Artículo de opinión

Jose Palacios: «…SON BIEN PREMIÈREMENT, ET PUIS LE MAL DE D´AUTRE…»

Jose Palacios: "…SON BIEN PREMIÈREMENT, ET PUIS LE MAL DE D´AUTRE..."
Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (PODEMOS) a las puertas de La Moncloa. EP

No se me acusará de exagerado cuando afirmo que, en la política española de las últimas décadas nunca existieron errores tan sobresalientes y que ocasionaran tantos males, y tan variados, como los obrados por el «Doctor No» durante su presidencia del gobierno «Frankenstein«. Constituyó un Gobierno que, a sabiendas de sus ministros, actuó como mera marioneta presidencial para anclar en la cúspide del poder al señor Pedro Sánchez. Un Gobierno que ha estado subordinado a los mandatos que, uno tras otro, con correcciones incluidas, manaban de la Moncloa como ráfagas dictatoriales.  (La tesis de Pablo Iglesias: Un refrito lleno de autoplagio y errores de ortografía)

Una muestra palpable del autoritarismo presidencial la hemos tenido en los «decretazos de los llamados viernes sociales»; han sido decisiones del Consejo de Ministros que aprobaban disposiciones dirigidas, específicamente, a determinados sectores de la sociedad, sin valorar el coste económico y social que, tranquilamente, han diferido en el tiempo con el único fin de arañar votos de aquí y de allá. A tenor de los resultados electorales, el fruto envenenado para el gobierno, «juguete» del señor Sánchez, ha sido más que satisfactorio. (La tesis de Íñigo Errejón: El «tontoplagio» de Platón y Sócrates )

Pero ¿y para los españoles que aún queremos ser gobernados? Pues el asunto está en el aire. Sin embargo, de ese estilo de gobierno dictatorial sí podemos extraer una conclusión que, una vez diseccionada, resultará nefasta y nos obligará a replantearnos nuestro deseo de seguir siendo ciudadanos gobernados; y el colofón es el siguiente: Para que una «familia» o «grupo de personas» prospere en España, con la Economía Política de este Gobierno, es imprescindible que otras salgan perjudicadas.

En eso ha consistido la política de estos últimos meses, en incentivar la confrontación social. Todo estará muy bien cuando mi familia o mis allegados, incluso yo mismo, salgamos beneficiados por los «decretazos», pero ¿cómo le habrá afectado a nuestro vecino?, ¿le habrá perjudicado? Parece diáfano que con Decretos electorales la gobernanza no es para todos, y que otra solución no existe; o no le interesa a quienes teóricamente nos gobiernan.

Evidentemente, el «socialismo» se ha «podemisado», incluso se ha «soberanisado» con los «decretazos» y la falta de frugalidad estatal del señor Sánchez; pero la ley marcial implantada en España, en base al principio del «poder es mío y solo mío», así lo exigía. La emergencia era incuestionable, no fuera ser que nuestro presidente tuviera que dejar de utilizar el preciado Falcon o que no dispusiera de medios estatales suficientes para disfrutar de un avión más confortable.

La confrontación económica y social en España, una vez ocupe la gobernanza efectiva el señor Sánchez, estará al caer, y máxime si el «Presidente» se hace acompañar del runrún populista que todo lo emborrona de color «confrontación-morado». Alguien, quien pueda, deberá informarle a nuestro presidente que las intrigas palaciegas de la Moncloa, la sorpresa imaginada y la real o fingida debilidad de los demás partidos políticos no van de la mano del «buen hacer político».

Las demostraciones dictatoriales del señor Sánchez han sido demasiadas, más de las necesarias, y que, desgraciadamente, corroboran la frase de La-Fontaine que encaja con nuestro presidente: «…Son bien premièrement, et puis le mal de d´autre…». Esos son sus objetivos prioritarios; la «buchaca» y, después… su «buchaca». Y lo de servir a los ciudadanos…, eso, como la honradez y la vergüenza, es un tema trasnochado. Sin embargo, al enfrentar durante dos segundos las actuaciones del Gobierno y la frase de La-Fontaine, me atrevo a afirmar que el señor Sánchez preferiría darle la vuelta a la «frasecita»: «Primero el mal de los otros…, y el bien mío después».

Sí, esta última se adapta perfectamente a su talante (¿recordáis ZP?).
Y todo esto que vivimos en España, ¿por qué?, pues el porqué debemos buscarlo en el modo de sentir y de actuar de los españoles; no nos importa que nuestro «Presidente» «plagiara» su tesis doctoral; ni que colocara a su mujer como directora del Africa Centre, y sin tener que fichar; ni que «enchufe» a sus amigos en diferentes organismos cobrando un pastón; ni que se alíe, hasta ahora políticamente, con aquellos que quieren romper la unidad de España, sí, esa misma España de hombres y mujeres que, teóricamente, el señor Sánchez debe administrar como un buen padre de familia para lograr el bienestar del máximo número de sus conciudadanos; ni que utilice como recurso político la mentira palmaria; ni que sea tachado públicamente de mentiroso patológico o que esgrima el «falso testimonio» ante la autoridad moral que es el «pueblo»; ni que utilice los medios del Gobierno de España para pagar los gastos electorales del partido que dice representar; ni que maneje los medios del Estado a su antojo y para uso personal; …, l@s español@s somos así (me he aficionado a la @ podemita); parece que los españoles valoramos el engaño, la seducción, la mentira y el amaño como un «Don divino». Somos así; la «frasecita» creo que nos la podemos colgar casi todos.

 

Los enemigos de España siempre han sido numerosos, y será por eso por lo que, ante la aritmética parlamentaria, el señor Sánchez no renuncia a los cálculos matemáticos para lograr una efímera «hegemonía parlamentaria».

Son muchos, ¡muchísimos!, los que, declarándose socialistas, se sienten avergonzados por el modo de actuar de su líder, aunque son incapaces de votar a otro partido, votar en blanco o abstenerse. Será por eso de la rutina y la mente estrecha, o puede que incluso comprendan que los abusos recientes del «partido socialista» y del señor Sánchez no deberían tener cabida en nuestra democracia, sin embargo, esgrimen la esperanza que la cosa cambie una vez que consolide la poltrona su presidente, ¡el de todos!, y balbucean que han votado y van a votar tapándose la nariz y los ojos. En fin, la cobardía tiene muchas caras.

Pedro Sánchez nos enumera para las elecciones del 26 de mayo los principios básicos de la política socialista, y dice: «Estos principios son los seis pilares sobre los que vamos a construir todos los acuerdos con el resto de fuerzas políticas del cambio». Pero ¿quiénes son las «fuerzas políticas del cambio»? ¿El Populismo Podemita de «extrema izquierda» que busca la confrontación permanente de españoles para su gloria? ¿Los soberanistas supremacistas que anhelan romper a la unidad de España en su beneficio? Señor presidente en funciones; «dime con quién andas, y te diré quién eres».

Y unas interrogantes más, ¿siempre es preciso cambiar para mejorar?, ¿debemos cambiar la rueda por algo que gire más rápido? ¿Es «socialismo» anteponer al PSOE y a su líder del resto de España? ¿Las actuaciones del Gobierno del señor Sánchez son una muestra de lo que realmente es el socialismo? Y, si no es así, ¿en nombre de quién y para quién gobiernan? El bien de España y el de los españoles no pasa por reclamar a los demás lo que no estamos dispuestos a dar…, eso tampoco es socialismo, ni lo es el «enchufismo», ni desvalijar amparándose en la legalidad, ni utilizar la ley del embudo, ni…, y los «verdaderos socialistas» lo saben.

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