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Rouco advierte que “dentro de poco sólo habrá hijos de musulmanes”

RD, Viernes, 27 de febrero 2009

Al cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, no le gusta la educación afectivo-sexual que se está impartiendo en España. Cree que “el Estado ha invadido un campo que no le pertenece”, invita a los católicos “a exigir que haya libertad no condicionada” en este terreno y a tener más hijos. “Porque, en Europa y en España, dentro de poco sólo habrá hijos de musulmanes”.

El purpurado madrileño estaba ayer en el salón de actos del seminario de Madrid. Como invitado estrella de la presentación de “Aprendamos a amar” (Editorial Encuentro), un proyecto de educación afectivo-sexual, dirigido a jóvenes, educadores, sacerdotes, catequistas y padres católicos. Ante un público entregado, Rouco se lanzó a improvisar. Con mensajes muy claros.

Primero hizo una especie de fundamentación teológica. “Esto es una parte del catecismo”, dijo. Y después apeló a sus propios recuerdos. “Todos hemos sido niños y nos acordamos de nuestras historias”. Para añadir: “Sin la relación directa con Dios no hay método que permita triunfar en estas cosas”.

A su juicio, la sexualidad es algo “delicado” que, además, “se ha descuidado muchísimo en la Iglesia”. Algo que, sin embargo, no hicieron “el demonio y el mundo”. Y tampoco, el Estado. Porque, para el arzobispo de Madrid, “el problema de las relaciones Iglesia-Estado es que éste último ha invadido un campo que no le pertenece. Y ahí está”.

A su juicio, la libertad religiosa no consiste sólo en “libertad de culto”. Por eso invitó a los católicos a “exigir que haya libertad no condicionada también en este campo” de la educación sexual. Para el purpurado, está claro que, en la actualidad, “si se quiere atacar a la fe, se ataca al matrimonio y a la familia. En este aspecto es donde el ataque a la fe es más grave, más central y más decisivo”.

Además, el cardenal hizo una invitación a las familias a procrear. “La sociedades europeas son sociedades de viejos”, se lamentó. Y añadió: “Dentro de poco, en Europa y en España sólo habrá hijos de musulmanes”.
Y terminó con un consejo:“La verdad del amor en el matrimonio y en la familia no se consigue, si no hay ascética del alma y del corazón. Una especie de ayuno interior”.

Antes, el cardenal había escuchado las consideraciones del profesor Juan de Dios Larrú y de su vicario episcopal, Ángel Matesanz. El profesor de la Facultad San Dámaso destacó que el proyecto “Aprendamos a amar” hace referencia a dos ámbitos muy importantes de la vida: la educación y el amor.

Por su parte, el vicario Ángel Matesanz recordó que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer y ahondó en la importancia de preparar mejor a los novios hacia el matrimonio, así como la educación afectivo-sexual de los niños, responsabilidad de los padres y una necesidad, expuso, “urgente” por lo que “no se puede intervenir de manera indiscriminada”.

Pero la intervención más sabrosa y que el cardenal escuchó sin pestañear fue la de Nieves González Rico, directora de la Fundación Desarrollo y Persona. En su larga y amena disertación, acusó al Gobierno de limitarse simplemente a “que los jóvenes aprendan habilidades con el preservativo”.

Explicó el “fenómeno del rollito, que consiste en que los jóvenes hoy ya no se piden salir, sino rollo, si les apetece a ambos”. ¿La consecuencia? “El doble de jóvenes embarazadas que hace diez años”.

Describió a la juventud actual como “jóvenes envejecidos y desgastados en un cuerpo joven”, que no encuentran respuestas a su maduración sexual. Y puso varios ejemplos, ante la mirada entre atenta y divertida del cardenal. “¿Por qué tengo erecciones por la mañana?, se preguntan los jóvenes. Y los manuales les contestan: porque se acumula la sangre en el pene. Habría que decirles: no sólo por eso, sino también porque te estás preparando para amar. Y lo mismo pasa con la lubricación de la mujer”.

Según Nieves González, a los jóvenes “les preocupa el tamaño de sus genitales” y asegura que el prototipo del joven actual es “alto, guapo, culito pimpollo y con tabletas de chocolate en el pecho”. Aseguró, asimismo, que “la masturbación es una válvula de escape” y que, incluso, “se está planteando como un mecanismo de autoestima”.

Y la profesora comenzó a dar consejos a los jóvenes. “El beso no se lo entregues al de la discoteca que no conoces de nada, sino al que te prefiere”. O “aprended a ser amigos y amigas sin ser gays”. Y concluyó, dirigiéndose al cardenal: “¡A ver si en la Iglesia espabilamos y ponemos los medios concretos para educar en este campo!”.

El cardenal sonreía, invitó a los presentes a comprar el libro y terminó contando una gracia y entonando un canto. La gracia: “No sabía yo que los curas tenemos fama de pedir. ¿Qué será los obispos? ¡Unos pedigüeños absolutos!”. Y como colofón el canto, el que más le gusta, con el que se ha identificado y el que entona en todas partes. Su himno preferido, el himno de La Almudena, que canta con su voz cascada por los años, pero todavía afinada.