Su columna aparece en la página de Comunicación, bajo el epígrafe "Hojeando / Zapeando" y lleva un título que no deja lugar a equívocos sobre las posturas y opiniones del autor, en lo que respecta al masivo y descalificador el ataque lanzado por Antonio Franco y El Periódico contra la Cadena COPE. La pieza se titula "Liberticidas afincados en la propia prensa" y comienza así:
Es desoladora la reaparición de los liberticidas salidos de las propias filas del periodismo activo para quien ha luchado toda su vida -desde aquellos albores del renovado diario Informaciones, en 1968- por la libertad de expresión, primero bajo una dictadura decadente y torpe pero aún cruel, y luego en una democracia frágil, asentada sobre al menos tantos malentendidos como principios, y servida por demócratas convencidos a la vez que por recién llegados de los totalitarismos más variados.
Lo que está sucediendo con la cadena Cope, cuyo silenciamiento o cierre piden a diario los medios afines al Gobierno socialista y al tripartito catalán, es lamentable. Mucho más lamentable que los exabruptos de un ministro de medio pelo, nacido de la ciénaga de unanimidades interesadas que ha sido la política catalana del último cuarto de siglo. Porque entre los periodistas demócratas debería subsistir todavía el principio que encierra aquella frase atribuida por algunos a Winston Churchill en un intercambio parlamentario: «Señor, estoy en absoluto desacuerdo con todo lo que acaba de decir, pero daría la vida por que usted pudiera siempre decirlo libremente».
Para quienes no esten ya enterados de lo ocurrido, recordamos que el pasado domingo y con un despliegue inusual, El Periódico de Catalunya dedicaba un recuadro en la portada, un editorial y las cuatro páginas del Tema del día a intentar demoler la profesionalidad, la ética y los valores periodísticos de la Cadena Cope y, muy especialmente, los de los conductores de su tres principales informativos: Federico Jiménez Losantos, Ignacio Villa y César Vidal.
El editorial, titulado La Cope, esa inquisición, aludía al frentismo y al guerracivilismo a los que, según El Periódico, incita la emisora católica día a día: «Quienes no vivieron el encono dialéctico que precedió a la Guerra Civil tienen ahora, a través de la Cope, la oportunidad de escuchar en vivo y en directo el tono de unas soflamas parecidas a las de aquella época».
El editorial recuerdaba que «la Iglesia católica está detrás de la Cope» y que, «como deja hacer esas cosas y es culpable», «merece un desprecio activo».
Según El Periódico, la actitud de la Iglesia respecto a la Cope es sólo un reflejo de «las contradicciones que van vaciando los templos y estimula a que la gente se acuerde de la Cope al rellenar la declaración de la renta».
El editorial finalizaba reclamando «una reacción ética y un gran gesto de dignidad de la Iglesia con la emisora de los obispos».
Víctor de la Serna entra de lleno en la polémica y amplía el espectro:
El despliegue de El Periódico de Catalunya, este domingo, contra La Cope, esa inquisición, es la muestra más patente de una campaña también ilustrada por El País o la Ser (que llama a la cadena episcopal «la radio del odio»). [...] Se rasca la epidermis del periodismo progresista español, y una vez sí y otra también, en momentos de seria polémica política o profesional, resurge esa misma tentación irresistible de exigir el silenciamiento, el destierro, el ostracismo, algo así como la muerte civil de quien les lleve la contraria a ellos o al progresismo político.
Cuenta Víctor de la Serna que en un congreso mundial del Instituto Internacional de Prensa, en Venecia (1993), las palabras de Juan Luis Cebrián contra ese «sindicato del crimen» (sí, «the crime syndicate», decía en correcto inglés) que no merecía el nombre de periodismo hicieron correr un escalofrío por el espinazo de cada miembro del IPI.
Y añade que un director de periódico británico, improvisado Churchill del momento, tuvo que levantarse a afearle sus manifestaciones: el valor de la verdadera libertad está en que se pueda manifestar quien más radical y rotundamente discrepe de nosotros, le dijo.
¡Qué cosas tienen esos británicos!
También entra al trapo y esta vez en letra impresa porque lleva 48 horas sin parar de hacerlo por el micrófono, el incombustible Federico Jiménez Losantos. Su columna del diario El Mundo se titula: "Zeta Patasuna".
Afirma Federico que "la batasunización de Zapatero y su cuadrilla es un hecho" y que para comprobarlo, basta ver la campaña desatada contra la COPE, "que es en su estilo y contenidos, en su forma y en su fondo, digna del terrorismo etarra en su rama propagandista, que no por dejar a otros el trámite técnico de apretar el gatillo deja de ser terrorista".
No se anda con rodeos la gran estrella de la COPE:
La campaña de terror que a las órdenes directas del Tripartito han desatado contra la COPE la prensa, la radio y la televisión oficiales u oficiosas de Cataluña es idéntica a la que padecimos los firmantes del Manifiesto de los 2.300, promovido curiosamente por militantes del PSOE indignados con la traición del PSC a su base social y nacional. La concertación mafiosa de medios públicos y privados es copia fiel de las campañas desarrolladas contra la COPE desde 1993 por González y Polanco, más Godó y Zeta, contra Antonio Herrero, García y Luis Herrero. ¿Verdugos? Los mismos de entonces: socialistas, nacionalistas y polanquistas.
Afirma textulamente Federico que "la banda polanquista y sus satélites mediáticos, singularmente El Periódico de Franco en Cataluña, actúan como los Guerrilleros de Cristo Rey y otros grupos ultras en los últimos tiempos de esa dictadura a la que Polanco sirvió hasta hacerse rico y cuyos informativos parapoliciales en TVE aún alcanzó a dirigir Cebrián".
La conclusión de Federico es que Zapatero es el culpable de todo y que la ofensiva contra la COPE es parte d euna estrategia diseñada e impulsada de sde las alturas del poder:
¿Que los que sufrían el linchamiento se revolvían contra los matones? Estos se retiraban y aparecía la policía de uniforme para proteger su huida y cambiar la agresión mafiosa por multas y expedientes. Lo han imitado el Gobierno del PNV y HB-ETA. Lo están mejorando Montilla y Zeta Patasuna (ZP). En Madrid y Barcelona, medios ultras y políticos de la dictadura linchan por turno a la COPE. ¿Diferencias? Los ultras de ayer eran falsos policías; los de hoy, verdaderos sicarios de Zapatero.¿Qué papel se reserva a ETA en esta operación?