Durante las últimas semanas, hemos descubierto las dos rutas míticas de Chile y Argentina: tras unos agradables días en Valparaíso, donde la moto llegó a finales de noviembre, después de unos cientos de kilómetros en Chile dirección Norte hasta la Serena y el Valle de Elqui, atravesamos por primera vez los Andes.
Siguiendo la Ruta 40 dirección sur, recorrimos más de 3000 de sus 5200 kilómetros que conectan la frontera Argentino-Boliviana con el sur de Patagonia, frente a los Estrechos de Magallanes.
Y después de un increíble crucero que nos llevó al Cabo de Hornos y de visitas de varios parques nacionales y de las maravillas que la naturaleza ofrece cerca de El Chaltén y de El Calafate (en Argentina), así como de las Torres del Paine en Chile, volvimos dirección Norte por la Carretera Austral chilena, una ruta de 1200 kilómetros construida para permitir el acceso al sur del continente por el lado oeste. Esas dos rutas permiten acercarse a los increíbles territorios más australes del Mundo, a excepción de la Antártica.
Antes de recorrer estas carreteras y de observar con detalle los mapas de esta parte del mundo, confieso que tenía la impresión de que los extremos australes de Sudamérica y África tenían más o menos la misma latitud y que se situaban a la misma distancia de la Antártica, pero la realidad es que el Cabo de Hornos se encuentra ubicado a 56 grados de latitud sur, es decir, 1300 kilómetros más al sur que los Cabos de Buena Esperanza y de las Agujas en África (43 grados sur).
Las dos rutas ofrecen paisajes preciosos (« lindos ») completamente diferentes. La Carretera Austral es mucho más verde (llueve mucho aquí!), tiene un recorrido más accidentado y diversidad de paisajes con valles y lagos encerrados por volcanes y montes. Una parte importante de la carretera es de ripio (camino de tierra y gravilla), pero es un ripio de relativamente buena calidad (es decir, que no tenemos la impresión de perder el control de la moto cada 10 kilómetros).
La parte de Patagonia de la Ruta 40 está sobre todo formada por estepas que permiten entender la soledad en su sentido más profundo, de paisajes invariablemente eternos, de rectas de docenas de kilómetros.
No hay mucho ripio en Patagonia en la Ruta 40, ahora casi toda está asfaltada, pero en las ocasiones en que nos hemos topado con ripio, me pareció más peligroso para los moteros que en la Carretera Austral. Hay mucha menos lluvia que en Chile, pero el viento tiene una fuerza increíble, y a veces, resulta muy peligroso para las motos.
Hemos decidido dormir en ByB baratos y en pequeños hoteles porque tienen la mejor relación precio/confort y también porque permiten tener más contacto con la gente de aquí, lo que los grandes y más lujosos hoteles o, en el otro extremo, el camping, no ofrecen.
En la gran mayoría de los casos, nos encontramos una cama con un colchón del siglo pasado, un desayuno simple (hoy es la primera vez que nos han ofrecido un zumo de naranja natural) y una ducha indomable con chorro frágil y temperatura incontrolable (tipo montes rusos); pero aunque el confort es « espartano», la gente es tan amable (gente orgullosa de su región y su país, siempre sonriente, con verdadero deseo de ayudar, de dar consejos para elegir la mejor ruta, las excursiones y los restaurantes más interesantes) que es imposible que vayamos a olvidar la acogida y la atención que hemos recibido en los mejores de ellos, lugares simples pero encantadores:
Hostal Valle Hermoso en Vicuña, en Lujan de Cuyos cerca de Mendoza, Hostería La Raclette en San Martín de los Andes, Mysten Kepen en Ushuaia, Palafito Emilio y Ester en Castro (Isla de Chiloe), Vista Hermosa en Frutillar (región de los lagos, norte de la carretera Austral) y 5colori en Mirasol.
La vida no es barata aquí. Las excursiones organizadas para los turistas en Patagonia son carísimas y la mayoría no incluyen la entrada (cara también) a los Parques Nacionales. Los restaurantes son más caros y menos interesantes que en España (les falta la imaginación creativa que tenemos el lujo de encontrar en España, tanto en los «estrellados» como en muchos otros restaurantes modestos).
Los clásicos de aquí (« acá » en Argentina) incluyen las carnes, asados en Argentina (no hemos tenido mucha suerte, no conocen la «rubia gallega», por cierto), los ceviches y las centollas en Chile, y lo peor de todo es la cerveza, que en los bares, cuesta el doble de lo que pagamos en España!
Este es el segundo articulo de mis Diarios. Otros seguirán pronto!