Antonio Casado

Cifuentes cae de pie

La nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, cayó de pie. Ha sido la política de moda durante la semana que termina. Su toma de posesión del jueves en la sede de la Puerta del Sol se convirtió en punto de cita de la cúpula del PP y casi todos los ministros del Gobierno Rajoy. Nadie lo hubiera dicho hace un par de meses, cuando Mariano Rajoy la empujó a entrar en campaña sin el debido arropamiento de la organización regional del partido.

Contra viento y marea fue escalando en los sondeos y al final le dio la vuelta a las previsiones, que esperaban una mayor facturación electoral de Esperanza Aguirre en la capital que, al fin y al cabo, es el gran yacimiento de votos en el conjunto de la región. Pero fue Aguirre la que vino a quedarse en la cuneta mientras Cristina Cifuentes lograba retener para el PP la presidencia autonómica en la que reina este partido desde hace veinte años. Acabó ganando las elecciones pero no por mayoría absoluta.

Con los 17 escaños de Ciudadanos, ya es la quinta presidenta de la Comunidad, después de haber denunciado en su discurso de investidura el tóxico apareamiento entre política y corrupción. Así nombraba la soga en casa del ahorcado, si tenemos en cuenta que son compañeros de su partido los que más han frecuentado los casos de corrupción registrados en la Comunidad durante los últimos años. También aprovechaba de ese modo la ocasión que le ha brindado Ciudadanos de sumarse a la cruzada contra tales prácticas, prometiendo demostrar con hechos que el servicio público es incompatible con la corrupción.

Tanta expectación y tantas adhesiones ha despertado la exdelegada del Gobierno en Madrid, por su forma de ejercer la política, cercana, empática, dialogante, sin aristas, sin agresividad, sin arrogancia, que su salto al poder regional dejó en segundo plano el excelente discurso del exministro Angel Gabilondo, candidato por el PSOE, durante la sesión de investidura llevada a cabo a principios de esta semana.

Además de tener un emotivo recuerdo para una hermana fallecida hace dos años y medio y para su padre, fallecido recientemente, Cifuentes anunció en su toma de posesión «un proyecto nuevo de Comunidad en un tiempo nuevo». Marcó distancia con sus antecesores al anunciar que gobernará «sin ataduras», sin dejar de agradecerles los servicios prestados. Por un lado, a Gallardón (1995-2003). Por otro, a Esperanza Aguirre e Ignacio González, los sucesivos presidentes durante la legislatura cancelada en las elecciones del pasado 24 de mayo.

En su hoja de ruta figura un compromiso muy valiente con la regeneración de la vida política. No necesitaba forzarlo como una de las setenta y tantas condiciones exigidas por Ciudadanos para otorgarle el apoyo de sus 17 escaños. Y lo mismo puede decirse de su renuncia a las políticas privatizadoras de sus antecesores, sin olvidar la bajada de impuestos, las auditorias externas, los desaforamientos, los mandatos presidenciales de ocho años como máximo o la despolitización de Telemadrid.

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