- Para poder explicar los escándalos financieros, empecé por estudiar los éxitos empresariales.
-¿Y qué descubrió? -Que, después de mucho trabajo duro durante mucho tiempo, el emprendedor llega a identificar y perfeccionar los factores críticos que hacen a su empresa, por lo menos, un 1% mejor que la competencia.
-¿Sólo un 1% es suficiente para ganar? -Sí, porque los clientes perciben ese 1% como un 10% mejor y por eso le compran un 100% más, y ese círculo virtuoso se cierra si el empresario mima a los
stake holders: proveedores, clientes, accionistas...
-Y ya eres un mago. -Pero ahí empieza el peligro precisamente. El triunfador se ve rodeado de aduladores y sí, señor que le convencen de merecer mejores compañías y ocios que los que tuvo.Yasí se arrima a los grandes del país:
Calisto Tanzi, de
Parmalat, se hizo inseparable de
Berlusconi; Ken Lay, en
Enron, pagaba las vacaciones de
Gerald Ford y
Bill Clinton, con quienes esquiaba en Aspen; recuerden a
Mario Conde y sus singladuras mallorquinas y su honoris causa o el esplendor de
Ruiz Mateos; aquel avión de políticos a Wembley fletado por
Javier de la Rosa o el compadreo de
Gescartera con el PP.
-Todo eso cuesta dinero, claro. -Nuestro triunfador se dota de un halo de impunidad reforzada por su nueva aureola mediática. Si es tan bueno, ¿por qué limitarse a fabricar yogures, embotellar jerez, prestar dinero o cualquier otro negocio convencional en el que haya triunfado? Así contrae el síndrome del rey Midas: quiere convertir en oro todos los nuevos negocios que toca.
-¿Y le funciona? -Sólo en apariencia. Los anglosajones repiten: "Diversificar es empeorar".
Tanzi y su hija montaron en
Parmalat, que era una excelente fábrica de yogures, una agencia de viajes;
Mario Conde se dedicó a comprar medios de comunicación...
-Algo recuerdo de aquellos intentos. -...Y
Ken Lay ni siquiera sabía en cuántos negocios estaba metido, por no hablar de los tejemanejes de
De la Rosa. Descuidas tu negocio central, donde sí sabes crear ese 1% distintivo, y distraes recursos y talentos para dedicarlos a nuevas aventuras en las que ya no eres capaz de generar valor.
-Pero sigues siendo el mejor. -Sólo para los medios. Ya sales en las portadas de papel couché, pero al mismo tiempo tu cuenta de resultados empieza a denunciar que no eres tan bueno como te habías creído.
-
¿Y no lo detectan las auditorías? -En principio, sí. Y eso deberíamos hacer todos: exigirlas... ¡Y leerlas! ¿Sabe usted que un 25% de las empresas del
Ibex maquilla sus resultados habitualmente? ¡Y las auditoras lo denuncian!
-¿Y por qué no las leen los accionistas? -Yo las leo: a menudo es apenas un folio, pero ¡qué pocos accionistas se enteran!
-Luego vienen los disgustos. -Cuando el escándalo surge, casi siempre los auditores ya han avisado.
-Pero nuestro héroe sigue derrochando. -Cree que la empresa es una vaca lechera infinita y empieza a meter mano en la caja convencido de que será un bache momentáneo. Son aquellos 600 millones distraídos de
Banesto o la ropa de lujo de
Gescartera o esos yates y viajes suntuosos que necesitan para seguir huyendo hacia la ruina.Y así acaban por maquillar cuentas a lo grande.
-¿Cómo? -Yo siempre le echo el ojo al capítulo de gastos contabilizados como inversiones. El truco puede durar dos o tres años, pero al final se descubre. Lo hizo
World Com y lo aprovechó también
Enron durante cuatro años, pero al final un auditor lo denunció.
-¿Quién fue aquel héroe? -Un analista de
BNP-Paribas. Denunció la triquiñuela y fue despedido en 24 horas, pero el rumor ya corría como la pólvora.
-Señor analista de Paribas: no sé si tendrá usted trabajo, pero tiene usted mi respeto. -Y el mío. Pero todos los demás controles fallaron: normativas, directivas, informes, el
BNP y
JP Morgan. Todos callaron.
-Y así De la Rosa fue empresario modelo.
-No se trata de que falle la normativa, sino de que no se cumple. Hay que cumplirla.
-¿Cree que vamos a ser más limpios? -Por lo menos lo intento. Muchos economistas colaboramos en la elaboración de códigos de limpieza contable y creo que son el futuro. Cualquier empresa que quiera contratos con la Administración deberá aplicarlos.
-¿Y los ciudadanos qué podemos hacer? -Exigir rigor y claridad. Pedir números y explicaciones sin descanso. Por ejemplo, usted trabajará con cajas de ahorros y bancos...
-... Les debo dinero a casi todos. -¿Por qué algunas cajas y muchos bancos tienen sucursal en las
islas Caimán?
-¿? -¿Qué hacen algunas cajas y bancos en las Caimán? Tienen que explicarnos qué hacen allí a todos: a clientes y a contribuyentes.
-Dicen que son unas islas preciosas. -Paradisiacas. Pero no podemos tolerar que las obras sociales convivan con los paraísos fiscales, y esos paraísos lo serán menos para los evasores de impuestos y el lavado de dinero negro si los ciudadanos estrechamos la vigilancia y exigimos a quienes custodian nuestro ahorro que cumplan códigos éticos.
-¿Usted cree que nuestra clase política es todo lo limpia que nos merecemos? -Estuve en la comisión de finanzas de la Generalitat y estoy en la del Carmel: creo que la mayoría de nuestros políticos son honrados y capaces, por eso es tan importante dilucidar los casos en que no lo son.