Este 14 de mayo de 2015, escribe Ignacio Camacho en ABC una columna titulada ‘Tertulianización’ en la que arranca diciendo:
La banalización de la política ha aproximado las campañas electorales a aquel concepto sombrío de la vida según «Macbeth»: cuentos contados por idiotas, llenos de ruido y furia, carentes de sentido. Gente que no tiene nada que decir hablando para gente que no tiene ganas de escuchar. Tonterías desparramadas.
Añade que:
Cuando un tipo sensato como Albert Rivera incurre en la improvisación, la ocurrencia o la desmesura -ay, qué caro puede pagar su arranque de fundamentalismo generacional, su prepotente liquidacionismo de «joven guardia»- es porque la campaña se le hace demasiado larga.
Y concluye que:
La hipótesis más desalentadora sería la de que fuese cierto, la de que la sociedad sólo atiende a la gestualidad de la astracanada y es proclive a comprar la ruidosa quincallería de baratijas ideológicas. La de que el share es un correlato de las urnas. En ese caso la pretendida, suspirada regeneración habría desembocado en una democracia de Operación Triunfo.