vez no. En todo caso está escrito. La verdad acaba siempre por triunfar.
Suceda lo que suceda, la medicina del mañana tiene una magnífica misión que cumplir.
-Sí, amigo mío; comprender los errores, escapar a la multiplicidad de los males y del sintomatismo y volver a una noción unitaria, general, humoral de la salud y la enfermedad. Y luchar para educar a los hombres, instruirlos desde la infancia acerca de las causas reales de nuestros males, de las leyes que rigen al ser humano y de la necesidad de una alimentación a base de cereales y frutas a la que está fisiológicamente adaptado. Evidentemente precisará para ello de la ayuda del legislador”. (Dejo aquí el relato y conversación entre dos médicos imaginarios y que dialogan en la novela; pero el diálogo es mucho más extenso; y el lector interesado que lo busque y lea; y paso del ayer al hoy, puesto que como muy viejo que soy, nací en “esos días en que sale a la luz este precioso libro” (1938) y por ello he vivido mucho de lo que ese libro relata, puesto que si el mismo se sitúa en Francia, en este lado de los Pirineos, las cosas eran mucho peor y como mínimo iguales o similares, a lo que este escritor relata de su tiempo y entornos que viviera.
Primero que este privilegiado cerebro, intuye ya la gran tragedia que va a llegar poco tiempo después y que conocemos como la peor guerra de todos los tiempos (la denominada segunda guerra mundial -1939-1945) y donde se destruyó “medio mundo o más”; aparte que nosotros los españoles (yo la padecí) sufrimos la peor de las guerras cual fuera la “civil” de 1936-1939; y a la que hay que sumarle, “el antes y el después”; y que los “venenos celtíberos, aún están presentes en muchas analfabestias mentes hispanas y que no asumen, lo ya caduco y asumido por el tiempo y la historia”.
Segundo: Que terminada la destrucción, se empieza la reconstrucción gracias “a la máquina” (que reiteradamente ha nombrado el escritor) y con todos los adelantos conseguidos, se llega a este “crac” que hoy padecemos, donde el ser humano lo han dejado para “apretar botones y conducir enormes máquinas”; el resto no saben qué hacer con él; mientras el planeta, se ha llenado de basuras y todo tipo de podredumbres, e igualmente, de “enfermedades físicas y mentales”; las masas desorientadas o enloquecidas por “luces de bengala” y muchas cosas más que no digo, pero que invito a mis lectores las vean como yo las veo, puesto que pueden incluso empeorar la visión, ya que ahora mismo… “No se ve porvenir halagüeño alguno”.
Y tercero: Que acertó el escritor al profetizar que “las masas y aquí entran desde el más rico al más pobre”; cuando llegaron las épocas de “vacas gordas” (recurro a lo que dice la Biblia) en vez de llenar su cerebro con enseñanzas útiles, puesto que hubo dinero para grandes derroches y lo tuvieron todas las capas sociales de los países mal denominados “desarrollados”; se dedicaron a cambiar de casa, coche, mobiliario, algunos “de mujer o marido”; viajar por el mundo sin aprender nada¸ llenar la panza y el bolsillo, cuanto más mejor, o sea, la necedad humana llevada al máximo de la presunción e idiotez de todos los tiempos… y más claro, “tener más y no ser más”; puesto que, “como el saber no ocupa lugar y además cuesta mucho trabajo o esfuerzo llegar a ese saber del sabio, que en realidad no sabe nada”; mejor practicar aquello tan viejo e idiota, que afirma… ¡Comamos y bebamos que mañana moriremos! Amén… (Pero busquen y lean el libro “y no me lo agradezcan”)

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo) www.jaen-ciudad.es (aquí más)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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