HAY GENTE PARA TODO

La Duquesa de Alba: «Jesús Aguirre y yo jodemos todas las noches»

Nuevos apuntes sobre Jesús Aguirre, duque de Alba "homosexual" y "mala persona"

La Duquesa de Alba: "Jesús Aguirre y yo jodemos todas las noches"
Jesús Aguirre y la Duquesa de Alba RS

Hay gente para todo (La exnuera de la duquesa de Alba: «Jesús Aguirre sentía un enorme desprecio por el género humano»).

Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, duque consorte de Alba (Madrid, 9 de junio de 1934 – ibídem, 11 de mayo de 2001), fue un editor literario, escritor y académico español. Su formación académica se desarrolló hasta ser ordenado sacerdote católico, y tras abandonar el ministerio ocupó los puestos de director literario de la editorial Taurus y director general de Música del Ministerio de Cultura (1977-1980).

El 16 de marzo de 1978 contrajo matrimonio con Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba y jefa de la Casa de Alba. En 1986 pasó a ocupar el sillón «f» de la Real Academia Española. (Así se convirtió el ex jesuita Jesús Aguirre, segundo marido de Cayetana, en la pesadilla de la Casa de Alba).

Tranquila y con su característica voz pasada, Eugenia Martínez de Irujo le confesó a Jesús Calleja en su programa:

«Jesús Aguirre era una mala persona, muy malo».

La frase fue una auténtica bomba y venía a desmitificar cara al público no solo al segundo marido de su madre si al segundo matrimonio de la duquesa de Alba, el que contrajo con el ex cura.

La sentencia fue ratificada por otros dos hijos de la duquesa. Cayetano añadió: «Jesús fue nefasto para nosotros». Según su hermano Fernando, más diplomático y benévolo, «era una persona retorcida» (La Duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart ha fallecido a los 88 años).

Eugenia volvía a sacar a la luz el personaje más oscuro y complicado de la vida sentimental de su madre.

Y si mucha gente de la calle creía todavía en la versión oficial del ingenioso, cultísimo, mordaz y enamorado segundo marido de Cayetana, los que le trataron o conocieron a la familia, supieron desde que empezó su relación con la duquesa en el verano de 1975, que Jesús era un personaje entre perverso y divertido, trepador y acomplejado por sus orígenes de hijo de madre soltera en una Cantabria de rancias costumbres y con secretos en su vida privada que no se pueden publicar, según recoge Martín Alegre en Informalia.

De ahí que cuando Cayetana comunicó a los íntimos su intención de casarse con aquel hombre, tan opuesto a los aristócratas y la alta sociedad entre la que se movía desde que la parieron, su pariente Hilda Fernández de Córdoba, duquesa de Montellano y madre de los hermanos Carlos y Fernando Falcó, le dijo a su sobrina:

«Prueba primero a ver si funciona, que tiene fama».

Y Cayetana ofendida, contestó que daba fe de la hombría de su prometido.

El escritor y columnista del diario El País Manuel Vicent, conocía al ex sacerdote Jesús Aguirre, al que atribuye verbo incisivo y sentido del humor, y al que describe como cáustico y certero, además de ameno, deslumbrante y cruel.

Como director de la editorial Taurus, Aguirre y Vicent compartían los círculos intelectuales y progresistas del antifranquismo en el tiempo en que nació el periódico El País, fundado en 1976.

En una recepción del premio Cervantes donde estaba el rey Juan Carlos, Aguirre se abrió paso entre la gente para acercarse al monarca acompañado de Vicent y le dijo al rey:

«Señor, le presento a mi futuro biógrafo».

Eso sin que Vicent tuviera la menor idea de lo que estaba diciendo. Y don Juan Carlos le respondió:

«¡Coño, Jesús, pues como lo cuentes todo, vas aviado!».

Manuel Vicent tardó muchos años en escribir esa biografía. Lo hizo después de la muerte del XVIII duque de Alba (consorte) y no era el libro que hubiera satisfecho la inmensa vanidad de su protagonista.

Aguirre el Magnífico retrataba a un personaje digno de La corte de los milagros de Valle Inclán, un exquisito esperpento del que contó cosas como ésta:

«En Alemania, también protagonizó escenas bucólicas compartiendo un baño de prácticas ascéticas en la Selva Negra con un compañero seminarista. Discípulo predilecto del joven profesor Joseph Ratzinger, siempre fue proclive a las amistades particulares».

Este pasado lunes y aprovechando el eco de las declaraciones de Eugenia Martínez de Irujo sobre su padrastro, Vicent escribió un artículo en El País sobre Aguirre que encabezaba así:

«Hijo natural, homosexual, hubiera pasado sin pena ni gloria por esta vida de no haber entrado a saco con todo el desparpajo a formar parte de la Casa de Alba».

Y a continuación, con su admirable prosa, que le acredita como uno de los grandes columnistas actuales, Vicent desmonta en su artículo el mito del duque que trajo amor, pasión, orden y felicidad a la Casa de Alba.

Este perfil ya fue negado categóricamente por una indignada duquesa Cayetana en 2011, diez años después de la muerte de Jesús Aguirre, cuando Vicent publicó la biografía, que tituló, Aguirre el Magnífico. En una carta abierta dirigida al biógrafo, la viuda del duque consorte escribía:

«Parece mentira que usted haya tenido la osadía de ridiculizarle después de su muerte; y ya que no puede contestarle, lo hago yo. Lógicamente, a lo largo de la lectura del libro se confirmaron mis sospechas, ya que no cabe duda de que resulta más fácil y supongo que más vendible cargar las tintas en determinadas cuestiones y liquidar en apenas dos líneas unas trayectorias vital e intelectual nada desdeñables (…) Ignoro el grado de conocimiento o de amistad que pudo unirle a mi marido, pero resulta evidente que no fue lo suficientemente profundo, ya que el retrato que pinta en su libro es el de un personaje que me resulta desconocido, porque durante 20 años fui la mujer más feliz del mundo; nunca conocí un hombre tan apasionado e inteligente; fue un gran duque y gran hombre. A lo largo de ese tiempo de convivencia pude conocerlo íntimamente y, desde luego, tuve la oportunidad de valorar y de querer la gran riqueza de matices de su personalidad y sus grandes servicios a la Casa de Alba que, en mi opinión, no ha sabido o no ha querido reflejar en su libro…».

Las referencias de Cayetana en su carta a filósofos internacionales, teólogos como Joseph Ratzinger, futuro Papa Benedicto XVI, y grandes personajes de la cultura con los que trató Aguirre en su etapa sacerdotal en Alemania, hacían sospechar que la duquesa recurrió a alguien ilustrado para escribir el texto, dado que seguramente nunca había oído hablar de ellos hasta que Aguirre llegó a su vida y tampoco es verosímil que recordara sus nombres y sus obras.

Pero para los muchos que conocían a la aristócrata y sabían cómo resultó de verdad su matrimonio, el contenido de la carta abierta era una auténtica impostura. Basta recordar que al menos tres de sus hijos niegan las supuestas virtudes de Aguirre.

De los 23 años que vivieron juntos la duquesa y su segundo marido, la parte idílica duró poco. Cuando el alcalde de Sevilla Alejandro Rojas Marcos destituyó al marido de la duquesa en 1991 como Comisario de la Expo de Sevilla, nunca se habló claramente del motivo, pero cuentan que en las paredes del palacio de las Dueñas aparecieron una noche unas pintadas con la palabra maricón, aunque sin precisar el destinatario.

Desde entonces, el duque consorte estaba más tiempo solo en Madrid que en la ciudad andaluza que tanto amaba su esposa. Por aquel tiempo también se publicó una columna en la revista Época donde insinuaban que Aguirre buscaba mitigar su soledad en Madrid por las inmediaciones de la estación de Atocha.

La reacción de Cayetana fue replicar en una entrevista en la revista Panorama, algo así como:

«Pues no, jodemos todas las noches».

Pero la mayor parte del tiempo Aguirre estaba en Madrid, enfermo, y Cayetana en Sevilla.

Es costumbre en la aristocracia mantener el tipo cara a la galería, disimular sentimientos, moderar impulsos, seguir al pie de la letra un guión de armonía familiar y buenas costumbres, pero lo cierto es que Jesús Aguirre murió el 11 de mayo de 2001, solo, abandonado en un rincón del palacio de Liria mientras Cayetana estaba en la capital andaluza entregando un trofeo a Curro Romero.

Diez años después de enviudar por segunda vez, Cayetana Fitz-James Stuart volvió a casarse. Esta vez con uno de los doce hijos de un militar de infantería de Palencia, 24 años menor que ella. Hoy Alfonso Díez Carabantes ostenta el título de duque viudo de Alba de Tormes, con grandeza de España. Pero ésa es otra historia que deberá ser contada en otro momento.

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