Revela el intento del presidente de «puentear» al responsable de la Conferencia Episcopal

clipping

El entorno de Rouco, molesto por la foto de Cañizares con Zapatero

RD, Jueves, 8 de enero 2009

“Se ha dejado instrumentalizar. La foto vale más para Zapatero que para la Iglesia española”. En el arzobispado de Madrid, que preside el cardenal Antonio María Rouco Varela, no ha sentado nada bien que el cardenal Antonio Cañizares accediese a despedirse del presidente del Gobierno en La Moncloa y le concediese una foto para la propaganda mediática socialista.

“El Gobierno de Zapatero ha escenificado, una vez más, que quiere puentear a la Iglesia española y al cardenal Rouco. Y ésta vez, el cardenal Cañizares se prestó a la ceremonia de la confusión”, explican en fuentes cercanas a la Conferencia episcopal. Y dicen que no es la primera vez que Zapatero lo intenta. Hace un año hizo lo mismo con el “caldito” del Nuncio. Y, después, con la visita de De la Vega al Vaticano en plena crisis de las relaciones del Ejecutivo con el episcopado español.

La propia De la Vega quiso quitar hierro, desde La India, a la cumbre Cañizares-Zapatero en Moncloa. “Es una simple visita de cortesía”, dijo. Pero fue mucho más. Porque el encuentro entre el pequeño Ratzinger, como se conoce al cardenal Cañizares, y el presidente del Gobierno duró más de una hora, en la que se repasaron los principales contenciosos Iglesia-Estado.

Según fuentes de La Moncloa y del arzobispado de Toledo, Cañizares y Zapatero “no hablaron del pasado, sino del futuro”. En el pasado reciente, el Ejecutivo consideraba a Cañizares como “martillo de los socialistas”. Y éste acusaba, una y otra vez, al PSOE de querer “descristianizar España” y acabar con sus raíces católicas.

Pero, incluso en medio de la refriega, Cañizares nunca dejó de ser un interlocutor válido para el Gobierno. Y de hecho, la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, siempre mantuvo con él línea directa para todo. Y ambos consiguieron importantes acuerdos, como el nuevo modelo de financiación eclesiástico.
A partir de ahora, además, Cañizares se convierte, como prefecto del dicasterio romano del Culto Divino, en el “hombre del Vaticano”. Y como tal, habló ya con Zapatero, al que explicó, clara y llanamente, qué es lo que piensa el Papa respecto a algunas de sus iniciativas legislativas y cuáles son las “líneas rojas” para Roma en sus relaciones con España.

Al Vaticano le preocupa esencialmente que España se convierta en el adalid de “la cultura de la muerte” (con el aborto, la eutanasia y la permisividad en investigación bioética) y en la avanzadilla del laicismo radical en Europa, con el efecto contagio que eso está teniendo en Latinoamérica.

En todo lo demás, el Vaticano está dispuesto a tender la mano a los socialistas. Porque, como explicó Cañizares a su anfitrión, Roma quiere despolitizar las relaciones Iglesia-Estado en España, rebajar la tensión y evitar la confrontación directa con los socialistas. Y, por supuesto, mantener intactos los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979, que ofrecen a la Iglesia un paraguas protector excepcional.

Por su parte, Zapatero le prometió al nuevo prefecto romano que “puede contar con la colaboración del Ejecutivo español en una etapa que iniciará pronto cerca del Papa Benedicto XVI en el Vaticano”. En estrecha sintonía, como venía siendo habitual, con la vicepresidenta del Gobierno, a la que se une también ahora el embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez.

Y como es lógico, el presidente del Ejecutivo deseó al todavía cardenal Primado de Toledo “suerte y éxitos”. Y se quedó con el regalo de la foto. Una foto que en los sectores más conservadores de la Iglesia española consideran poco meno que “una traición”. En Toledo, en cambio, aseguran que “lo único que hizo el cardenal fue cumplir con la estrategia del Vaticano de diálogo y distensión, aunque le haya costado lo suyo”. Roma locuta...