¿Cuál es el trasfondo cultural y mitológico que da forma a la saga y que fue clave en el proceso creativo que dio lugar a la maravillosa saga de Star Wars que marcó a fuego a varias generaciones desde 1977?
Ese es el viaje intelectual que realiza el escritor Eduardo Martínez Rico en La guerra de las galaxias: el mito renovado (Alberto Santos Ediciones), una edición 40 aniversario que coincide con el inminente estreno de ‘Star Wars Episodio VIII’.
El libro de Martínez Rico se centra en la figura de George Lucas, en su pensamiento y obra. El creador de la saga galáctica más famosa de la Historia, la historia que ha hecho soñar a millones de hombres, nos ha emocionado, nos ha divertido y quizá nos haya formado de una manera muy especial. Desde niños.
Agustín Sánchez Vidal, profesor de Cine y otros medios audiovisuales en la Universidad de Zaragoza, autor de más de cincuenta libros de ensayo y prologuista del libro de Martínez Rico, dice que La guerra de las galaxias, la saga, va más allá de la épica moderna:
«Más que épica, a secas, creo que se trata del cóctel de mitos que necesita todo ser humano en el momento de calcificación de la personalidad. Me refiero a esas vitaminas legendarias que sirven para endurecer el esqueleto psíquico en esos dos tránsitos o ritos de paso que suponen el cambio de los niños a adolescentes, y de adolescentes a adultos.»
Pero ¿por qué nos fascina tanto? Para Martínez Rico La guerra de las galaxias es ciencia ficción pero curiosamente no remite al futuro -como suele suceder con la ciencia-ficción- sino al «Érase una vez» de los cuentos infantiles o a ese Gran Tiempo de los relatos míticos.»
«Lucas siempre ha dicho que para él el cine es contar historias. Que la tecnología no era más que una herramienta para contar historias. Algunos grandes aficionados a la serie ha achacado en esta nueva trilogía mucha tecnología, mucha digitalización y efecto especial, y poca historia, poco guión. Parece ser que Ewan Mc Gregor, nuestro maravilloso y juvenil Obi Wan Kennoby, se moría de aburrimiento actuando sobre fondos de pantalla azul, solo en el plató. No es fácil convertirse en un actor virtual».
Pero no hay más que ver las dos primeras películas de la nueva trilogía, La amenaza fantasma y El ataque de los clones para comprobar que están envejeciendo bien, algo muy importante y muy difícil.
Sánchez Vidal ve diferencias «enormes» entre las dos trilogías:
«Sólo técnicamente habría para hablar horas, porque La guerra de las galaxias es un auténtico muestrario de cómo han ido introduciéndose en el cine los efectos especiales digitales, tanto en la imagen como el sonido. Resulta muy aleccionador leer el modo en que el diseñador de sonido tuvo que apañárselas en la primera película de la serie para conseguir el sonido de la espada láser, que hoy se logra sin ningún esfuerzo en un ordenador, pero que en aquella época había que hacer en analógico. Y en cuanto al tono, se ha ido volviendo más sombrío. No es para menos: entre el optimismo del comienzo y este final, el título La guerra de las galaxias ha pasado a designar un programa militar estadounidense.»
Martínez no niega haber crecido Star Wars en algo que él describe como una búsqueda de sí mismo. «Y estoy seguro que Lucas hizo estas películas también como una búsqueda interior, un viaje a sí mismo en busca de los relatos de la infancia».