Rafael Torres

Bódalo: un mártir de la pobreza, pero no de la libertad, ni de la poesía, ni de la paz

Bódalo: un mártir de la pobreza, pero no de la libertad, ni de la poesía, ni de la paz
Rafael Torres. PD

No hay causa más justa que la de los trabajadores del campo, y, en particular, la de los trabajadores del campo andaluz, que han sufrido secularmente como ningunos otros las sevicias de la explotación más degradante y despiadada.

Sin tierra propia que labrar, ni siquiera una poca, sin derechos, sin escuela por la necesidad familiar del trabajo infantil, por la desidia del Estado y por el desprecio casi racista del señorito que se fundía el fruto del sudor de sus jornaleros en las timbas de los casinos, el trabajador del campo andaluz ha padecido como nadie, y por ello su causa es la más justa, la más santa y la más noble. Pero, pues todo son desgracias en casa del pobre, esa su causa no siempre ha estado representada por individuos a la altura de ella.

Andrés Bódalo ha ingresado en prisión para cumplir la sentencia de tres años y medio por acumulación de delitos violentos, dados sus diversos antecedentes, pero lo que en su favor puede y debe aducirse para templar esa pena no es, en modo alguno, lo que han dicho los líderes del partido en el que actualmente milita: ni es un mártir de la libertad, como «tuiteó» Pablo Iglesias, ni guarda el menor parecido con Miguel Hernández, el maravilloso pastor-poeta con el que pretende emparentarle Teresa Rodríguez.

Tampoco con Jesucristo, del que no se conocen acciones violentas salvo en la expulsión a latigazos de los mercaderes del templo, ni con Gandhi, del que no se recuerda absolutamente ninguna.

Pues la cárcel, la privación de la libertad, es lo peor que le puede pasar a un ser humano, las personas de bien no la desean para nadie, aunque tampoco la pérdida de libertad que implica ser víctima de agresiones y violencias.

Andrés Bódalo, hombre fuerte y corpulento, ha sacado los puños a pasear en varias ocasiones, impactándolos la última en la persona de un concejal socialista que resultó herido a consecuencia de ello, de suerte que su ingreso en prisión no tiene nada que ver con la poesía, ni con la no-violencia, ni con la sagrada causa de los braceros de Andalucía, sino con un descontrol de su persona que no contribuye a mitigar el mesianismo de su ideología política, hoy instalada en Podemos.

En su favor, y en demanda de clemencia, hay que decir que ha pasado todas las hambres, la de pan y la de justicia, todos los fríos, que no pudo ir al colegio de niño, y que ha hecho lo que ha podido.

Es un mártir de la pobreza secular del campo andaluz, pero no de la libertad, ni de la poesía, ni de la paz.

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