Cuenta Sergio Rubin en Clarin que para la Iglesia, cada vez más gente se casa sin estar lo suficientemente madura. El presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional —que estudia presuntos casos de invalidez del sacramento matrimonial por deficiencias en el consentimiento de los cónyuges, entre otras causales—, monseñor José Bonet Alcón, dijo que se observa un aumento de las situaciones en que uno o los dos contrayentes no son plenamente conscientes de las responsabilidades que implica el matrimonio.
En diálogo con Clarín, Bonet Alcón señaló que esto puede llevar a los novios a soslayar el grado de entrega al otro e, incluso, la exigencia de fidelidad, entre otras cosas, Y, en contrayentes católicos, a relativizar el carácter indisoluble del vínculo. Estas concepciones prematrimoniales no solo pueden preanunciar una ruptura de la pareja, sino también —en casos extremos— invalidar el sacramento matrimonial por el rechazo a los requisitos esenciales de un matrimonio religioso.
De hecho, los problemas de inmadurez figuran entre las principales causas por las cuáles la Iglesia puede establecer —luego de un riguroso proceso— que el sacramento no fue válido. No disolverlo, sino determinar que nunca hubo matrimonio. La legislación eclesiástica dice que un matrimonio puede ser nulo porque los contrayentes no estaban habilitados para casarse, o porque no se cumplieron las formalidades del oficio, o porque el consentimiento tuvo un vicio.
En este tercer grupo se encuentran las causales más comunes. Especialmente, un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y obligaciones esenciales del matrimonio. Y cuando una de las partes, o ambas, excluyen un elemento esencial del matrimonio. Cuestiones como la exclusión del carácter indisoluble del vínculo matrimonial religioso, una tendencia irrefrenable a la infidelidad (no un simple donjuan) o la disposición a la procreación.
Con 40 años analizando las problemáticas matrimoniales y más de 20 como presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional, Bonet Alcón dice que la inmadurez puede expresarse en actitudes egoístas que "llevan a ver al cónyuge como un objeto que resulta útil para el placer sexual u otro propósito, pero no como una persona distinta a la que debe procurársele el bien. En el fondo, hay una incapacidad de entregarse al otro".
Para Bonet Alcón, el ambiente cultural actual es una de las principales razones que dificultan el proceso madurativo y lleva a una desvalorización del matrimonio. "El mundo de hoy no predispone mucho para contar con la salud psíquica que exige el matrimonio", dice. "¿O acaso no se fomenta el narcisismo o la incapacidad de sacrificarse por el otro o que el sexo fuera del matrimonio es mejor?", inquiere. Con todo, cree que la crisis que sufre la institución matrimonial —y que acarrea un tremendo dolor a los cónyuges— no es terminal y que la sociedad, tarde o temprano, la revalorizará "porque es lo mejor para la mujer y el hombre".