Juan Pérez de Mungía

Sánchez, muchacho, tu voto no vale nada por eso se te pide la abstención

Sánchez, muchacho, tu voto no vale nada por eso se te pide la abstención
Pedro Sánchez (PSOE). PD

Oro parece, plata no es ¿qué es? Primero perdió la hoz, luego el martillo, se quedó después en un puño y una rosa para, al final, quedarse en un capullo. El PSOE es la vanguardia del pasado, el resultado de la inevitable descomposición de su base social que ha envejecido con la traición a su pasado y a sus símbolos. Podemos viene a encarnar ese pasado y a sufrir la deriva de su transformación en las nuevas élites emergentes que se les parece.

Del PSOE no queda ni la metralla de Belchite; se hunde en las arenas movedizas de la ausencia de imaginación, pronto, en apenas dos legislaturas, será un partido residual gracias al Mago de Oz, por el que nadie da ni una onza de oro. Ya no tiene cuadros del nivel de Borrell que se perdió en el infundio y en las garras jacobinas de la Cataluña corrupta de Pujol y sus chicos.

Pudieron más los embustes que la acusación del 3% de Maragall. Ni Solana, ni Rubalcaba, ni Almunia, ni Fernández-Ordoñez, no queda un solo hueso de honor. Adiós a los que podrían ganarse el pan sin recurrir al artificio de la política. Ni siquiera queda Solbes, desaparecido en el combate de una fe cínica de negación de la crisis.

Zapatero creía más en la miembra del congreso Aido y, en la inefable, Leire Pajín con su flamante currículo de charnega e ikastola, verborreicas e indignas representantes de su cuota social. El tornado se ha llevado la casa de Dorothy.

En la casa derruida han quedado los títeres, el espantapájaros de Hernando, ávido de encontrar un cerebro, la sombra de Sánchez, César Luena todos marcados por querer decir nada en media hora, solo boludeces, Meritxell Batet, en el papel de Locasta, la Bruja Buena del Norte.

Iceta, Ximo, Patxi, Terreros, Leguina

Hay que buscar el rastro de Zapatero, el Mago de Oz y sus amigas en las portadas de Vogue, las estrategas repentinas del socialismo que se auparon sobre hombros ajenos para dejar sus sillas a los mismos buscavidas que vinieron a substituirlas, Iceta, Ximo, etc., toda la patulea de ganapanes tan proclives a encontrar un pretexto para disponer de un poder que ha dejado de pertenecerles.

Ignoran en su inefable ingenuidad que la memoria colectiva no sufre de Alzheimer, que la historia día a día les está poniendo en su lugar, el de un PSOE desarmado que mira con indiferencia culpable las derrotas pírricas de las urnas, que no ha mucho aventuraba revertir con pactos contra natura. El mismo PSOE que reniega de sus fundadores demócratas, que ignora intelectuales de la talla de Nicolás Redondo Terreros y Joaquín Leguina, que entrega la presidencia del Congreso a un patético Patxi López que disfrutó de su condición de lehendakari por la conciencia de patria de otros, sin ningún merecimiento. Ahora queda confundido, despojado de sus investiduras. La farsa dura poco, a veces menos que poco.

Sánchez, ¡muchacho!, es España, no tú. España requiere un Gobierno, tu voto no vale nada y por eso se pide tu abstención, tu voto no vale nada «la vida no vale nada, si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama». Es Milanés, muchacho, pon el pinchadiscos…

«La vida no vale nada, si yo me quedo sentado, después que he visto y soñado, que en todas partes me llaman», pincha el disco y escucha, ¡muchacho!, no es Arkansas la que sufre la crisis, es España la que necesita tu ayuda y sigues cantando como si no ocurriera nada, dudando como el Mago de Oz del oro en su discurso.

El hombre de hojalata lo tiene difícil

El PSOE no tiene agallas, carece de recursos humanos que tengan visión de Estado, menos aún de Nación. Que sea Susana Díaz la que encarne la unidad de España tiene bemoles, en una situación tan grave. El PSOE tendría más rédito si instrumentara su poder residual para obtener por mano de otros sus supuestos objetivos programáticos, hasta donde la razón pueda.

Es de cajón, pero para tomar esa iniciativa debería pensar por sí mismo y no con la testuz amenazada por el hacha podemita que le marca el paso de la oca. Nuestro hombre de hojalata lo tiene complicado. No comprometerse con el futuro le pondrá en su lugar, en los anaqueles de la historia, guardando el polvo para los estudiosos de cómo se fracasa.

El hombre de hojalata que ya no tiene valor de uso. Sin pena, ni gloria, uno más pegado al sillón del Congreso que dejará tras de sí los pantalones manchados por su impericia, falta de valor y escasa capacidad.

Ya no existen los Magos, ni las hoces, ni los martillos, ni las horas bajas en las que se baten el cobre los españoles de a pie que ven como se les escapa su riqueza, como la arena dorada de la playa cae de entre las manos. No hay tiempo, no hay historia, la historia la hacen los hombres y mujeres que no saben desfallecer y desafían el destino con las apuestas que los convierten en conquistadores.

Quien no arriesga, no ama.

España es nuestra razón.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído