La excelentemente preparada visita de Obama a Madrid y el dia sin bañador en sus piscinas me llevan a pensar que el término inglés » Politics» en plural es más acertado que el nuestro en singular «Política». Porque estas dos cosas que refiero no pueden pertenecer la misma actividad definida como arte por Aristóteles. No pueden ser la misma cosa.
Por el hito racial que supuso su elección en un pais con la historia de los EEUU, el primer presidente de raza negra, nacido en Hawai con una abuela en Kenia, educado en las mejores universidades, el presidente Obama es, probablemente, quien haya reunido nunca más diversas características y condiciones para representar la amalgama de pueblos que viven en Norteamérica.
Por más que esa misma complejidad no le haya permitido llevar adelante casi ninguna de las reformas que se habia propuesto en los Estados Unidos, pero quizás sí, en la compleja situación internacional cuyo eje mediterráneo y sus sistemas ha aprovechado para apuntalar además de la visita debida.
Obama es Obama y los EEUU los EEUU. Obama es un tío simpático por naturaleza que se casó con Mrs. Robinson y ambos tienen una idea práctica de la política de la que podrían aprender todos estos iluminaos populistas y separatistas que okupan nuestras instituciones.
El presidente americano más simpático que ha tenido la historia de EEUU y va a tener seguramente, venga lo que venga, lo porvenir. Pero coincide que además es el Presidente de los EEUU de América y eso supone muchas más cosas.
Los intereses, las políticas, los acuerdos, pero también las afinidades en los caracteres entre americanos y españoles, llaneza, espontaneidad, jovialidad, fruto de nuestra historia larga o de la suya más reciente, pero coincidente. Los americanos, recuerdan Ortega o Julián Marías, se han sentido en muchos casos en España, mejor que en otros sitios europeos.
Por eso, con independencia de que haya sido las trágicas circunstancias de la matanza de Dallas y otras, celebro que las aldeanadas preparadas por el antiamericanismo más rancio de quienes aprovechan hasta el odio para llamar la atención, Garzón, Iglesias y sus sectas se hayan quedado sin su Mister Marshall.
Por su parte, Sevilla tendrá su ocasión, porque Obama volverá y porque los sevillanos se hacen cargo de que lo que está ocurriendo en EEUU al margen de sus próximas elecciones demandan la presencia de su Presidente y no verían bien a su Presidente pasándolo bien, como sucedería entre los siempre acogedores sevillanos, imbuido de su magia, de su fiesta y su folklore.
Así pues, «Politics» o Políticas, mejor en plural.
Porque el Palacio Real ha estado maravilloso para recibir al Presidente de la primera democracia del mundo. Orgullosos de nuestro patrimonio, de nuestro Rey y de la imagen de España en el mundo.
Por su parte, Garzón, Iglesias y el ñoño antiamericanismo barato y demagogo, como «arma de de destruir saliva» cuando no se tiene otra cosa, como ya no saben qué hacer con su derrota, se han tirado a la piscina sin agua y sin saber siquiera si la orden de Manuel Carmena era con o sin bañador.
Esto que nosotros llamamos con el mismo término, «Política», no puede ser la misma actividad, no puede ser la misma cosa.
