Suma cum laude el Sánchez ha obtenido,
-Si hace algo es todo lo contrario-,
En no hacer nada de lo prometido:
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Como en la Misa, es justo y necesario,
Porque tal que Dios lo tiene merecido,
En torno a su altar,… ¡una de incensario!,
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Ya que en la Moncloa el Niño ha nacido,
Para él Navidad es todo el año,
Y al Dios verdadero hay que darle ejido,
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-Carretera y manta se decía antaño-;
Dueño y señor de la verdad, en su nómina
Tiene asiento la mentira sin daño
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Alguno a la inteligencia y a la lógica;
El principio de contradicción: un astro
Que en su firmamento riela fuera de órbita,
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Una finca donde no hace pie el catastro,
Y, dado a más metáforas, ya roto,
Sin arreglo, un búcaro de alabastro;
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Estando pues el Sánchez como una moto,
Lanzado por los páramos de lo humano
Y de lo divino, si no se le pone coto,
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Y así estamos sin darle la mano
Para que se apee del Falcon de su ego,
Fijo seguirá dándonos por el ano…
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Con todas estas premisas, desde luego,
Este epitafio es justo y necesario
Se ponga en su tumba en latín y en griego,
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-Que en romance hispano más bien fue precario:-
«Yace aquí el tal Sánchez, quien, siendo lego,
Se hizo Prior, creyéndose que, plagiario,
Nos estaría in eternum dando el pego».