A lo mejor, el Paso de Agua Negra (4753 metros de altitud) es el paso internacional más alto del mundo. Si no lo es, es seguramente el paso fronterizo más alto entre Chile y Argentina. Inaugurado hace cincuenta años, se ubica en los Andes, unos 400 kilómetros al norte de Santiago y Mendoza (que conecta el Paso de los Libertadores), y comunica San Juan a la Serena. La carretera tiene como vocación ser parte de un eje que conectará las costas Atlántica y Pacifica, cuando un túnel de 14 kilómetros – el más largo de Sudamérica – que están construyendo los dos países, esté terminado. ¿Pero cuándo? El proyecto se inició en 2009 y parece que el transito se va a iniciar en diez años. A ver.
El lugar es impresionante. Entre los dos puestos fronterizos, hay unos 130 kilómetros de los cuales más de 100 son de ripio. Recomiendo esta carretera a todos los motoristas del mundo pero también a los que no les imponga conducir coches (preferiblemente de alquiler) en el ripio.
Desgraciadamente hay un obstáculo en el camino: hay filas en los dos puestos de control de policía y aduanas (una hora y media en Argentina y dos horas y media en Chile). Los dos países tienen una cierta obsesión con la comida (frutas, jamón, chorizo, carne, cereales, … todo es muy peligroso, puede que un poco como la dinamita y la cocaína, ¿verdad?) y hay que pagar tasas de importación sobre las compras de cierto recientes.
Todos los oficiales con los que me topé eran muy amables, no tuve ningún problema, pero es una pena tanto tiempo perdido para nada… Cuando pienso que nosotros los europeos podemos circular libremente (Tratado de Roma) y viajar a tantos países sin sufrir de estas filas y este papeleo inútil,… ¡gracias Unión Europea!
El puesto fronterizo argentino (diremos kilometro « 0 ») se ubica a una altura de unos dos mil metros. Llegué a las nueve de la mañana y perdí una hora y media en la fila y algunos minutos más con los papeles para la importación temporal de la moto. Desde allí, hay unos cuarenta kilómetros de carretera plana. Me acerco a las montañas, entro en un valle profundo y la carretera sube poco a poco en su parte asfaltada. Me deleitan paisajes preciosos, con vistas a las cimas nevadas que se esconden entre montes enormes negros, grises y morenos.
En kilometro 38 se inicia el ripio (es parte de la aventura parece) y desde este momento, me regocijo cada vez más con los paisajes espectaculares de cada kilometro. Los cerros de alrededor nos invitan a mirar más arriba, en dirección de las cimas que flirtean con un cielo azul de pureza inmaculada, tal vez lo hacen por que no quieren que miremos hacia abajo para que no nos produzca vértigo.
No hay berma (quitamiedos) al lado del camino, y un error conduciendo te invita al abismo, no hay duda alguna. Por eso, con concentración, no hay razón de temer nada, hay que abrir bien los ojos, disfrutar, tomar algunas fotos, y mirar abajo también, percibir la ruta que acabamos de subir. ¡Quebrada de San Lorenzo, quebrada de Sormiento, me acerco! Aquí cruzamos la nieve, formada de una manera muy particular por los vientos y el calor del sol. ¿Calor? Pues, a la sombra, la temperatura decrece hasta 5 grados (es verano aquí, no se olviden) pero afortunadamente, no hay sombra!
Hay que beber, me decían: «No coma pero beba para que no se apune! »(mal de altura). Kilometro 93, acá (estoy en Argentina) está la frontera. ¡Éxito! No he sentido dolor de cabeza, todo fenomenal, siento que me falta el oxígeno cuando corro un poco para tomar una foto con temporizador, pero es difícil creer que estamos a cerca de 5,000 metros!
Cinco minutos sólo, corre un viento frío, y hay que bajar ya al lado Chileno. Elijo el camino con más pendiente, un desvío a la izquierda, la BMW no tiene miedo y tengo neumáticos mixtos casi nuevos. En primera o segunda, no más para no usar demasiado los frenos; ¡hay que llegar esta tarde a 800 metros de altura sin problemas! Los paisajes cambian, hay montes de colores indescriptibles. Parece que uno se llama «la gitana», es como un arcoiris, como la montaña más conocida de arcoiris en Perú.
En el kilómetro 128, el Embalse la Laguna aparece como un espejo del cielo perdido en un océano mineral. Y un poco después, en el kilómetro 173, acaba el ripio, los amortiguadores han trabajado bastante. Son las cuatro y media, si todo va bien en la aduana, estaré bebiendo una cerveza en una hora. Pero conocen la «suite». Al final, llegué a las ocho y media a Vicuña, en el Valle de Elqui, pequeña ciudad muy agradable y típica, encerrada por montes y observatorios para profesionales o para turistas (¡estuve en el observatorio del Pangue y lo recomiendo!
Gente profesional, abren solamente cuando la luna no está demasiado grande para que podamos ver las maravillas lejanas del universo,algunas a docenas de millones de años luz de la tierra). Pero es tiempo de descansar ahora. En algunos días, voy a visitar el VLT (Very Large Telescope) en Cerro Paranal, y dos días después, llegará mi novia a la que no he visto desde mediados de noviembre.! Aleluya, como dice el Papa Francisco que ha llegado a Chile (El « Pontífi-che » como lo titulaba un diario Chileno hace algunos días)!.