La cumbre que ayer reunió en el Senado a los presidentes de todas las comunidades duró dos horas y media más de lo previsto, pero dejó todavía en el aire la respuesta del PP a la oferta que el presidente del Gobierno les dejó sobre la mesa para hacer frente al elevado déficit de la sanidad.
José Luis Rodríguez Zapatero anunció una aportación adicional a las comunidades, con cargo a los Presupuestos del Estado, de 1.677 millones de euros, el triple de lo barajado inicialmente. Los populares salieron de la reunión "insatisfechos por la cuantía y por la forma" en que les fue hecha la propuesta, y pidieron tiempo para examinarla "con más tranquilidad".
El próximo martes, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, tendrán que decidir.
"A caballo regalado, no le mires el diente", avanzó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
A la espera d ela respueta de los populares, que debe llegar el martes, lo que parece evidente es que hay dos versiones diametralmente opuestas para una misma reunión. Del «consenso básico» del que habló Rodríguez Zapatero, al «engaño y la burla» que denunciaron los presidentes autonómicos populares media un abismo.
«A caballo regalado...»
«A caballo regalado, no le mires el diente», dijo de manera muy gráfica la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien tras negar que se haya alcanzado un acuerdo con el Gobierno, comentó que no se van a quedar fuera de ningún reparto de nuevos fondos aunque éstos sean insuficientes.
Para Aguirre, es imprescindible es un gran pacto por la sanidad, tal como ella le propuso a Zapatero durante la primera reunión que mantuvieron en Moncloa meses atrás.
Explican C.de la Hoz y M. Marín en ABC que fue el presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, el que habló en representación de los presidentes populares para declarar que se han sentido «defraudados, desilusionados y con mal sabor de boca».
Tras denunciar que apenas tuvieron media hora para poder estudiar la propuesta del Gobierno -se les entregó por escrito sobre las dos y veinte de la tarde, cuando ya llevaban más de cuatro horas de reunión- el presidente del Gobierno vino a decirles, según la versión de Sanz, «aquí tienen esto, lo toman o lo dejan y nosotros no podemos decir a nuestros ciudadanos que despreciamos un dinero que nos propone el Gobierno», explicó.
Los populares criticaron que la cita no hubiera venido precedida de una negociación en profundidad y con transparencia para sustituirla, según denunció el presidente del Ejecutivo riojano, por una estrategia destinada «a ver cómo te pillan, te meten la trampa y te engañan».
Inamovible propuesta del Gobierno
Sanz intentó desmontar las cifras que con anterioridad y en la misma sala había desgranado el presidente del Gobierno a los periodistas. Las versiones contradictorias de uno y otro le sirvieron al riojano para ironizar sobre la acusada tendencia de los interlocutores de Zapatero a interpretar siempre lo contrario de lo que luego transmite Moncloa: «Le pasó a Ibarretxe y a Rajoy».
El enésimo capítulo de este debate se traslada así al martes, cuando en el seno del CPFF (órgano competente para tratar de estos temas) se aborden los criterios de reparto. Será el momento en que los consejeros de Hacienda estudien una propuesta que «el Gobierno no va a mover» y que deja poco margen de maniobra. {pag}
El disgusto de las Comunidades gobernadas por el PP se tornó hasta en ironía cuando Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León, le preguntó a Zapatero si se creía el Tio Gilito, personaje de comic famoso por su tacañería a pesar de nadar (literalmente) en un mar de monedas doradas. La referencia, según muchos de los asistentes, no le hizo gracia a Zapatero.
De entre los responsables autonómicos del PP, acaso uno de los más contentos era el de Baleares, Jaume Matas, dado que se han aprobado partidas presupuestarias especiales por insularidad, de la que se beneficiará también Canarias. El resto no dejó de mostrar su disgusto, actitud que contrastó con la de los regidores socialistas, que llegaron a adelantar las cantidades concretas que llegarían a las arcas de sus respectivas Comunidades (Extremadura, 50 ó 60 millones; Cantabria PRC-PSOE, 22; Andalucía, 600 en dos años; Galicia, 213 anuales; Aragón, 235 hasta 2007...).
En conclusión, para los populares «hablar de acuerdo básico es una verdad a medidas y, a veces, una mentira. No ha habido acuerdo ni en la cifra no en el reparto», sentenció Sanz, que dijo tener un «sabor amargo, a veces de cabreo, ante la falta de respeto y de consideración» del jefe del Ejecutivo.
Zapatero: «consenso básico»
Con ello, Zapatero salió de la reunión -de cinco horas y media- sin el éxito que pretendía para trenzar su primer gran acuerdo autonómico, pero como mal menor se dijo «satisfecho por el consenso básico que se ha producido». En una declaración sin preguntas de la Prensa al final de la Conferencia, Zapatero no entró en excesivos detalles sobre la distribución por partidas de su oferta final. Las prisas por acudir a la comida con los Reyes -ya eran casi las tres y media de la tarde- se impusieron y el jefe del Ejecutivo sólo dio las cifras globales que se plasmarán en un «acuerdo absoluto y definitivo» en el CPFF, que dio por hecho.
Será una oferta cerrada que Zapatero desglosó en tres ámbitos. El primero, de 1.700 millones de euros anuales, que el PP percibe como una «trampa» porque la aportación nueva y directa de los Presupuestos del Estado queda reducida a 500. El resto, hasta 1.700, se corresponde con partidas como aportaciones del Plan de Calidad e Igualdad, el fondo de cohesión sanitaria, la insularidad, los convenios de asistencia a residentes extranjeros... que las Comunidades del PP reclamaban al margen de la concreta inyección presupuestaria automática.
El segundo ámbito es la decisión del Gobierno de adelantar a las Comunidades de 2.730 millones en los próximos dos años con la liquidación anticipada de los impuestos cedidos para que las autonomías dispongan de «cash» ahora y no en 2007, cuando se tendría que hacer la liquidación. Con estas dos cantidades, Zapatero anunció que «ya», en 2005, las Comunidades recibirán 1.365 millones. Igual en 2006.
Y el tercer bloque aludía a su oferta pra conceder más capacidad normativa a las Comunidades para que suban sus impuestos en combustibles y luz. El Gobierno calcula que, de hacerlo, recibirían otros 1.838 millones. Pero a la negativa ya anunciada de las Comunidades del PP, se unió el rechazo generalizado de las socialistas. Por ello, Zapatero admitió que «ha habido un clima mayoritario de que eso no se va a producir».
Por tanto, el deseo del Gobierno de que las autonomías asuman que el esfuerzo debe ser «compartido» no se va a ver satisfecho. Sólo el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista José María Barreda, reconoció que está «estudiando seriamente» aplicar el llamado «céntimo sanitario» en las gasolinas. Los demás no lo harán, ni subirán el coste de la luz a menos de dos años de comicios autonómicos. Muestra del desengaño con el que Zapatero salió de la cita fue una de las primeras expresiones: «El Gobierno va a hacer un esfuerzo» pero, recordó, «no tenía ninguna obligación de realizar ninguna aportación suplementaria». Su afán era poner de manifiesto la generosidad del Ejecutivo en un asunto que realmente compete a las Comunidades.
Además, lanzó un dardo al líder del PP, Mariano Rajoy, a quien el PSOE considera el muñidor de la estrategia global de todas las Comunidades del PP para impedir éxitos de Zapatero. «Hace unos días, algunos se preguntaban para qué sirve el diálogo. Hoy tienen la respuesta», dijo reafirmando que habrá «acuerdo definitivo» en los próximos días. Fuentes de Moncloa indicaron que Zapatero salió «razonablemente satisfecho y con la seguridad de haber hecho los deberes. Lo triste -añadieron- es que el PP convierta la Conferencia en un enfrentamiento de Grupos parlamentarios, diciendo que todo les parece insuficiente, pero a la vez sin descolgarse y poniendo la mano».
Maragall: ¿A quién queremos engañar?
Durante la Conferencia se produjeron momentos de tensión. El presidente catalán, Pasqual Maragall llegó a afirmar que «¿a quién queremos engañar?», toda vez que el dinero puesto sobre la mesa es insuficiente y la receta no solucionará todos los males de la sanidad. No obstante, al salir Maragall tildó el acuerdo de «positivo», «justo para todos» y «nos permitirá salir de la situación en la que estábamos». Manuel Chaves consideró el acuerdo «razonable», pero Rodríguez Ibarra dijo salir con un sabor «agridulce» porque «ya que se abre la caja, lo suyo es que se abra más».