Alfonso Rojo

Rajoy y el partido de vuelta

Rajoy y el partido de vuelta
Alfonso Rojo, director de Periodista Digital S.L. PD

Esto se parece al fútbol. Queda muy lucido marcar goles fuera, pero sólo quedas campeón de Liga ganando los partidos en casa con regularidad.

Que Rajoy triunfa en el exterior es indiscutible. Basta echar un vistazo a las fotos de la minicumbre europea donde hasta Obama le hizo carantoñas.

Ese «Mariano, en Alemania diríamos que tienes la piel de elefante», de Merkel refleja plásticamente el elevado concepto que la canciller tiene del presidente de Gobierno español.

Está claro que nuestros aliados valoran la gestión de Rajoy, durante estos cinco años, y ven a España mucho más cómo modelo que cómo problema, algo que no se puede decir de la Francia de Hollande, la Italia de Renzi o la Gran Bretaña de May.

Estamos de nuevo en el centro del tablero y con nuestras limitaciones, porque con un presupuesto de Defensa tan canijo es imposible tener peso en el escena internacional, jugamos en el patio de los mayores.
Ahora viene lo complicado, lo trascendente, lo urgente y necesario: ganar en casa.

Y eso, paradójicamente, es más difícil. Primero, porque el PP, con una mezcla de indolencia y cobardía que acongoja, ha permitido durante lustros que se instale la idea de que este país es un desastre sin paliativos, donde todo el mundo manga, las partes son más relevantes que el todo, la idea de Patria es una rancia cutrez y nuestros políticos alimentan a escondidas la perversa afición a amargar la vida a la gente, recortándole derechos, servicios y ayudas.
En contra de lo que debería dictarle su propia experiencia, en una ensoñación alimentada irresponsablemente desde los medios de comunicación, hay grupos enormes de población convencidos de que nuestra Sanidad es una desastre, la Educación da pena y la miseria se extiende.

Y no es verdad, de la misma forma que es incierto que la desigualdad tienda a acentuarse, los separatistas sean mayoría o esto esté a punto de explotar.

Hemos llegado a este punto, porque reiteradamente se ha renunciado a dar la batalla de la información y a confrontar ideas. Frente a una ciudadanía marcada en gran medida por el mensaje televisivo, la autoridad competente ha claudicado en la tarea de hacer de RTVE -la pública, la de todos-, un elemento vertebrador de la opinión pública española.

Se pierden una tras otra las batallas por incomparecencia y mi duda ahora es si el entrenador, el de la ‘piel de elefante’, va a aprovechar esta gran ocasión que le ofrece la Historia, para cambiar de táctica. Y ganar en casa, partido a partido.

ALFONSO ROJO

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