La crisis también pasa factura económica a la Iglesia. Y es que, cuanto menos dinero hay en el bolsillo de sus fieles, menos se deposita en el cepillo. En muchas parroquias se ha notado un descenso de un 50% en las colectas. Para poner remedio a la situación, parroquias de toda España harán un llamamiento este fin de semana a la colaboración de los feligreses, para que contribuyan de forma más activa al sostenimiento de su Iglesia.
No en vano el Día de la Iglesia Diocesana tiene el siguiente lema: “Tu Iglesia es una gran familia: participa”. En su invitación, curas y obispos solicitarán todo tipo de ayudas. Especialmente aportaciones fijas a través de domiciliaciones bancarias. “No podemos obligar a nadie, pero nos sería muy útil tener diezmos estables. De la misma manera que, hace siglos, existía el diezmo, sería muy conveniente que los católicos y todos los que aprecian el trabajo de la Iglesia aportaran un porcentaje fijo”, pide el cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.
El purpurado catalán afina más todavía su propuesta: “Puede ser una aportación de un uno por ciento de los ingresos o ingresar cada mes por domiciliación bancaria el dinero correspondiente a un día de trabajo”.
Además de solicitar la ayuda de sus fieles a pesar de la crisis, la Iglesia prepara planes de reajuste. El primero que lo puso en marcha fue el cardenal de Toledo, Antonio Cañizares. “Si es preciso, que lo es, también la Iglesia ahorrará lo que haga falta” y “los sacerdotes se apretarán el cinturón durante la crisis, como cualquier familia”.
Una de las medidas del plan de reajuste de Toledo consiste en ahorrar cuatro millones de euros en los próximos cinco años. De hecho, muchas parroquias han activado ya un plan de choque ante el desplome de sus ingresos. Algunos párrocos ya han suprimido los aranceles por la celebración de bodas, aniversarios y funerales, a cambio de que los feligreses realicen una aportación económica mensual.
La situación es tan acuciante que, a veces, las peticiones episcopales adquieren visos de dramatismo. “Yo os exhorto, os suplico, que seáis generosos. Todos. Los que tenéis más medios y los que tenéis pocos. Sed generosos. No sólo el día de la Iglesia Diocesana, sino a lo largo del año. A pesar de la crisis. Precisamente por causa de la crisis, tenemos todos más necesidad de Dios”, ruega el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez.
Tan honda es ya la crisis en las filas del clero que muchas diócesis presentan estos días sus balances con déficits. Por ejemplo, la de Burgos acumula un déficit de un millón y medio de euros. Entre otras cosas, porque, como explica el titular de la archidiócesis castellana, “entre las gentes que lo están pasando mal están muchos de los que nos aportaban y comprendemos que muchos de ellos no podrán aportar o aportarán cantidades más exiguas”. De hecho, de los cestillos han desaparecido los billetes y hasta los euros. En cambio, han aumentado los céntimos.
La crisis en las arcas eclesiales no conoce fronteras ni divisiones territoriales. El arzobispado de Tarragona también cerró sus cuentas con un déficit de cerca de 3 millones de euros. Y el obispado de Coria-Cáceres también ha entrado en números rojos. Ante esta situación, la Iglesia se ha movilizado para poner coto a la crisis. Y advierte, además, que cuanto menos dinero ingrese, menos podrá dedicar a los más pobres y necesitados, que, en época de crisis, saturan sus servicios sociales y caritativos. De ahí la importancia de “ayudar a los que ayudan”.