La exposición "Bios 4. Arte biotecnológico y ambiental" muestra en la Cartuja de Sevilla obras de arte hechas con seres vivos y con robots que interactúan con los espectadores, en lo que trata de ser un avance del arte futuro y de las posibilidades de relación del arte con la ciencia y la tecnología.

Un total de 44 artistas de Europa, Estados Unidos y Nueva Zelanda participan en esta exposición producida por el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) en la que pueden verse obras tan espectaculares como las denominadas "Máquinas histéricas", unos robos de forma aparentemente esférica suspendidos del techo, con ocho brazos articulados cada uno que, al notar presencia de gente, se ponen en movimiento encendiendo y apagando luces y generando ruido.

Muchas de estas obras tienen sensores de luz, de presencia o de temperatura y, al ser estimulados, generan reacciones de orden estético, no práctico, según explicaron en conferencia de prensa el director del CAAC, José Lebrero, y el comisario de la muestra, Antonio Cerveira.

Todas las obras de arte de estos 44 artistas han precisado de su cooperación con científicos o tecnólogos, ya que han necesitado de conocimientos científicos o tecnológicos avanzados, como la máquina que traduce en sonidos y en imágenes sobre la pantalla de un ordenador las reacciones de una raíz de orquídea, a la que se han conectado varios sensores para "traducir" esas reacciones.

Las obras, por tanto, han requerido en todos los casos un debate previo entre artistas y científicos, hasta comprobar hasta dónde podía llegar la imaginación de los primeros con la ayuda de los conocimientos de los segundos.

Hay una gran fotografía efectuada por Ackroyd y Harvey, titulada "Madre e hija" porque, en efecto, muestra la imagen de una mujer y una niña, y que ha sido positivada sobre una superficie integrada por millones de briznas de hierba, que es un material altamente fotosensible, con la que estos dos artistas han creado formas únicas de fotografía viviente.

Se trata de la primera vez en España que se hace una exposición temática y colectiva de esta naturaleza, según aseguró su comisario, quien añadió que este tipo de arte supone un "cambio de paradigma", un paso "del arte contemporáneo al poscontemporáneo" porque, como ha sucedido en otras épocas, se da una convivencia del arte con la ciencia y la tecnología, no como sucedió en el siglo XIX y, sobre todo, en el XX, con una completa especialización y separación entre esas áreas.

Cerveira, que insistió en que ninguna de las obras de "Bios 4" hubiera sido posible sin la contribución de la ciencia, explicó que muchas de estas creaciones precisan de alimento o cuidados, como las que tienen peces o gusanos.

Otras tienen bacterias que se van comiendo el color de la tinta vertida en unas cubetas planas de metacrilato que, colgadas en la pared, imitan los colores y las formas geométricas y abstractas de los cuadros de Mondrian, de tal modo que, al término de la exposición, que se podrá visitar hasta el 2 de septiembre, se habrán quedado todas en blanco, cuando las bacterias hayan terminado su trabajo en esta "pintura viva".

Cada obra se acompaña de una cuartilla -como se hace en algunos cines con cada una de las películas- que ofrece una ficha técnica y explicativa sobre los fines que ha perseguido cada una de ellas y cómo se han resuelto finalmente.