PILAR EYRE, AUTORA DE 'UN AMOR DE ORIENTE' (PLANETA)

Pilar Eyre: «Julio Iglesias le fue infiel a Isabel Preysler desde su viaje de novios»

"La seducción de Julio radica en la sensación de vulnerabilidad que transmite"

Pilar Eyre hace gala de un sentido del humor corrosivo que en esta ocasión destila sobre una España timorata y beatona, la del fin del franquismo

Pilar Eyre nos sumerge en la biografía íntima y secreta de una mujer de sensualidad inocente y refinada que, llegada a España en los años setenta desde su Manila natal, acabará convirtiéndose en una destacada figura de la alta sociedad de la época.

Apasionada, libre, divertida y gran amante de los placeres, Muriel (Isabel Preysler) protagonizará una ardiente y tortuosa historia de amor junto a un apuesto y seductor artista que lucha por encaramarse al éxito.

En la tradición de los mejores roman à clef, esta palpitante narración esconde bajo su máscara de ficción a personajes muy reconocibles a los que la autora desnuda hábilmente con su pluma.

Lleno de detalles inéditos, de anécdotas cautivadoras, de risas y de lágrimas, Un amor de Oriente es un libro que atrapará al lector de principio a fin con una historia tan sorprendente como escandalosa.

Una historia que a todos nos suena… pero de la que no sabemos nada. Unos personajes de cuyas intimidades creemos estar al corriente… pero que sólo ahora son desnudados.

Un viaje al reverso del papel couché en el que, a diferencia de lo que ocurre en el mundo cruel del espectáculo, nada es mentira… ni es verdad.

Muriel Krosby Segura es una joven filipina de impecable pedigrí, aunque como todas, su familia tiene problemas y secretos. Dueña de una gracia alada, a los 15 años se enamora de un hombre que le dobla la edad, lo cual obliga a su madre a tomar una drástica determinación: la niña viajará a Madrid, donde vivirá con el tío Rodrigo y la tía Daisy, que si bien se muestran como matrimonio viven en pecado.

Lo cual, y no deja de ser una señal de la hipocresía de la época, no les impide ocupar una posición privilegiada en la pacata sociedad española de principios de los 70 e incluso mantener buenas relaciones con los gerifaltes del régimen y sus familias.

Y en ese Madrid sofocante e hipócrita la niña conoce a Luis Conde, un chico de familia afecta al régimen con mejillas chupadas, dentadura ciclópea, cojera inocultable y tartamudez nerviosa, que no ha terminado la carrera de abogado y dice que quiere ser cantante.

¿Amor a primera vista? Buenoooo… A ella él le hace gracia, y poco más. Pero él sí cae instantáneamente preso del encanto enternecedor de Muriel. Y cuando (llámalo amor, o sexo) ella se queda embarazada de él, él, que es un caballero español, sigue el consejo de su padre aun a sabiendas de que eso va a disgustar a su madre: «si dejáis una chica embarazada, hay que cumplir y casarse con ella».

Y lo hace, a pesar de que el momento no es propicio: su carrera musical es sólo un proyecto en el que apenas creen el propio Luis y su amigo y mánager Fernando Abad, y de que casi todo lo que le ha contado a Muriel sobre sus éxitos es mentira.

Y lo hace, porque se da cuenta de que la boda es una magnífica oportunidad de promoción: da el sí sin dejar de mirar a la novia (ni de ofrecer su mejor perfil a los objetivos de las cámaras).

Y lo hace, aunque no está dispuesto a renunciar a sus privilegios: para Luis serán los viajes, la fama, la gloria, que tarda en llegar pero acaba llegando; para Muriel, la obligación de tener la cueva en buenas condiciones, darle placer cuando su hombre lo busque y cuidar de las crías: tres, concretamente.

Un destino mediocre al que al principio ella se resigna. Hasta que hace un doble descubrimiento: que Luis el celoso y posesivo le es infiel, de manera pública y reiterada. Y que ella, Muriel Krosby, tiene brillo propio. Que las revistas se la rifan. Y que parpadeando lentamente, sin hablar y sonriendo un poco, los hombres caen como moscas.

LA OBRA

Una novela más, Pilar Eyre hace gala de un sentido del humor corrosivo que en esta ocasión destila sobre una España timorata y beatona, la del fin del franquismo, y unos personajes grabados en nuestra memoria sentimental. También en la de los más jóvenes porque, aunque el tiempo ha pasado, el paisaje sigue habitado por las mismas figuras.

Eyre, a la que casi vemos iluminarse mientras escribe, nos cuenta una historia sencilla pero llena de matices desconocidos: la de una muchacha filipina de buena familia que en España pasó de niña a mujer.

Sólo que ésta lo hizo en brazos de un improbable latin lover que en un tiempo de grandes voces (Raphael, Nino Bravo) y cantautores (Serrat, Victor Manuel) se sabe predestinado al triunfo no por unas cualidades canoras que no le adornan (él canta bonito pero bajito), no por sus habilidades como letrista y músico (sabe que escribe con los pies e incluso en un gallego inventado, y pronto ha de recurrir a las composiciones de otros), sino porque ha desarrollado una manera especial de mirar dejando caer los párpados de una forma tan triste y melancólica que consigue que todas las mujeres de la tierra deseen consolarlo y amarlo.

Pero aunque la novela es, en buena parte, la historia de los fracasos y las desilusiones de Luis, de su perseverancia y su consagración, de sus modales de truhán y sus maneras de señor, el corazón del relato es una eclosión: la de una flor exótica que florece para dar vida, color y materia de cotilleo a una sociedad triste y gris.

Y ese proceso es descrito por la autora con la precisión del entomólogo y la fuerza del cronista social que, liberado de compromisos, puede al fin contar lo que sabe.

Porque aunque el lector memorioso cree saber cómo acabará todo, si lee paciente acompañará a Muriel en su progresiva toma de conciencia. Sabrá de su inseguridad y sus temores iniciales. De su sumisión. De su aguante ante las embestidas amatorias y las tormentas vejatorias a las que es sometida como quien se da una ducha alternante de adoración y desprecio, y así una y otra vez. De su soledad en un ambiente hostil. De cómo sus hijos se convierten en la única razón de su vida.

Pero ese lector entregado percibirá pronto las señales (el fotógrafo francés que elogia su elegancia y quiere fotografiarla, los comentarios mordaces que sus amigos hacen a propósito de su marido…) que a Muriel le van llegando, y que ella se resiste a entender. Y asistirá a la eclosión de esta socialité en ciernes, a la que abandonaremos cuando apenas empieza a intuir su destino.

Así, Muriel y Luis, que tanto nos recuerdan a esa pareja que vino a romper todos los moldes, crecen y cambian ante nuestros asombrados ojos en medio de un coro de personajes conocidos y, estos sí, plenamente identificados a los que Eyre pone en su sitio de un plumazo.

Porque la periodista Eyre quizá callaba más de lo que contaba… pero Eyre la novelista está en condiciones de contarlo todo.

Pilar Eyre, finalista del Premio Planeta con Mi color favorito es verte. Un amor de Oriente (Ed. Planeta), es totalmente sincera, cuando habla de su libro:

  • Yo no me veo a mí misma montándome una película y fingiendo lo que no es. El libro es una biografía de Isabel Preysler, la verdad es que yo estaba escribiendo otra cosa, pero me llamaron de la editorial y me la encargaron, yo investigue la vida de Isabel con el mismo rigor que he hecho otros libros.
  • He hecho una biografía novelada. Lo entregué a la editorial, les gustó mucho, pero como había mucha intimidad y había escenas delicadas e incluso escandalosas dijeron «vamos a pasarlo por el equipo jurídico». Éste dijo que el libro con los nombres auténticos de Isabel y Julio no podía salir.
  • Tuvimos que cambiar los nombres de los protagonistas. Pero yo ahora no me veo vendiendo una novela diciendo que son dos personajes que se parecen a Julio e Isabel.
  • Hice una biografía novelada de Isabel Preysler en la que se retratan dos personajes que no tienen nada que ver con el Julio Iglesias y la Isabel que nosotros conocemos.
  • Ella era una niña cuando vino de Filipinas, pero no inocente. Había tenido un amor absoluto apasionado en Manila y por eso los padres la enviaron a España. La madre le dijo «pórtate bien» y ella no le hizo caso, porque al poco tiempo estaba casándose embarazada y se casaba con un hombre que o él la engañó a ella o ella tuvo una imagen de él que no se ajustaba a la realidad.
  • Ella creía que él era un cantante importante, que renqueaba un poco porque había tenido un accidente de coche, creía que dejaría la canción tarde o temprano y que sería abogado.
  • Creía que sería un buen marido y un buen padre de sus hijos. Julio no era nada de esto. Era un cantante que no ganaba dinero. Por eso, para llegar a final de mes, tenía que pedir ayuda a sus padres.
  • Había ganado el Festival de Benidorm pero por influencias de su padre con el régimen, maniobrando para que se lo dieran. Era denostado por la crítica, a veces en los conciertos no tenía ni siquiera dinero para pagar a los músicos.
  • No tuvo un accidente de coche, esa cojera es por un hecho que yo revelo en el libro, que es totalmente distinto y luego no fue ni buen padre ni buen marido.
  • Desde el mismo viaje de novios. Y encima, como todos los infieles, era un celoso enfermizo. Él también se engañó porque creía que Isabel era un chica sumisa, oriental, que sería la mujer ideal de todo artista, que aguntaria todos lo embates de la vida pública. Y se encontró con una mujer que era fuerte y compleja. En esta pareja el simple es Julio y la compleja es Isabel.
  • Y así empezó una relación de siete años que fueron un infierno en gran parte y que evolucionó de una manera paralela como evolucionó la situación de la mujer en España. Yo tengo la misma edad que Isabel y tuvimos que pasar del colegio de monjas a la liberación sexual en tan solo siete años. Y la mujer que renació de su matrimonio con Julio es la que ahora conocemos.
  • Ella estaba desesperada. Cuando se enteró, ella no quería casarse. Quería tener a su hijo en San Francisco, dónde tenía una tía y que nadie se enterara. De hecho, el día de la boda lloraba tanto que hasta el cura decía: «nunca he visto a una novia llorar tanto».
  • La boda fue ya una escenografía de lo que iba a ser su matrimonio futuro. Estaba lleno de invitados y fans pagados por su mánager. Incluso este le pidió a Isabel que mintiera y dijera a los periodistas que el vestido, que le había hecho su modista de toda la vida, Mercedes Ojén, era de Pedro Rodríguez. Su vida de casada ya empezó con un engaño.

UNA VIDA DEDICADA AL PERIODISMO

Pilar Eyre (Barcelona, 1951) estudió Filosofía y Letras y Ciencias de la Información. Ha ejercido el periodismo como columnista, entrevistadora y reportera en diversos periódicos y revistas (Hoja del Lunes, Mundo Diario, La Vanguardia, Interviú, El Periódico de Catalunya, El Mundo y Yo Dona) y ha colaborado también en varias emisoras de radio y televisión.

Es autora de numerosos libros, entre ellos Dos Borbones en la corte de Franco; Secretos y mentiras de la Familia Real; Ricas, famosas y abandonadas; Vips: todos los secretos de los famosos; Mujeres, veinte años después; Cibersexo; La reina de la casa y Franco confidencial. También es autora de las novelas Todo empezó en el Marbella Club y Callejón del olvido, y de la biografía Quico Sabaté, el último guerrillero. Sus relatos históricos Ena, Pasión imperial, María la Brava y, sobre todo, La soledad de la reina la han convertido en todo un fenómeno editorial.

En 2014 resultó finalista del Premio Planeta con Mi color favorito es verte, que ha tenido un gran éxito de crítica y público. La obtención del galardón es el punto de partida de su hasta ahora última novela, Nomeolvides, que narra sus peripecias profesionales y amorosas tras ese hito y su búsqueda del elixir de la eterna juventud

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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