II GUERRA MUNDIAL

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Dignatarios de 50 países asisten al desfile de la caída del nazismo

PD / Agencias, Lunes, 9 de mayo 2005
El acto conmemorativo se abrió con la entrada solemne en la plaza de la Bandera de la Victoria, el estandarte de la División 150 del Ejército Rojo que hace 60 años fue izada sobre el Reichstag humeante y marcó la caída de Berlín.

En las tribunas, más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, incluidos los dirigentes de Estados Unidos, Francia,  Alemania, España, China y Japón, saludaron con aplausos el paso de la enseña, una bandera roja con una estrella y la hoz y el martillo. También estuvo presente el secretario general de la ONU, Kofi Annan.

El Kremlin busca con estos festejos el reconocimiento mundial del aporte decisivo que hizo la desaparecida URSS a la derrota del nazismo y al desenlace de la II Guerra Mundial: "Con la liberación de Europa y la batalla por Berlín, el Ejército Rojo puso el punto victorioso a la guerra", dijo el presidente Putin en un breve discurso desde la tribuna en la plaza Roja, que fue el principal escenario de los festejos del 60 aniversario de la derrota del nazismo.

En los años de la guerra la Unión Soviética perdió a "decenas de millones de sus ciudadanos" (27 millones de vidas), pero también recalcó que Rusia jamás ha dividido la victoria en "la nuestra y la ajena".

En su discurso Putin recordó que la Segunda Guerra Mundial se vieron involucrados 61 países y casi el 80 por ciento de la población del planeta. "Pero los acontecimientos más cruentos y decisivos que determinaron el drama y el desenlace de esa guerra inhumana tuvieron lugar en el territorio de la Unión Soviética", subrayó.

El presidente ruso tuvo palabras de reconocimiento tanto para los aliados de aquella guerra, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y otros países de la coalición, como para el "valor de todos los europeos que lucharon contra el nazismo", incluidos los "antifascistas italianos y alemanes".

Putin aprovechó la ocasión para hacer un llamamiento a preservar el orden mundial "basado en la seguridad, la justicia y una nueva cultura de relaciones que impida la repetición de guerras calientes o frías". "La historia nos enseña que Estados y pueblos debe hacer todo para no dejar pasar el nacimiento de nuevas doctrinas mortíferas, el crecimiento de nuevas amenazas", dijo el presidente ruso, que hizo hincapié en "las amenazas reales del terrorismo".

El jefe del Kremlin resaltó que "las lecciones de aquella guerra enseñan que la colaboración con la violencia y la indiferencia conducen a horribles tragedias de escala mundial". Putin dijo que la "histórica reconciliación" de Rusia con Alemania es "uno de los logros más valiosos de la Europa posbélica, un digno ejemplo para la política mundial contemporánea".

El himno nacional acompañado por salvas de artillería precedió a la parada militar, que fue protagonizada por unidades uniformadas y armadas como hace 60 años.

En total, más de 7.000 soldados y oficiales y cerca de 2.500 ex combatientes rusos de la contienda han participado en la parada: Infantes, zapadores acompañados de perros, tanquistas, marinos y hasta la caballería cosaca,  volvieron a lucir en la plaza Roja las banderas de las 60 unidades más gloriosas del Ejército Rojo, al son de marchas militares de tiempos desde Pedro el Grande, la I Guerra Mundial y hasta la Gran Guerra Patria, como llaman en la antigua URSS la contienda contra la Alemania nazi.

El momento más emotivo, que los presentes en las tribunas saludaron de pie y con ovaciones, fue la aparición en la plaza de los veteranos de guerra a bordo de camiones que recordaban los vehículos de hace 60 años.

Al término del desfile, en el que también participó la aviación, los jefes de Estado y de Gobierno con sus respectivas comitivas depositaron una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido, situada en los Jardines de Alejandro al pie de la muralla del Kremlin. Allí se han hecho juntos una foto de recuerdo.

{ladillo}Críticas al Gobierno {/ladillo}

El Kremlin ha movilizado toda su maquinaria propagandística para recuperar para Rusia, aunque sólo sea por unos días, la grandeza de la hoy inexistente URSS. Este empeño en los fastos celebrativos le ha valido al Kremlin numerosas críticas por convertir la fiesta nacional en algo "privado" en perjuicio del pueblo.

A la Plaza Roja y al casco histórico solo tienen acceso los privilegiados y los encuentros que tradicionalmente reunían a los veteranos en esta zona han tenido que desplazarse a otras. Las autoridades recomiendan no desplazarse al centro y celebrar los festejos en los domicilios.

Paralelo al programa oficial del Kremlin discurre uno municipal que incluye marchas, competiciones deportivas, conciertos y espectáculos, tanto al aire libre como en recintos cubiertos, que pretende compensar las molestias causadas a los moscovitas.