Enrique de Castro (Madrid, 1943), licenciado en Teología y Filosofía, es un personaje indispensable de la lucha social desde la década de los 70. Conocido como el cura rojo , defiende el Dios del ser humano, no el que ha forjado una Iglesia aferrada al poder. Es la voz de los marginados. Habla con el lenguaje de la solidaridad. Le ha costado más de un disgusto. Como su reciente enfrentamiento con el todopoderoso arzobispo Rouco Varela, que le cerró la iglesia por no respetar la liturgia tradicional. Y es que el cura rojo lleva vaqueros y reparte rosquillas en vez de hostias... Ayer presentó en el Instituto Juan del Enzina de León su libro Dios es ateo , invitado por la organización Corriente Roja. Lo entrevista Verónica Viñas en Diario de León.
-«La fe y la estafa», «¿Hay que colgarlos?» y «Dios es ateo». Los títulos de sus libros no tienen desperdicio...
-Son fruto de una reflexión. ¿Hay que colgarlos? era el grito que estaba en la calle. En cuanto a Dios es ateo , alude a los dioses creados por las religiones. El dios de Jesús no cree en esos dioses, es un dios del ser humano. La fe y la estafa se refiere a que nos han ocultado mucho el Evangelio. Jesús decía: suprimid a los intermediarios; y nosotros hemos vuelto en cambio a una mediación fuerte de la Iglesia.
-¿Por qué la Iglesia se opone a que la escuela enseñe valores como la libertad, la justicia o la solidaridad, que en eso consiste la Educación para la Ciudadanía?
-No creo que se opongan a que se eduque en esos valores. Hablamos de la Iglesia y es un concepto equívoco.
-Me refiero a la Iglesia que detenta el poder.
-A esa Iglesia le asusta perder el monopolio. El ejemplo sería el divorcio frente a la anulación matrimonial. La Iglesia quiere tener la llave. En lo educativo viene a ser igual, no quiere compartir.
-¿Por qué Rouco Varela no entiende que usted reparta rosquillas en lugar de hostias?
-Es posible que hasta lo entienda. El conflicto, en realidad, era sobre el acercamiento de la liturgia al pueblo.
-Sí pero usted tuvo un pulso con el arzobispo de Madrid...
-El motivo fundamental era que nuestra parroquia se ha significado con temas sociales. Hemos hecho denuncias de torturas y malos tratos. Hemos ocupado la Bolsa de Madrid en protesta. Y cuando llegó el PSOE y empezó a aprobar leyes como el matrimonio entre homosexuales, la prensa nos pedía opinión y nuestra voz era muy crítica con el poder de la Iglesia.
-¿Por qué la Iglesia se posiciona siempre con la derecha más rancia y reaccionaria?
-Tradicionalmente ha gobernado la derecha. A la Iglesia se le ofrece tomar el poder en el siglo IV. El Vaticano desde entonces ha sido absolutista. Creía que los monarcas le debían pleitesía. Juan XXIII reconoce esos disparates, pero después de él hay una vuelta atrás. Sin embargo, es una unión ficticia. La derecha sólo hace caso a la Iglesia si le conviene.
-¿Cree normal que en el siglo XXI la Iglesia se siga oponiendo al uso del preservativo?
-No tiene sentido. No hay un código moral en el Evangelio. En Jesús sólo hay una postura de acogida, de compartir. No hay una moral de lo que está prohibido.
-Con los pocos fieles que le quedan a la Iglesia ¿no cree que decir la misa en latín es la mejor forma de quedarse sin ninguno?
-El latín quedará para determinadas élites. Como el cardenal Cañizares, que vuelve a los ropajes principescos, con una cola de siete metros; o las procesiones de los canónigos, que son piezas de museo. La vida es otra cosa y va por otro lado.
-Usted es de las pocas voces valientes que siendo sacerdote se atreve a adoptar una postura crítica dentro de la Iglesia, ¿cuántos disgustos le ha costado?
-No me siento valiente. He tenido y tengo muchos miedos. La fe me da fuerza para superarlos. Te entra coraje por afecto a la gente que sufre, es un grito que sale desde el cariño.
-ETA nació en muchas iglesias y el terrorismo islamista en algunas mezquinas, ¿no es aterrador?
-El primer terrorismo es siempre de Estado. Como el que ejerce Estados Unidos sobre determinados países y del que no se habla. También es terrorismo invadir un continente, saquearlo de recursos y cobrarle una deuda externa. También es terrorismo el que se hace con los pobres que mueren de hambre. Eso provoca reacciones tan violentas como las primeras. La violencia armada no soluciona ningún problema. Es cierto que algunos curas en Latinoamérica se hicieron guerrilleros a partir del sufrimiento de un pueblo. El terrorismo es la respuesta del que no puede más. Que hubo creyentes que se sumaron a ETA, sí; pero ni mucho menos todos los curas vascos...