LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Ignacio Camacho descabella a Pedro Sánchez: «La propuesta de Iglesias le dejó en una patética imagen de inferioridad»

"El socialista está dispuesto a negociar que le concedan unas migajas de su propio plato"

Ignacio Camacho descabella a Pedro Sánchez: "La propuesta de Iglesias le dejó en una patética imagen de inferioridad"
Pedro Sánchez. Youtube

El vuelco dado al panorama político español tras el órdago de Pablo Iglesias, la reacción inane de Pedro Sánchez y la cintura de Mariano Rajoy al no dejarse empujar a la piscina de una envenenada sesión de investidura ocupa toda la atención de los articulistas de la prensa de papel de este 23 de enero de 2016.

Quien se lleva todos los palos es Pedro Sánchez. El líder socialista queda retratado como un ambicioso de tomo y lomo que será capaz de vender su alma al diablo con tal de que le dejen mandar…aunque sea un ratito.

Arrancamos en ABC y lo hacemos con Ignacio Camacho que deja a Pedro Sánchez a la altura del betún por no saber reaccionar ante el órdago a la grande de Pablo Iglesias confeccionándole el Gobierno a gusto de las exigencias podemitas:

Envido a la grande Pablo Iglesias con un órdago a Pedro Sánchez… y fue Rajoy el que aceptó el envite para acabado desparramando las cartas. El presidente es un político de madera pero hasta la madera reacciona a los cambios de la temperatura ambiente. El paripé de una investidura fallida carecía ya de sentido antes de que el líder de Podemos le ofreciese al del PSOE la presidencia honorífica de un Gobierno de extrema izquierda; después de esa maniobra era un elemental disparate incluso para un dirigente de natural pasivo y talante hierático. El movimiento marianista obliga a barajar de nuevo los naipes, y aunque no le devuelve la iniciativa desbarata la estrategia de un Pedro Sánchez repentinamente menoscabado.

Detalla que:

A Iglesias hay que reconocerle su instinto para provocar un vuelco en una partida que se jugaba al trantrán, entre mutuos compases de cautelosa espera. Con una mezcla de osadía y condescendencia le confeccionó a Sánchez un Gobierno y se autonombró vicepresidente en una oferta humillante. Un Gabinete de Podemos con una especie de Presidencia de honor. Inaceptable. Cualquier político pertrechado y con cuajo lo habría mandado a hacer puñetas en el acto, por autoestima y por principios, pero el candidato socialista se quedó bloqueado con una sonrisa mal compuesta. Ofreció una imagen patética de inferioridad: desprevenido, inerme, incapaz de reaccionar ante un farol tan desahogado. Ha enseñado tanto su única carta que se la han terminado birlando. Y en vez de poner en su sitio al autor de una maniobra tan arrogante, le tendió la mano como quien le suplica a un atracador que le deje algo de dinero para volver a casa. Al declarar que los militantes no entenderían el desacuerdo se reconoció rehén del tipo que lo estaba despreciando. Dispuesto a negociar que le concedan unas migajas de su propio plato.

Concluye que:

Por la tarde, Rajoy hizo lo correcto y casi lo necesario. Lo que corresponde, en primer lugar, al respeto por sus siete millones de votantes, y en segundo a su propia dignidad, la de un gobernante que no merece someterse a un vapuleo gratuito y premeditado. No depende de sí mismo y por tanto si lo van a echar que al menos no lo utilicen de coartada ni como entretenimiento para una becerrada a mantazos. Pero además hizo lo que convenía a la situación: una retirada táctica que obligue a sus adversarios a definirse sin tomarlo como referencia. El paso adelante de Iglesias y el paso atrás del presidente trituran los planes de Sánchez, le trastornan los tiempos y lo emplazan a gestionar su ambición sin parapetos. Tiene delante a un Podemos crecido y retador y detrás a un PSOE estupefacto, y no puede estar seguro de nadie ni de nada excepto de que su sueño se ha complicado. Hasta el jueves se sentía pisando sobre seguro; desde ayer se desliza por un pavimento jabonoso. A él sí que le van a dar pero bien. Lo extraño es que no parece importarle.

Salvador Sostres considera que Pablo Iglesias ya ha dejado ver sus verdaderas cartas, aniquilar al PSOE y auparse al poder sin tener que depender de ningún otro partido:

Pablo Iglesias pretende acorralar al PSOE, pero no con la voluntad de llegar a un acuerdo, sino para suplantarlo e incluso, si puede, aniquilarlo. Podemos no quiere pactar con el PSOE, pero intenta escenificar lo contrario, en el mismo y peligroso juego de la CUP con Convergència.

El propósito de la extrema izquierda es sustituir a los socialistas: y tal como la guerra en Cataluña no es contra España, sino por la hegemonía en el soberanismo, el primer objetivo de Podemos no es derrotar al PP sino superar al PSOE; y el odio a Rajoy es sólo un pretexto, una palanca.

Asevera que:

El presidente del Gobierno no se ha dejado utilizar, ni a él ni a los siete millones de españoles que le han votado, y ha declinado ser candidato a la investidura; en una demostración más de que la mayor parte de las veces, la labor de un gobernante consiste en no hacer nada, que es también hacer algo. Rajoy, permaneciendo y sin perder la calma, ha dejado en ridículo al independentismo en Cataluña tal como dejó en evidencia a aquella Rosa Díez gritando lo del rescate, exactamente igual que a este Pedro Sánchez, que en las próximas semanas tratará inútilmente de cuadrar una aritmética imposible y unas alianzas que ni son razonables ni en cualquier caso se las ofrecerían gratis.

Sentencia que:

Pablo Iglesias se ha movido con cinismo, Rajoy ha driblado con audacia, y Pedro Sánchez se ha quedado desorientado en su indigencia y su horterada. Hace años que los socialistas acaban haciendo el mismo y triste papel: tal vez deberían reflexionar sobre si su estrategia es la adecuada.

Podemos ha soltado el señuelo, Rajoy ha esquivado el golpe, y ahí va Pedro Sánchez, directo hacia la piedra, y creyendo que el acelerador es el freno de mano.

Ramón Pérez Maura tampoco deja bien parado a un Pedro Sánchez al que recuerda que lo único que pretende hacer Pablo Iglesias es imponer en España el mismo modelo que él aconsejó a Hugo Chávez en Venezuela. Vamos, que mejor ir aprovisionándonos de víveres básicos como copie punto por punto lo que parió el ‘Gorila Rojo’:

Acertó ayer Rajoy. Por la mañana Pablo Iglesias hizo un embate al PSOE y lo único que supo replicarle Sánchez fue que «nuestros votantes no entenderían que no nos pongamos de acuerdo». Llega el candidato que ha quedado tercero y se pone a repartir carteras y el hombre que hasta ahora había demostrado que su único afán es ser presidente del Gobierno a cualquier precio se encontró sin respuesta adecuada. Hasta un socialista con galones, como Alfredo Pérez Rubalcaba, reconoció que la iniciativa de Iglesias era humillante para el Partido Socialista.

Señala que:

Sánchez tuvo la ocurrencia de proponer un programa basado en «ocho ejes» que no tenían desperdicio: «Una recuperación económica justa», supongo que porque el PP la quería injusta; «un pacto educativo que suprima la LOMCE», pacto que negó cuando se lo ofreció el PP; «recuperar el Estado de Bienestar» cuando España tiene uno de los estados de bienestar más amplios de Occidente; «garantizar el Pacto de Toledo» como si el PP quisiera hundirlo; «un pacto para regenerar la vida democrática» porque va a ser que él no va a llegar al poder por vías democráticas; «un pacto contra la violencia de género» por la que el PP no debe haber hecho nada en cuatro años; «un impulso a la construcción europea», pero suponemos que de una Europa diferente a la que se dieron los europeos en las elecciones de 2014, porque los resultados electorales no siempre son lo suficientemente «democráticos» para Sánchez y «una reforma constitucional» que hasta ahora era una prioridad y ayer Sánchez anunció como última de sus ocho prioridades. Y lo hizo así porque esa filfa de «ocho ejes» no puede ser rematada con una reforma constitucional sin que esa reforma la respalde el primer partido de la Cámara Baja y el que tiene la mayoría absoluta en el Senado. Que resulta que es el Partido Popular (con perdón).

Recalca que:

Ante la evidencia de que Sánchez e Iglesias habían entrado en fase de negociación, con una mayoría de escaños sobre el PP, Rajoy hizo anoche lo único sensato: paso atrás y que la alta dirección del PSOE el próximo 30 de enero tenga que ratificar la entrega del partido a Podemos y a las fuerzas independentistas que quieren romper España. El empeño de Sánchez porque Rajoy se sometiese esta próxima semana a la investidura pretendía que el propio Sánchez pudiese comparecer ante los suyos el día 30 haciendo inevitable el respaldo de su comité federal ante la derrota de Rajoy. Ahora tiene que justificar por adelantado que el PSOE dé el paso suicida para la organización, de unirse con formaciones con las que ideológicamente no comparte elementos tan básicos como entender qué es España.

Y dice que Iglesias está en lo que está, atiborrarse de poder:

Intentando demostrar control del escenario, Pablo Iglesias apareció ayer en el Palacio de la Zarzuela vestido de camarero en fanea de recoger el restaurante. Ya sin chaqueta ni corbata de lazo, pero con la camisa blanca remangada. Cualquier cosa menos demostrar con su indumentaria el más mínimo respeto al jefe del Estado que nos representa a todos los españoles. Y a continuación demostró su apego por la casta, repartiéndose las carteras a las que sólo le faltó poner nombres propios: Defensa para el general de Zapatero, economía para la millonaria Bescansa… Una cosa dejó bien clara: las lecciones que él y los suyos enseñaron a Chávez se las aplica a sí mismo. Pide los ministerios de Defensa, Interior y el CNI, los elementos con los que Chávez impuso la revolución bolivariana. Ahora, que decida el PSOE.

En El Mundo, Lucía Méndez destaca la especial capacidad de Mariano Rajoy para aferrarse al cargo aunque desde fuera pueda parecer todo lo contrario:

Todos los diarios publicaron este viernes 22 de enero de 2016 que Rajoy comunicaría al Rey que estaba dispuesto a someterse a la investidura. 24 horas más tarde, Rajoy comunicó al Rey que no estaba dispuesto a ir a la investidura. El estupor me llevó a consultar con personas que acreditan varios Masters en Mariano Rajoy y que ya me habían advertido sobre el particular, sin que yo alcanzara a creer hasta dónde puede llegar el presidente el funciones. Ni uno sólo de los analistas políticos que conozco está siquiera en primero de carrera de esa asignatura tan compleja llamada Mariano Rajoy.

Dice que:

Esto es lo que me dijeron los expertos en líderes tan raros como el que nos ocupa. «Él nunca dijo que se sometería el primero a la investidura, sólo que estaba dispuesto a ir a la investidura. Sin decir cuándo. Él funciona siempre ganando tiempo y con aliados que actúan antes que él y por tanto se precipitan. En 2003, Rajoy dejó que Rodrigo Rato corriera como un caballo loco en el hipódromo de la sucesión de Aznar, mientras él esperaba en el despacho tranquilamente y sin sudar. Ganó la carrera. En 2008, Esperanza Aguirre y otros influyentes comunicadores -con el aliento de Aznar- se echaron a la calle desesperadamente para relevarle en la Presidencia del PP y nunca llegaron a su destino. Rajoy les ganó con los barones y los avales. En su lógica personal, la aceleración de pablo Iglesias y la osadía de Pedro Sánchez le han brindado en bandeja la posibilidad de evitar el abucheo de la Cámara. Sánchez se ha precipitado. Si fracasa en su intento de formar Gobierno, ahí estará él, como siempre y dónde siempre. Esperando que los demás se estrellen contra el muro».

Y asegura que:

Y así las cosas, a quién coño va a importarle la seriedad y la credibilidad presidenciales. «Lo único serio al final en la vida es ser serio». Es una de las frases favoritas del presidente en funciones. Él sabía desde el día de las elecciones que Sánchez tenía más partidos dispuestos a votarle que él. ¿A qué ha venido la película que ha rodado La Moncloa? Da igual. Los arúspices seguirán diciendo que este Rajoy es un genio de la estrategia, un hacha de la táctica y un virtuoso de la espera. El tío más inteligente que vieron los tiempos. El maestro de la esgrima política. Si le sale bien esta jugada, que le nombren presidente vitalicio. Sin elecciones.

Rafael Moyano habla de cómo se la ha metido doblada Pablo Iglesias a Pedro Sánchez:

De cero a cien en cinco segundos. Como en los anuncios de coches potentes, así va Podemos. Si muchos interpretamos su toma de posesión en el Congreso como una performance, un guiño circense pero legítimo a quienes les han votado, lo de ayer es la demostración del subidón que tienen. Ya no es una cuestión de más o menos escaños, es que ellos se lo creen y entre todos los demás le hacen más grande. La comparecencia de Pablo Iglesias y sus ministros tras la entrevista con el Rey es un acto de prepotencia como se recuerdan pocos en la política española. ¿Iglesias prepotente? «Me van a dar… pero bien», como diría la presentadora de Antena 3. Pero este alarde de poder, que no es que esté fuera de los cánones, es que produce cierto bochorno, forma parte de una nueva manera de hacer política basada en la seguridad de quien se siente en posesión de la verdad.

Subraya que:

«Mira Pedro, mientras tú estás con el Rey, que yo ya he estado, y para no perder el tiempo, te voy a enseñar la manera de hacer las cosas. Y tú, Alberto Garzón, estate atento a lo que voy a decir, que luego te llamo para explicarte lo que vas a hacer». Ése es el mensaje que quisieron lanzar. Somos los más listos y, además, estamos acelerados. La presentación del futuro vicepresidente y su equipo ministerial estuvo medida: aquí te traigo a los garantes de que se ejecuten los puntos clave del programa de gobierno que vamos a acordar. Con Carolina Bescansa blindaremos los derechos sociales. Victoria Rosell emprenderá la reforma de la Justicia. El general Julio Rodríguez cambiará la idea que tenemos de defensa y seguridad. Con Irene Montero conseguiremos el ansiado pacto en educación. A Xavier Domènech, que por algo En Comú Podem ha ganado en Cataluña, le damos el ministerio de la plurinacionalidad para que solucione los conflictos soberanistas. Y ya si eso estamos aquí Errejón y yo para lo de la economía, reformar la Constitución y apañar lo que haga falta en política exterior.

Y considera que:

Atacado Pedro Sánchez, Rajoy ha decidido enrocarse y declina ser candidato de momento. El líder del PSOE dice que en democracia hay que respetar los plazos, que no hay atajos. Podemos ya los ha cogido, mientras él circula por una autopista que da muchos rodeos y en la que hay que pagar muchos peajes. Iglesias le ha vacilado, a él y a todos, al apelar a su lealtad institucional para explicar por qué le ha contado sus planes primero a Felipe VI. Ha admitido que se ha enterado por el Rey de que ya tiene medio gobierno formado, pero ha entrado al trapo al afirmar que sus votantes no entenderían que no se ponga de acuerdo con Podemos. Otra cosa es lo que piensen muchos de sus compañeros de partido. En cualquier caso, la estudiada prepotencia de Iglesias es letal para Sánchez, incluso si de esta acaba de presidente. Si no es así, Iglesias también gana. Cuando lo de Maquiavelo, ¿había derechas e izquierdas?

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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