ISRAEL-ECOLOGÍA

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El Mar Muerto desciende a un metro por año pero no desaparecerá

Agencia EFE, Miércoles, 9 de mayo 2007
El Mar Muerto, el lugar más bajo del planeta, se encuentra en una grave crisis ecológica con un nivel de las aguas que desciende un metro por año, si bien los expertos aseguran que nunca desaparecerá.

Situado en la frontera entre Jordania e Israel sobre la llamada falla Sirio-africana, y a más de 400 metros por debajo del nivel del mar, el llamado en hebreo "Mar de Sal" es uno de los lugares más inhóspitos del planeta, con temperaturas que en el verano superan los 40 grados a la sombra.

Estas temperaturas han sido desde tiempos prehistóricos su principal hándicap, ya que generan una evaporación equivalente a 1.050 millones de metros cúbicos de agua anuales, según mediciones en los últimos años.

"El problema que arrastra el Mar Muerto se originó a principios del siglo XX cuando se produjo un crecimiento demográfico considerable y las fuentes que alimentaban el lago se recondujeron al consumo", explicó el geólogo israelí Amir Eidelman en una visita a la zona con periodistas.

A principios del siglo XX la evaporación era idéntica al volumen de agua que ingresaba del río Jordán y de manantiales en la zona, mientras que, cien años después, el déficit es de entre 450 y 650 millones de metros cúbicos.

Esto se ha traducido en un brusco descenso del nivel del agua en los últimos sesenta años -28 metros de altura-, dejando amplias zonas desecadas con consecuencias para el singular ecosistema.

Por un lado, la alta salinidad del agua, que hace flotar a cualquier persona que se baña en ellas, queda depositada en la tierra dejando vastas llanuras desoladas.

La superficie del lago se ha reducido así de 1.000 kilómetros cuadrados a principios del siglo XX a 650 en la actualidad.

Por el otro, la recesión de nivel del agua salada ha roto el equilibrio hidrológico y, debido a la gravitación, los manantiales de agua dulce que alimentan el mar se han desviado a capas más profundas.

Este es el origen de unos gigantescos pozos que en los últimos años han perforado la superficie, causados por la disolución de fuertes estructuras de sal a unos 30 o 40 metros de profundidad.

"Disuelta la sal, la tierra que queda encima se desploma sobre la caverna, arrastrando lo que haya en la superficie", subrayó Eidelman.

Los expertos prevén que, de no emprender medidas enérgicas para resolver el déficit de agua en la zona, el nivel del lago habrá bajado dentro 150 años en otros 150 metros y su superficie se habrá reducido a 450 kilómetros cuadrados.

"Ya hemos visto que el tercio sur, mucho menos profundo que el resto del mar, ha desaparecido completamente", explicó por su parte el hidrólogo Amos Bein.

Pero advirtió, frente a las previsiones apocalípticas, que el Mar Muerto nunca desaparecerá, gracias precisamente a su ultra-salinidad (diez veces más que el Mediterráneo).

"Por pura física, si la salinidad crece, la evaporación se reduce y, en unos 150 años, se creará un nuevo equilibrio en la que las cantidades de agua que ingresan y la que se evapora sean iguales", agregó.

Pero Bein preferiría no llegar a esa situación y abogó por la aplicación de un plan de emergencia en fase de estudio que está siendo financiado por el Banco Mundial.

Se trata del conocido como "Canal de la Paz", un conducto de 180 kilómetros de longitud y dos de alto que trasladaría grandes cantidades de agua del Mar Rojo al Mar Muerto, en una iniciativa conjunta de Israel, Jordania y la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

El proyecto, que costaría entre 6.000 y 7.000 millones de dólares, es estudiado por un grupo de expertos internacionales debido al impacto ecológico que podría tener en toda la zona.

"Las pruebas que hemos efectuado a pequeña escala no sirven para una ecosistema tan grande y cualquier modelo que construyamos conllevará muchos riesgos", subrayó este último experto.

Se teme, añadió Bein, que la composición varíe por la mezcla de agua de mar con una mucho más salada, y genere cambios químicos -como la creación de una capa lechosa superior con alta concentración de cristales de yeso- y biológicos -las bacterias que hay en el agua podrían reactivarse en condiciones de menor salinidad-. Las consecuencias de este último fenómeno se desconocen.

En cualquier caso, si saliera adelante el proyecto, devolver el nivel del lago al de 1967 requerirá entre 30 y 40 años, dado que se necesitaría una prolongada fase de planificación y construcción.

"Después -concluyó Bein- habría que trasladar el agua y a un ritmo de 1.800 millones de metros cúbicos anuales el nivel del mar crecería únicamente medio metro al año".