No son Bromas

De moros y cristianos

De moros y cristianos
Musulmanes, Islam y manifestantes islámicos. ER

Nosotros, no España, sino lo que se conoce como el mundo occidental, tenemos una educación y unos principios cristianos, aunque no vayamos a misa, la base de nuestra sociedad está inspirada básicamente en las normas que predicaba Cristo y lo que se ha ido añadiendo, todos pertenecemos a una comunidad cristiana, incluso los ateos. No es una religión sino una conducta social.

Se viene hablando mucho de la nacionalidad europea de los yihadistas, ahora por ejemplo se dice que algunos de los terroristas de París, son franceses, igualmente que ese asesino que solía aparecer en los videos degollando periodistas y cooperantes, se decía (parece que han terminado con él) que era inglés, y se habla igualmente del número de españoles, franceses, ingleses etc. que se unen a esa fanática guerra santa del llamado Estado Islámico.

Dicen algunos que se trata de gente marginada, agobiada por las condiciones económicas y que se trata de una reacción a su desesperación, algunos, los buenistas de siempre, dicen que la solución está en combatir la causa, no en devolver el golpe, el líder de Podemos, por ejemplo, decía que la solución no es la «venganza», y por ello se negó a adherirse al pacto anti yihadista. Se podría estar de acuerdo en ello, solo que los resultados empezarían a verse dentro de veinte años, y el problema es de hoy, pero una cosa no impide la otra.

Pues bien, aunque desde un punto de vista administrativo, se puede decir que son europeos, la verdad es que no son nacionales franceses, ni españoles, ni ingleses, porque la nacionalidad es un sentimiento una cultura, no un número de pasaporte, y las naciones las constituyen colectivos de personas que comparten ese sentimiento nacional, y esa cultura, todos los que no los comparten, son extraños a nuestra comunidad, que es lo mismo que decir extranjeros, por mucho que nacieran en España y nunca hayan salido de aquí.

Pero claro, aquí lo que cuenta es el número del DNI y en este sentido, si que se puede legislar, porque en España rige el principio de Ius sanguini, o sea, que quien da la nacionalidad, son los padres, y el hecho de nacer en España, no da la nacionalidad de origen, que es irrevocable según la CE. Por lo tanto no debería darse la nacionalidad española a los hijos de quienes no están integrados, y sobre todo bien asimilados a nuestra sociedad.

Hay un ciclo migratorio que se viene repitiendo: llega una familia del Magreb, regulariza su situación, y en cuanto sus hijos varones alcanzan cierta edad, para evitar que pierdan sus raíces, les buscan una esposa en su pueblo de origen, en el Magreb, o de donde sea que proceden, piden la reagrupación familiar, y la traen a vivir a España con su marido, como no trabaja, se dedica a educar a sus hijos y dado que nada la ata a España, les educa como lo haría en su pueblo natal.

Los hijos van a la escuela, pero como en la escuela ya no se inculcan nuestros valores tradicionales y nacionales – no vayamos a hacer algo que se parezca a lo que se hacia durante el régimen anterior- , pues no tiene mas principios que los que ha aprendido en casa. Algunos de esos principios son de la Edad Media. En resumen, la mayoría de los musulmanes no se integra nunca, es como una rueda que va dando vueltas.

En Francia, hay oficialmente unos cinco millones de musulmanes, -se dice que quizás sean incluso diez millones-, pues bien, aunque muchísimos se han integrado, existe una especie de segunda nación, dentro de la nación francesa, que no se integrará nunca. Aunque a menor escala eso es lo mismo que ocurre en España.

El que las mujeres árabes, vayan vestidas con la cabeza tapada y una especie de bata que les llega a los pies, no es una cuestión cultural, es una discriminación por sexo, porque los hombres, por muy devotos que sean, se visten como les da la gana, pero sobre todo, es una demostración de que el entorno social en que viven, no les importa, o sea una muestra de su renuncia tácita a la integración, nunca se ven mujeres árabes departiendo con mujeres españolas, y menos con hombres, viven en un mundo aparte.

Esto no puede continuar así, esos que vienen huyendo del hambre, son dignos de respeto porque todos tenemos derecho a la vida, pero a su vez deben respetarnos a nosotros porque les damos acogida, si quieren quedarse y disfrutar de lo que nosotros hemos conseguido, deben estar dispuestos a integrarse plenamente en nuestra sociedad, y si no quieren comer carne de cerdo, ni beber alcohol, están en su derecho, pero los que no se asimilen, no pueden quedarse.

Basta ya de multiculturalismo y buenismo, el que quiera quedarse en España, debe demostrar que se siente como uno de los nuestros y para ello debe vestir como nosotros, hablar nuestra lengua y ser investigado acerca de su modo de vida antes de otorgarle la nacionalidad o incluso la residencia permanente. Y por supuesto, asegurarse de que las reagrupaciones consisten en traer miembros consolidados de cada familia y no importaciones de esposas, para impedir que los hijos no se mezclen con personas locales, o «contaminadas de la cultura de los infieles», que les dan de comer.

Y ya está bien de ser tan políticamente correctos, esto es España, si no queremos que se convierta en una segunda edición de «Al Andalus», no votemos a políticos inocentes y buenistas.

No es broma.

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