CARTA AL DIRECTOR

Sánchez no es Rajoy

Sánchez no es Rajoy
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. PD

Sánchez es un político que con audacia y creencia en sí mismo sabe resistir y sus sueños no se desvanecen así como así. Es maestro en despistar y hasta hace equivocar con globos sondas que lanza con más inteligencia que torpeza.
Se alzó a la presidencia del Gobierno no solo por las muchas facilidades que le dio el inepto Rajoy -el registrador funcionario que nunca debió salir del Registro de Santa Pola- sino por la forma que engatusó a los separatistas catalanes con su «Do ut des» o lo que es lo mismo, «Te doy para que me des», pues, obviamente, pensar lo contrario insulta a la más que mediana de las inteligencias. Además, el tiempo descubre la realidad hasta con un descaro supino:

– Los independentistas apoyan a Sánchez en la moción de censura contra el huidizo Rajoy en tanto en cuanto creen que facilitará su autodeterminación.

-Sánchez les va dando largas mientras prepara su candidatura a modo de presupuestos sociales para las elecciones que llegarán más pronto que tarde.
-Para incógnita y estupor de todos, surge, taimada y súbitamente, la figura del relator en la persona de la eximia Carmen Calvo.

-Sánchez recula superficialmente por la presión y vocifera su constitucionalismo.

-Los separatistas no aprueban los presupuestos.
Moraleja: ¿quién engañó a quién?

Por otro lado, Sánchez sabe que los poco fiables políticos vascos, insolidarios, egoístas y ambiciosos en extremo, están siempre agazapados como comadrejas y solo venden sus votos al mejor postor, por eso su compra es más fácil que la de los independentistas catalanes.

También es consciente que los de Podemos sin el apoyo del PSOE apenas cuentan, es un formación políticamente muerta.
El dirigente del PSOE va a jugar también con la volubilidad de muchos de los electores y percibe acertadamente que la soberanía de los votos cambia o se transforma según emociones o sensaciones del momento o de lo que les transmita tal o cual acción. Y decimos esto, porque la concentración de Colón del domingo 10 de febrero, va a tener mucho más recorrido de lo que aparentemente parece ser que fue un momento de exaltación por la unidad de España.

Sánchez, hablando simbólicamente, puede renacer hasta de sus cenizas, por lo que y a priori, como no es fácil despedirse de La Moncloa, intentará volver jugando maquiavélicamente con unos y con otros ahora que ha elegido, forzosa y forzadamente, «dar la palabra a los españoles» para el 28 de abril. Sánchez, el Magnánimo.
De cara a la campaña electoral que se nos avecina tormentosa, iracunda y agresiva, Sánchez parte con una baza que no dejará de utilizar hasta la extenuación ante los que tienen que votar: cómo abortaron sus presupuestos sociales. Él sabe que, en general, el personal poco entiende o se fija en los grandes números macroeconómicos y, sin embargo, no pasa de las cosas que directamente más le afectan: pensiones, SMI de 900 euros, violencia de género en exceso y un largo etcétera.

Usará seguramente lo de Colón y el efecto VOX sobre la derecha en general. Los días previos a la manifestación, después del pinchazo del relator, voceó muy personalmente, a diestro y siniestro, la innegociable unidad de España y la no cesión a un diálogo a modo de negociación con los independentistas fuera de la Constitución. Este efecto llamada produjo automáticamente que el que iba a ir a la concentración no fue y a la vez sirvió para demonizar a la derecha en una vía de escasa moderación, pues no en vano, Sánchez se ha encargado, al menos figuradamente, de dramatizar su ruptura con el independentismo, aunque si retorna a los amplios jardines de La Moncloa, no vuelva a las andadas con los Torra´s y Cia., usando esta vez una portavocía de más luces que las de su actual vicepresidenta.

No hay que olvidar que las próximas generales se llenarán de falsas noticias y de acciones que intenten no solo manipular la opinión pública sino también atiborrarnos de datos falsos. Esperemos que no haya posibles ciberataques del exterior de los que todos sabemos del frio de donde provienen, a pesar de los esfuerzos que se llevan a cabo por el CNI.

Quizá, como el que fuera también presidente del Gobierno, el conservador Cánovas, Sánchez nos diga convencido y con apabullante vanidad:

«Vuelvo para continuar la Historia de España»

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